
Conoce las sustancias psicoactivas más comunes y sus riesgos
En el marco de HR25, la conferencia internacional sobre reducción de daños que este año se celebra en Bogotá, proponemos una mirada informada y sin prejuicios sobre las sustancias psicoactivas.
Estas han formado parte de la historia humana de diversas maneras, desde su uso en rituales ancestrales hasta su presencia en la vida cotidiana moderna. Si bien algunas tienen aplicaciones médicas o culturales, su consumo también implica riesgos importantes para la salud.
Esta nota busca ofrecer información clara sobre algunas de las sustancias más comunes que circulan en nuestra sociedad: su origen, sus usos y los efectos que pueden generar en el cuerpo y la mente. Conocer sus riesgos e impacto es clave para comprender mejor su presencia y las implicaciones de su consumo en el mundo actual.
¡Ojo! No es una invitación al consumo
1. Heroína
La heroína es una sustancia semisintética derivada de la morfina, extraída del opio. Fue sintetizada por primera vez en 1874 y comercializada por Bayer a finales del siglo XIX como un sustituto "no adictivo" de la morfina y como remedio contra la tos.
A pesar de sus promesas iniciales, la heroína pronto mostró un alto potencial adictivo. Es conocida en la calle como caballo, H, dama blanca, chiva, jaco o blues, y puede presentarse como un polvo blanco o marrón claro, o incluso en forma de una sustancia pegajosa denominada "alquitrán negro". Se puede consumir de diversas formas: esnifada, fumada o inyectada, siendo esta última la vía más peligrosa.
Los efectos inmediatos incluyen una intensa euforia, relajación muscular y supresión del dolor. Sin embargo, también genera efectos secundarios como náuseas, somnolencia, estreñimiento y alteraciones menstruales. La dependencia física es altísima, y la abstinencia puede ser extremadamente dolorosa, con síntomas como vómitos, calambres y ansiedad extrema.
Los riesgos más graves incluyen sobredosis mortal por depresión respiratoria, infecciones debido al uso compartido de jeringas (como el VIH o hepatitis C), y colapsos venosos.
Mezclar heroína con depresores como el alcohol o benzodiacepinas aumenta drásticamente el riesgo de muerte.
2. Cocaína
La cocaína es un alcaloide estimulante derivado de la hoja de coca, una planta sagrada para los pueblos andinos desde tiempos precolombinos.
Fue aislada en 1859 por Albert Niemann y utilizada en medicina como anestésico local. Conocida como perico, coca, blanca, nieve, perica, fino, la cocaína se presenta comúnmente como un polvo blanco que se esnifa o inyecta.
Su forma fumable, conocida como crack (en EE.UU.) o bazuco (en América Latina), es aún más adictiva.
Los efectos inmediatos incluyen una euforia intensa, aumento de energía y una sensación de poder, aunque su duración es breve, lo que fomenta su consumo repetido. No obstante, sus efectos secundarios son peligrosos, causando ansiedad, paranoia, alucinaciones, temblores y taquicardia, además de riesgos físicos como infartos, daño nasal por esnifar y accidentes cerebrovasculares.
La cocaína tiene una alta dependencia psicológica, y mezclarla con alcohol genera cocaetileno, una sustancia mucho más tóxica para el hígado y el corazón.
3. Cannabis (Marihuana)
El cannabis es una planta que ha sido utilizada desde hace miles de años en rituales, medicina y textiles. Sus compuestos principales son el THC, psicoactivo, y el CBD, relajante y no psicoactivo.
Se consume generalmente fumada, vaporizada o en comestibles, siendo conocido en la calle por nombres como marihuana, ganja, hierba, porro, cacho o weed, bareta.
Los efectos más comunes son relajación, aumento del apetito, euforia leve y alteración sensorial. En dosis altas o con predisposición genética, puede generar paranoia y trastornos de concentración.
En adolescentes, el consumo de marihuana puede afectar el desarrollo neurológico. Sin embargo, en la medicina, el cannabis se utiliza para tratar condiciones como la epilepsia, el dolor crónico y trastornos de ansiedad. Mezclado con LSD o psilocibina, potencia los efectos psicodélicos, mientras que combinado con alcohol amplifica los efectos depresores.
4. LSD (Ácido Lisérgico)
El LSD es un alucinógeno sintético derivado del cornezuelo del centeno, y fue sintetizado por Albert Hofmann en 1938. En los años 60, su consumo se masificó y se vinculó a movimientos contraculturales y estudios psiquiátricos. Se consume generalmente por vía oral en papel secante, cápsulas o gotas líquidas.
Aunque el LSD no genera dependencia física ni síndrome de abstinencia, sí provoca una rápida tolerancia. Los efectos incluyen distorsión visual y auditiva, alteraciones del tiempo, euforia o miedo, y un aumento de la introspección. En algunas personas, especialmente aquellas con antecedentes psiquiátricos, puede generar crisis de ansiedad, paranoia o ataques de pánico.
Los efectos pueden durar entre 6 y 12 horas. Aunque no es físicamente adictivo, el LSD puede inducir experiencias psicológicas intensas y desestabilizantes, y mezclarlo con otras sustancias como cannabis o psilocibina puede amplificar los efectos psicodélicos.
5.Éxtasis (MDMA)
El éxtasis, también conocido como MDMA, fue desarrollado en 1912 por Merck, originalmente como un supresor del apetito.
Su popularidad creció en la década de 1980, especialmente en la cultura rave. Se presenta generalmente en forma de píldoras, cápsulas o cristales. El MDMA produce sensaciones de conexión emocional, empatía y bienestar, pero también puede elevar la temperatura corporal, aumentar la presión arterial y causar deshidratación.
Una de sus consecuencias más comunes es el "bajón" emocional al día siguiente, cuando los niveles de serotonina en el cerebro se agotan. Además, la mezcla de MDMA con antidepresivos, Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS) o inhibidores de la monoaminooxidasa (MAO) puede ser peligrosa y causar efectos adversos graves.
A pesar de su popularidad, el éxtasis es comúnmente adulterado con sustancias más peligrosas, como metanfetamina o cafeína.
6. Alcohol
El alcohol, una de las sustancias psicoactivas más consumidas, es un depresor del sistema nervioso central que provoca efectos como la relajación, desinhibición y euforia en dosis bajas, pero también puede generar efectos secundarios graves en cantidades altas, como pérdida de coordinación motora, somnolencia y, en casos extremos, coma o muerte.
El consumo crónico de alcohol está relacionado con múltiples enfermedades, como cirrosis hepática, trastornos cardiovasculares y daño cerebral. Además, el alcohol tiene una alta dependencia psicológica y física, y su combinación con otras drogas como la cocaína o benzodiacepinas aumenta los riesgos de efectos adversos, como la depresión respiratoria o el colapso cardiovascular.
7. Tusi
El tusi, también conocido como tusibi o “cocaína rosada”, no es una sustancia en sí misma, sino un preparado o cóctel compuesto por una mezcla variable de drogas psicoactivas como MDMA, ketamina y cafeína. Su nombre proviene de la pronunciación en inglés de 2-CB, sustancia que inicialmente se intentaba imitar, aunque no comparten propiedades químicas.
Al no ser una sustancia con fórmula única y estandarizada, el tusi presenta una composición inestable que depende del “cocinero”, lo cual genera una amplia variabilidad en sus efectos y riesgos. Este preparado no tiene un estatus legal específico por sí mismo, pero las sustancias que lo componen suelen estar controladas o prohibidas.
El uso más común se da por vía nasal, aunque la vía oral representa menos riesgos. Debido a su composición cambiante, no existe una dosificación segura, y los riesgos aumentan significativamente con el uso combinado o en altas concentraciones.
Entre los efectos deseados del tusi se encuentran la euforia, el bienestar subjetivo, la estimulación física, y en algunos casos, efectos alucinatorios o disociativos. Sin embargo, estos efectos son impredecibles y dependen de la mezcla exacta. Los efectos adversos pueden incluir dolor de cabeza, náuseas, sangrado nasal, ansiedad y pérdida de coordinación.
En casos de sobredosis, los signos incluyen alucinaciones, convulsiones, pérdida de conciencia y riesgo de muerte, especialmente si se mezcla con otras sustancias como opioides, benzodiacepinas o alcohol. A largo plazo, su uso puede causar daños neurológicos, cardiovasculares y hepáticos. Surgido en Colombia, el tusi fue popularizado desde 2012 por los medios como una “droga de élite”, lo que contribuyó a su expansión entre distintos sectores sociales.
Su principal peligro radica en la imposibilidad de conocer su composición exacta, lo que hace imposible prever sus efectos con seguridad.
8. Popper
El popper es una droga inhalante que contiene nitrito de amilo o nitrito de butilo, sustancias originalmente diseñadas para tratar problemas cardíacos, pero que se han convertido en una forma popular de droga recreativa debido a sus efectos inmediatos de euforia y relajación muscular.
Comúnmente utilizado en fiestas y en ciertos contextos sexuales, se inhala a través de los vapores que produce. Aunque los efectos son rápidos y temporales, brindando una sensación de bienestar, también puede ocasionar efectos negativos a la salud como mareos, dolores de cabeza, dificultad para respirar, y presión arterial baja, lo que aumenta el riesgo de desmayos o problemas más graves.
El uso frecuente de popper también puede dañar el sistema respiratorio y, en algunos casos, provocar quemaduras en los pulmones o en las mucosas. A pesar de su peligrosidad, en muchos lugares se comercializa bajo el nombre de limpiador de cuero o disolvente, lo que le permite eludir regulaciones estrictas.
En algunos países, su venta está restringida o prohibida, pero sigue siendo ampliamente utilizado en ciertas subculturas, especialmente en ambientes nocturnos o de fiestas.
9. Bazuco
Él bazuco es una forma cruda y menos refinada de cocaína, que se obtiene de la pasta base de la cocaína y se consume principalmente fumado.
Este tipo de cocaína es mucho más barato que la cocaína procesada, lo que lo hace accesible para personas con menos recursos económicos, pero también mucho más peligroso.
Él bazuco produce efectos intensos de euforia y estimulación inmediata, pero estos duran poco tiempo, lo que genera un ciclo de consumo repetitivo para intentar mantener los efectos. Sin embargo, sus consecuencias son devastadoras: produce un daño severo en el cerebro, los pulmones y el sistema cardiovascular.
A corto plazo, puede generar psicosis, paranoia y comportamiento agresivo, mientras que a largo plazo provoca una fuerte dependencia física y psicológica, además de un deterioro notable de la salud mental y física.
El consumo de bazuco está estrechamente relacionado con situaciones de marginación social y pobreza, y su uso está penado en la mayoría de los países debido a los serios riesgos que conlleva. Aunque es más barato y accesible que otras formas de cocaína, las secuelas que deja son mucho más graves y destructivas para quienes lo consumen.