Foals

'Holy Fire': el disco que posicionó a FOALS como los reyes de los festivales

A 10 años de su lanzamiento, exploramos el tercer disco de la agrupación británica de rock alternativo.
Miércoles, 8 Febrero, 2023 - 04:01

Por: Laura Sofía Romero

Quienes han visto en vivo a la banda liderada por Yannis Philippakis, saben que ver a Foals sobre un escenario es una experiencia explosiva en todo sentido. Una vez las versátiles guitarras de la banda se juntan con la potencia de su batería no hay vuelta atrás. El público, en perfecta comunión, salta al ritmo de la música en una fiesta de baile desenfrenado y euforia que no hay necesidad de contener.

Lo cierto es que la agrupación de Oxford no siempre tuvo este sonido tan envolvente en sus shows, si bien en su álbum debut Antidotes (2008) conocimos algunos de sus sonidos más ruidosos y la necesidad de explorar el dance punk desde el desorden, en su segundo disco Total Life Forever (2010) mostraron una faceta completamente distinta en sus canciones: más atmosféricas, con un claro coqueteo con el new wave desde la electrónica.

Para ese momento Foals ya era catalogada como una de las agrupaciones revelación del Reino Unido, pero faltaba un tercer tiro que diera en el blanco para convertirla en un verdadero referente del rock alternativo. Y es así como el 5 de noviembre de 2012, llegó a oídos de sus fanáticos “Inhaler”, el primer sencillo de su tercer trabajo discográfico.

Esta canción, que comienza con un entretenido riff y una batería calmada, en su primer minuto se siente como la acción que invoca su nombre: cuando la desesperación de estar buscando un inhalador mientras sientes que te falta el aire, se apodera de ti. Luego transcurren unos segundos en que las reverberaciones acompañan la poderosa voz de Philippakis para escuchar, justo en el minuto 1:50, ese grito liberador que se asemeja al esperado “click” del inhalador, a una secuencia poderosa que llena tus pulmones de aire y te revitaliza con fuerza.

Aquel primer sencillo dio pistas interesantes para entender hacía donde iría el sonido de la banda en este disco. Y no solo a nivel musical, en el que los vuelven a acompañar las texturas orquestales de la London Contemporary Orchestra, mezclándose con su sonido más rudo hasta ese momento, sino también a nivel de la producción de audio. Pues al contar con Flood y Alan Moulder, la banda tuvo el respaldo de quienes iluminaron con genialidad algunos de los trabajos discográficos de agrupaciones como Depeche Mode, Nine Inch Nails y The Killers.

Entonces, llegó el esperado 11 de febrero del 2013: día en el que Foals presentó Holy Fire. Un álbum que desde su portada, una fotografía encontrada por la banda en el archivo de Thomas Nebbia, es diciente en lo que estos músicos tuvieron que soltar de sus anteriores discos para atravesar un mar agitado que los llevaría a una nueva orilla. Un nuevo lugar sonoro donde fueron más arriesgados, con un acercamiento menos tímido a algunas herramientas del pop, alcanzando un trabajo con el que demostraron lo que son capaces de hacer.

El disco comienza con “Prelude”, una introducción sonora de un poco más de cuatro minutos en la que la reverberación es protagonista, y que construye a la perfección la idea de estar iniciando un viaje. Uno de esos que te da miedo emprender y que se inicia con timidez, pero que una vez das un paso fuera de tu zona de confort, te llena de una sensación imparable de seguir avanzando. Dando paso así al ya mencionado primer sencillo, “Inhaler”.

Luego, el viaje se pone interesante porque con “My Number” lo dicho por la banda en entrevistas previas al lanzamiento, cobra sentido: este sería un disco de "funk desvergonzado". Y es que los pegadizos riffs de guitarra y el ritmo constante de la batería de este sencillo, inician la fiesta en cualquier lado. Pero además de eso, demostraron que la banda estaba preparada para hacer estallar sus sonidos en lugares más grandes que los pequeños teatros que llenaban hasta ese momento.

La letra de este sencillo es igual de divertida que su música, sin un mayor esfuerzo poético demuestra que es dedicable para cualquier ex, cuando después de una ruptura nos vamos de fiesta y con toda tranquilidad podemos cantar: “You don't have my number, we don’t need each other now”. Y es posible interpretarla como una letra demasiado cotidiana, pero esta le da paso a un sencillo más metafórico, que da cuenta de que este disco no solo representó una transformación para su sonido, sino que trae en sus historias lo que implica la decisión de cambiar: la ansiedad de soltar las cosas, el miedo de no encontrar algo mejor, la soledad y la constante sensación de vacío.

Es así como “Bad Habit”, a través de un envolvente sintetizador, nos lleva a una de las reflexiones más profundas de la agrupación y que ha quedado representada de una manera hermosa en su video musical. Sin duda, es una canción que entregó la nostalgia de su anterior disco, pero que termina con un sonido más optimista que le entrega la fuerza necesaria a la entrada de “Everytime”. Una pista que con una percusión frenética y constante de fondo, acompaña los coros que reflejan el miedo a quedarse estancado en un mismo lugar.

Las reverberaciones utilizadas a lo largo de esta producción discográfica también entregan el precedente de que en Holy Fire Foals explora algunas de sus atmósferas más oscuras e intimidantes. Y es en “Late Night” donde encontramos la voz de Philippakis en un momento tan expresivo, que hace de esas tonalidades más soberbias un lugar emotivo para conectarse con la propuesta de la banda.

Y es que la segunda mitad del disco más que la metáfora de un viaje propone todo un tránsito onírico. Prueba de ello es la melodía de “Out of the Woods”, que con un ensamble entre sonidos orientales, una enérgica marimba y la fuerza de la percusión africana, acompaña una letra cruda que habla del sentirse atrapado en tu propia cabeza. Una sensación que para más de uno suele venir acompañada de un ataque de ansiedad, que se refleja en un momento en el que el corazón va subiendo sus palpitaciones, tal y como lo hace el ritmo de la percusión de “Milk & Black Spiders”.

Golpes sin medida a la batería, tal vez mediados por el instinto animal que aparece en su letra, es lo que también entrega Jack Bevan en “Providence”. Una muestra contundente de que cada integrante de la banda estaba tan cómodo en esta nueva exploración, que ya no tendrían miedo de ir a emocionar a un público entusiasta en grandes arenas y estadios.

Pero como en todo gran sueño, llega el punto en donde se bajan las revoluciones para darle paso a un impactante despertar. En “Stepson” la suave melodía entrega la sensación de estar flotando entre ecos, para finalmente caer en los teclados de Edwin Congreave, que en la canción “Moon” acompaña una de las letras más poéticas del disco; y con la que dan cierre a este vertiginoso viaje sonoro que representa escuchar en orden este trabajo discográfico.

Con Holy Fire el sonido Foals dio un golpe certero en lo que estaba pasando con el rock alternativo a inicios de la década del 2010. El disco le entregó a la banda su segunda nominación al Mercury Prize y además llevó su sonido a lugar lleno de posibilidades para explorar en vivo, una oportunidad que los principales escenarios del mundo no dudaron ni un segundo en incluir en sus experiencias y carteles.

Fue así como en el 2013 la agrupación salió de sus acostumbradas locaciones para pasar a llenar una fecha inolvidable en el icónico Royal Albert Hall, a pisar por segunda vez los escenarios del Festival Coachella, a conquistar de manera definitiva el escenario de Glastonbury y a embarcarse en una verdadera gira mundial que incluso los trajo por primera vez a Colombia como parte del Festival Estéreo Picnic en la edición de ese año.

Lo que hacía Foals sobre estos grandes escenarios fue quedando registrado en las redes sociales como uno de esos momentos que cualquier amante del indie rock debería vivir al menos una vez en su vida. La fuerza que esta banda desborda en el escenario, el retumbar de los parlantes con su batería, el inevitable ritmo que llevan con sus guitarras y la sensación de que no hay espacio suficiente que contenga el poder de sus gritos, es lo que representa este disco.

Ese “fuego sagrado” iluminó el camino de la banda para tener incluso cuatro discos después, una carrera igual de potente y sólida, que hoy en día los posiciona como uno de los headliners más esperados de cualquier cartel. Pero además sigue siendo esa primera llama, la que sus más fieles seguidores vuelven a encender en cada show en vivo para crecer con ellos.