Célula Durmiente, el sonido del ‘New Wave’ de Chapinero
Un antiguo salón de clases que hace parte de lo que próximamente será inaugurado como Proyecto Kinder –del que forma parte el reconocido club bogotano Kaputt– nos recibió para conversar acerca del nuevo disco de la banda Célula Durmiente, una agrupación que le apuesta al sonido new wave pero con arraigo bogotano e impronta de Chapinero: letras que aluden a las vivencias de un fin de semana cualquiera, en una noche y una madrugada cualquiera.
Sin más pretensiones que divertirse haciendo música, este grupo de amigos —Luis Antonio Guerra, Nicolás Saavedra y Daniel Alfonso Rodríguez— fusiona el espíritu punk con la estética melancólica del new wave. Su propuesta mezcla guitarras eléctricas y drum machines para construir un sonido que oscila entre la rebeldía y la nostalgia. Desde su aparición con Ascensor para el cadalso (Volviendo a fallar), el grupo ha cultivado una identidad enigmática y visualmente cuidada en la que incluso han experimentado con videoclips animados mediante inteligencia artificial, en los que la presencia de la banda se diluye en avatares y símbolos urbanos.
El sonido de Célula Durmiente
En las tramas de espionaje, una célula durmiente es un grupo o agente infiltrado que permanece inactivo durante un largo tiempo dentro de un territorio o estructura, a la espera de ser “activado” para cumplir una misión específica. Vive bajo una identidad aparentemente normal, sin levantar sospechas, pero su verdadera lealtad y propósito están ocultos. Esa doble condición —la de estar latente y lista para irrumpir— se ha convertido en una metáfora precisa de la banda al ser una energía contenida que se activa en cada concierto mientras se alimenta de la expectativa de su propio despertar.
El grupo recuerda que su primera grabación fue Ascensor para el cadalso (Volviendo a fallar). La idea surgió de un riff de guitarra que se transformó en una especie de sueño compartido. Querían capturar la esencia del new wave que los marcó, con influencias de temas como You Spin Me Round o Take On Me, y una instrumentación analógica que les permitiera acercarse a ese sonido: baterías reales, muestreo y el uso de una caja de ritmos LinnDrum, la misma que marcó buena parte del pulso de los ochenta. A partir de ahí, decidieron hacer las cosas en serio: grabar, producir y sacar su primer disco como banda.
En lo musical, reconocen que cada uno viene de mundos distintos. Mientras una parte del grupo tiene raíces en el punk y el new wave, otra proviene de la producción electrónica, del house y el disco. Esa mezcla da como resultado un sonido propio, donde la estructura rítmica se sostiene sobre una base repetitiva y contundente —“tuta, tututa, tututa”, como la describen entre risas— sobre la que se construyen los arreglos de guitarra y bajo. Las letras suelen escribirse durante el mismo proceso de grabación, incluso el mismo día, para conservar la identidad del momento.
“Hay veces que las letras quedan muy abstractas, pero curiosamente la gente se identifica con eso”, contaron durante la entrevista. “Tal vez sea porque cuando uno va a lo más particular, a lo más profundo de sí, termina siendo más universal. Es casi una ley del arte: mientras más íntimo, más compartido se vuelve.”
Autogestión en "No hay futuro, vamos todos"
El proyecto es completamente autogestionado. Explican que dividieron la producción “como un negocio en dos partes”: una mitad financiada directamente por ellos y la otra asumida por el sello con el que trabajan. “No es fácil lograr ese primer contacto, pero una vez se da, las cosas fluyen. Ya estamos pensando en un segundo disco, y ojalá sea con el mismo sello, si no aparece otro camino.”
Su manera de trabajar ha sido también una forma de comunidad. Durante la grabación de Ascensor para el cadalso descubrieron que había muchas personas dispuestas a colaborar. “Empezó a aparecer gente que quería ayudar: alguien con cámara, otro con tiempo, otro con equipos. Eso fue muy bonito porque nos demostró que la banda también genera vínculos, no solo música.”
El nuevo álbum, No hay futuro, vamos todos, reúne nueve canciones que articulan un recorrido que mantiene la tensión y la atmósfera cinematográfica que caracteriza a la banda. Se trata de una coproducción entre No Front Teeth Records, de Londres y Oh Glory Records, de Bogotá pero fue prensado en formato de vinilo en República Checa. Entre los temas más destacados se encuentran “Donde Luis”, una pieza con ritmo sostenido y tono nocturno que captura el espíritu cotidiano del barrio y sus personajes, y “Contra Todo Pronóstico”, canción que actualmente suena en la programación de Radiónica.
El álbum fue pensado para escucharse de principio a fin, no como una lista de sencillos sino como un relato con intención. “Queremos que lo escuchen entero, que sientan la tensión, que se dejen llevar por el orden que planteamos. Si no pueden comprar el disco físico, pueden apoyarnos en Bandcamp, que además permite acceder a todo el material. Eso no lo esperábamos, y ha sido una de las partes más lindas de todo este proceso.”
Célula Durmiente no responde a fórmulas ni a modas. Su universo se sostiene entre cajas de ritmo que suenan a metal y neón, letras que nacen del insomnio y guitarras que cuentan la ciudad. Su música es el resultado de una suma de impulsos, de colaboraciones espontáneas, de noches largas de compartir las victorias y las derrotas con los amigos en algún lugar de Chapinero. Esta es una célula que, aunque parezca dormida, suena bajo la superficie, a la espera perpetua de su despertar.