Foto por: Byron Jiménez

Rasgos y cambios de las movilizaciones en la historia colombiana

Entrevistamos al historiador Mauricio Archila, quien ha investigado lo que ha sido las movilizaciones sociales y las protestas en el país.
Martes, 18 Mayo, 2021 - 11:09

Por: Nicolás Corredor M.

En las últimas dos semanas, el Paro Nacional ha mostrado diversas facetas a la hora de comunicar la inconformidad de varios frente al presente del país, tanto manifestaciones creativas y llenas de arte como episodios que han derivado en violencia y en eventos dolorosos y desafortunados. La presencia de la juventud en las calles, la reacción que han tenido algunas figuras internacionales y el papel de los medios en el cubrimiento son varias aristas que hemos intentado abarcar desde Radiónica. 

Las marchas y la movilización social han sido una constante a lo largo de la historia de Colombia, dejando unas herencias, por acción o por reacción, que han forjado nuestro presente. Con el retiro de la Reforma Tributaria, surgieron inquietudes sobre las conquistas y posibilidades de las manifestaciones, su caracterización, sus transformaciones y sobre aquellos elementos que pueden llevar a que tengan un mayor efecto. 

Hablamos con Mauricio Archila Neira, Licenciado en Filosofía y Letras con Especialización en Historia y una maestría en Economía y Recursos Humanos de la Pontificia Universidad Javeriana. También cuenta con un doctorado en Historia de la State University of New York, Stony Brook. Archila fue historiador, investigador y docente titular del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia desde 1978 y emérito desde el año 2001 hasta la actualidad.

Con trabajos y libros como Idas y venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia 1958-1990 (2003), Cultura e identidad obrera: Colombia 1910-1945 (1991), Cuando la copa se rebosa. Luchas sociales en Colombia 1975-2015 (2019),  Mauricio Archila es hoy uno de los expertos académicos que más ha investigado los ambientes de la lucha, cultura, violencia y poder de diferentes movimientos y grupos en la historia del país. 

Hablamos con él sobre las protestas y sobre nuestro presente.

¿Qué movilizaciones han sido emblemáticas en nuestra historia reciente y han logrado un cambio en la historia de Colombia?

El tema de los cambios o logros en las movilizaciones es un poco complicado. En términos generales, si una protesta logra los objetivos que se proponían llega a ser exitosa, lo que pasa es que a veces hay motivos abiertos y ocultos. Por otro lado, los motivos son importantes, pero la gente se mueve por otras cosas como la solidaridad, la indignación o hasta por hacer parche. Dicho eso, en la base de datos, tenemos más de 25.000 o 26.000 registros de protestas desde 1975. Hay muchas, pero yo podría decir que las más exitosas han sido las huelgas de trabajadores, que seguramente consiguieron algún aumento de salario. 

La que más recuerdo es la del MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil), una muy reciente que iba en contra de la propuesta de la reforma de la Ley 30. También la época del Paro Agrario, que no fue totalmente exitosa, pero donde se lograron cosas en unas pocas regiones. En ciertos paros del Fecode y Buenaventura, se ha logrado una negociación, con algunos profundos incumplimientos que generan un nuevo espiral de protestas. El paro estudiantil del 2018 fue una negociación que aparentemente fue exitosa. Es difícil colocar ejemplos en los cuales haya éxito absoluto. Deben existir, así como también hay muchas protestas que no han logrado lo que se proponían.

¿Qué rasgos considera necesarios para que una movilización funcione?

Tengo tres principios que encuentro bastante válidos, que van ligados a que un movimiento social logre tener una planeación, contundencia de los argumentos y justificaciones incluyentes. El primer elemento sería que la sociedad se debe sentir incluida. Eso es algo que los muchachos siguen gritando en las protestas, estamos luchando por el estudiante y el trabajador. Por ejemplo, en la MANE no se estaba luchando por un “x” o “y” presupuesto de tal Universidad, sino por la educación pública del estudiante. 

El segundo principio sería los números. Entre más gente salga a la calle, más fuerte va a ser el impacto de una protesta. De eso no hay ninguna discusión. En el caso de la que estamos viviendo actualmente no hay un solo día que no salgan personas, ya llevamos unos 14 días de movimiento. 

El tercer elemento son las formas o repertorios de protesta. Entre más incluyentes, mucho mejor. Así como también, entre menos problemas, mucho mejor. Claro, no todos se van a sumar a un bloqueo de vías. En cambio, más gente puede salir a una marcha o ir a una concentración en la Plaza de Bolívar, siempre y cuando no vaya a haber tropel con el ESMAD y los encapuchados. Esos tres elementos son las varitas mágicas para que un movimiento tenga éxito.   

¿Cree que es fácil identificar los actores de las protestas?

Ubicar los actores de protestas siempre ha sido posible, porque son públicos y uno ve los rostros. Claro, es difícil ver cuántos son sindicalistas, campesinos o indígenas. En El Paro Agrario del 2013, por ejemplo, se vio la participación de más campesinos de Cundinamarca y Boyacá, que normalmente no protestaban. También de los cafeteros. O cuando hay paros en el Chocó es claro que hay unas poblaciones afros e indígenas que son muy fuertes. Ahí están los reclamos y las organizaciones. Aunque hoy en día hay redes, siempre han existido otros medios por los cuales transmitir esta información. 

¿Cómo analiza la construcción de identidades en la actualidad alrededor de las movilizaciones?

Las identidades son mutantes, cambiantes. Hay momentos en los cuales se priorizan ciertas identidades según los conflictos. Si soy una mujer de color y lesbiana puedo representar una lucha por la comunidad LGTBI o una lucha por la comunidad afro. Lo que nosotros decimos en los análisis es que las entidades que están ligadas al conflicto material o de clase han ardido un poco en su visibilidad. Pero de igual forma, existen otras que han cogido forma y relevancia, como por ejemplo las identidades étnicas, de género, de identidad sexual, volviéndose mucho más complejas. 

Eso redunda en una gran diversidad de gente que sale a las calles, donde hay una cierta fragmentación en los reclamos. La diversidad en el pueblo es gigante y eso es algo que podemos notar actualmente. Habían muchas cosas represadas, las cuales explotaron en los tiempos de la pandemia, más el tema de una reforma tributaria que provocó que esa olla de presión estallara. Ya es muy difícil apagarla y la gente sigue protestando.

¿Se puede evitar la violencia en una movilización social? ¿Se pueden lograr cambios estructurales desde la protesta pacífica?

Personalmente, como ciudadano e historiador, quisiera que la protesta fuera totalmente pacífica. Es por lo que yo apuesto y participó cuando hay un movimiento en el cual creo. Por otro lado, entiendo como analista que a veces la protesta tenga que escalarse, bien sea por una provocación policial o porque los Gobiernos son tan sordos que en ocasiones llevan a que la gente rompa cristales para ser escuchada. No es lo que yo propiciaría, no es lo que yo haría, pero entiendo que a veces esos procesos se desatan. 

Es algo que uno diría que se puede dar ante la sordera de un Gobierno como este, en donde hay una torpeza tan tremenda como la de mandar una reforma tributaria en el peor momento de la historia económica del país. Alguien decía, creo que Hernando Gomez Buendia en El Espectador: “Ningún Gobierno en el mundo, ha hecho una reforma tributaria que le recargará al pueblo y a la clase media en un momento de pandemia”. Repito, no justifico, pero entiendo ante esa torpeza que cosas se puedan presentar. 

Ojalá no se hubiera dado de esa forma, ojalá no hubiera habido muertos y todo este tipo de confrontaciones. Creo que la culpa en este caso será en parte de la gente y sus mismas decisiones, pero la gran responsabilidad recae en el Estado, en el Gobierno actual y sus fuerzas armadas. Pienso que mucha de la radicalización de esta protesta tiene que ver con la respuesta brutal de la Policía, desmedida, que usó armas no convencionales.

¿Qué opina de la coyuntura actual del país de estos catorce días de paro nacional? ¿Cómo lee su impacto a futuro?

En un aspecto electoral no me atrevo a decir algo porque no es mi fuerte. Y yo siento que la gente que está protestando no lo está haciendo por las elecciones. Quizás el Gobierno sí piense en eso, así como también muchos políticos de lado y lado, pero, ¿en qué va a resultar todo esto? Honestamente no lo sé. Me temo que hasta ahora y por dónde vamos, no es un tema que se vaya a resolver rápidamente. Ojalá no haya más muertos, pero lastimosamente siguen habiendo confrontaciones. 

El paro sigue y el Gobierno tiene que entenderlo. Si está apostando al desgaste y que se acabe por inercia, difícil. Es posible que decline un poquito, pero verá que puede haber otro pico. Espero no haya más muertos, porque si los hay y esto vuelve a radicalizarse seguiremos con esta espiral. 

Hasta ahora, el Gobierno está muy debilitado. En términos históricos, esta será una jornada muy importante en el país. No sé qué tanto vaya a cambiar, porque realmente estamos viviendo el día a día.