Blur celebra los 30 años del álbum Parklife

'Parklife' de Blur, el álbum que no envejece

Blur, con su álbum Parklife, unió el pasado y el presente de mediados de los 90 y produjo un disco que definió una época, el fin de siglo en formato sonoro. El 25 de abril llega a sus 30 años y para conmemorarlo la agrupación publicará una edición de aniversario en vinilo.
Viernes, 19 Abril, 2024 - 03:21

Por: Adriana Diaz Alfaro

Por un momento imagínese en la plenitud de los años noventa. En Colombia, estamos re-acostumbrándonos a los horarios habituales y al retorno de la energía sin apagones masivos por todo el territorio nacional tras recuperarnos de la crisis energética del 92 y el 93.

La radio era la gran aliada para colombianos de todas las edades que encontraban en ella el humor, la música, noticias y todo tipo de contenido inmediato. Las cadenas internacionales televisivas apenas estaban arribando a nuestro país gracias a las antenas parabólicas, pero eran de muy poco acceso (por no decir nulo) para el populacho nacional. Así que los baby boomers, la generación x y los millenials alimentábamos nuestro cerebro con altas dosis musicales de todo tipo.

No recuerdo el momento exacto en que escuché a Blur por primera vez, pero sí recuerdo la emoción que causó. Siendo apenas una preadolescente, absorbía todo lo que consumían no solo mis padres, sino mi hermana –adolescente en aquella época- y mi primo universitario que vivía en nuestra casa. Gracias a él, los sonidos se expandían más allá de este afrocaribe que predomina en la región Caribe.   

Apenas un año antes, en el 93, se había publicado Modern Life Is Rubbish, estableciendo a Blur como uno de los grandes herederos del pop británico en los noventa. Pero en Colombia, al menos a la clase media en las regiones cuyo género por excelencia no resulta ser el rock, nos llegaban aquellos sonidos algo atrasados. Por eso, cuando se publicó Parklife y tuvo tal recepción en el mundo, a nuestro hogar llegaba en formato cassette un año después. 

 

A lo que vinimos: Parklife

Parklife recorre toda la historia del Britpop posterior a la invasión británica a lo largo de 16 canciones, tocando la psicodelia, el synth pop, el disco, el punk y el music hall. Damon Albarn pretendía que estas canciones formaran un bosquejo de la vida británica a mediados de los 90, y es sorprendente lo cerca que estuvo de su objetivo. “Girls & Boys” y “Parklife” no solo se convirtieron en himnos en el Reino Unido, sino que también inauguraron una nueva era del pop británico, donde los jóvenes del país del norte celebraron su país y sus tradiciones.

Atravesando el océano, en toda la América, de norte a sur, Blur llegaba como una nueva turbulencia sonora que sacudía las tradiciones y aunque no representara, con su lírica, la realidad de este continente, la frescura de su sonido, la innovación de sus letras y el atractivo desenfadado de sus integrantes, confirmaba al ícono musical en que se convertiría durante los siguientes años.   

La variedad de estilos y el juego contrastante de estados de ánimo determinaron la esencia de Parklife. El grupo por primera vez se sintió libre de grabar sin prejuicios ni ideas erróneas sobre su propio talento y se notó: Garage rock (Bank Holyday), vals (The Debt Collector), pop sintetizado (Girls & Boys) y pseudo psicodelia (Clover Over Dover). 

No solo su música fue interpretada con precisión, con efectos de sonido y brillantes líneas de guitarra que aparecen en todo el disco, sino que las melodías se entrelazaron elegantemente con los acordes, como en el elegante y desgarrador “Badhead”

Sorprendentemente, Albarn a pesar de su ingenio frío y aparente desinterés juvenil, demuestra la compasión que le da a las canciones de este álbum –todas compuestas por él, salvo "Far Out" escrita por el bajista de la banda Alex James-  tres dimensiones, como en la cargada de fatalismo “End of a Century”, o en el melancólico tributo a los Walker Brothers “To the End” que cuenta con la participación en las voces de Lætitia Sadier y el cierre majestuoso de “This Is a Low”

Parklife vio la luz el 25 de abril de 1994 y la aclamación fue instantánea y unánime. Sus seguidores lo elevaron a los altares –merecidamente- y sirvió además como arma resolutiva contra sus detractores de la crítica especializada. A pesar de ser una alegoría a la tradición, Parklife es un disco completamente moderno que aterriza como un bálsamo rebelde hasta esta generación dosmilera saturada de todo tipo de sonidos.  

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El recurso visual del videoclip noventero

Con toda una legión de fanáticos y fanáticas que seguían fieles a la sátira de la vida británica, Blur con este, su tercer álbum de estudio, continuaba con la tendencia noventera que se convertía el culto a los videoclips. Pues si no se llegaba la música a través de las estaciones radiales, MTV nos disparaba dosis intensivas de videoclips después de cada jornada escolar, no importaba el lugar del mundo desde donde llegara, solíamos hacerlas nuestras.

Bien podía ser a través del aprendizaje de la lengua anglosajona o del disfrute del espectáculo de efectos visuales –ahora de antaño- e historias narradas en universos desconocidos. No fue sino hasta unas vacaciones en casa de mis primas en Cartagena (que ya tenían parabólica), que vería el video de "Girls & Boys", primer sencillo del álbum de 1994 de Parklife.

En "Girls & Boys", video dirigido por Kevin Godley, se nos presenta a Blur interpretando la canción contra una pantalla azul como telón de fondo de imágenes documentales de personas en el Club 18-30. Se toman como imagen de primer primerísimo plano a los integrantes de la banda y en el fondo juventudes veraniegas alocadas, en concordancia con la letra creada durante un verano de Albarn en la costa española. Godley calificó el video como una "basura", mientras que el grupo lo encontró "perfecto".

La portada del sencillo fue tomada de un paquete de condones Durex, según reseña Martin Power en su libro, The life of Blur.

Por su parte, el video musical de la canción "Parklife", dirigido por Pedro Romhanyi, fue filmado junto al pub The Pilot en la Península de Greenwich, localidad del sudeste de Londres. En él se presenta a Phil Daniels como un vendedor con Albarn como su asistente. Los otros miembros de la banda aparecen como personajes varios de la canción, incluidos Dave Rowntree y Alex James como pareja, con este último vestido como drag.

En un momento, Albarn se impresiona al ver a un hombre -Graham Coxon- llevando una pancarta que dice Modern Life Is Rubbish, título del álbum anterior de la agrupación y en el reverso está escrito "End of a Century", el título de su siguiente sencillo de Parklife.

El video de "To the End" fue dirigido por David Mold y filmado en Praga en 1994. De acuerdo con el uso del francés en la canción, el video es una imitación de la película clásica de la nueva ola francesa "El año pasado en Marienbad" (1961). El video de cuatro minutos imita el estilo, cinematografía y edición de la película y reproduce numerosas escenas de la misma. En él aparecen subtítulos relacionados con el argumento de la película y la banda toma el lugar de sus personajes: Damon Albarn interpreta a "X" y Graham Coxon es "M", ambos involucrados en un triángulo amoroso con una misteriosa mujer. El video fue lanzado en las ediciones VHS y DVD de Blur: The Best of. 

Finalmente, “End of a century” es un video que no es más que una actuación en vivo grabada en Alexandra Palace. Al igual que con su video posterior a "Tender", utiliza la pista de audio de la actuación en vivo, en lugar de sobregrabar el audio de la toma de estudio.  

El contexto nacional

Casi treinta años después, la banda visitó el pasado mes de noviembre nuestro país. Los asistentes, casi todos treintañeros y cuarentones –o mayores-, disfrutamos cada canción del cuarteto conformado por Damon Albarn en las voces y sintetizadores, Graham Coxon en la guitarra eléctrica, Alex James en el bajo y Dave Rowntree en la batería, en un escenario en el que, en los noventas, no nos imaginamos ver a bandas representantes del britpop tocando en nuestro país. 

Por eso, quizás, aquella noche del 21 de noviembre del año pasado, nos anticipamos a la celebración de los 30 años del Parklife, elevando nuestras adolescencias extintas y aprovechando la experiencia de los años como un estímulo para añorar la libertad de aquellos días, en los que escuchábamos en walkmans (después discmans) o en enormes grabadoras, los éxitos que solo tenían en común con nosotros, colombianos, la rebeldía de la juventud.