Olivia Rodrigo y Robert Smith, de The Cure, juntos en Glastonbury
El escenario Pyramid del festival Glastonbury fue testigo de una de las colaboraciones más sorprendentes y emotivas de su edición más reciente, Olivia Rodrigo, una de las voces más destacadas del pop actual, invitó a Robert Smith, legendario líder de The Cure, a compartir escenario el pasado domingo por la noche.
Juntos interpretaron dos clásicos de la banda británica: "Friday I'm in Love" y "Just Like Heaven", generando una ovación unánime del público.
Lo que sucedió sobre el escenario fue mucho más que una colaboración especial. Fue un puente sonoro y emocional entre dos generaciones y estilos musicales: el pop confesional y fresco de Olivia con el legado oscuro, melódico y profundamente influyente de The Cure.
“Es quizás el mejor compositor de Inglaterra. Es una leyenda de Glastonbury y un ídolo para mí”, exclamó la artista estadounidense antes de presentar a Smith, que apareció con su guitarra en mano entre luces tenues y aplausos efusivos.
Olivia Rodrigo brings out the Cure’s Robert Smith at #Glastonbury2025. pic.twitter.com/2aG4L5uNUI
— Variety (@Variety) June 29, 2025
La conexión entre ambos artistas fue palpable y se extendió a todo el público, que coreó cada palabra con entusiasmo. La joven estrella no ha ocultado su admiración por artistas clásicos: hace apenas unas semanas, en su show en Dublín, rindió homenaje a Fontaines D.C. con una versión de "I Love You".
“Últimamente estoy obsesionada con Fontaines DC. He estado tocando esta canción sola en mi habitación por diversión”, comentó aquella vez.
Este encuentro en Glastonbury hizo que la artista reafirmara su lugar como una figura clave del pop contemporáneo, y así destacara su sensibilidad musical y respeto por la historia del rock alternativo.
Al compartir escenario con una leyenda como Robert Smith, Rodrigo no solo rindió homenaje a una de sus influencias, sino que ofreció un momento inolvidable que simboliza cómo la música puede conectar generaciones y estilos sin perder autenticidad.
Glastonbury, una vez más, se consolidó como ese espacio donde lo inesperado se convierte en historia.