Tame Impala regresa con 'Deadbeat', un álbum que expande los límites de su sonido
Tame Impala presentó su nuevo álbum Deadbeat, que llega luego de cinco años de silencio tras The Slow Rush (2020). El proyecto de Kevin Parker regresa con un LP luminoso y visceral que mantiene su identidad psicodélica y electrónica, pero la lleva hacia un terreno más groove, bailable y emocional.
La antesala del disco comenzó el 25 de julio con End of Summer, una canción que encendió la expectativa del público de Tame Impala con el uso de sintetizadores ácidos, un ritmo contagioso y una producción que parece pensada para abrazar la pista sin perder profundidad. “Siempre me gusta sacudir las expectativas”, dijo Parker en su entrevista con Apple Music. En End of Summer lo concretó, abriendo así un nuevo ciclo para su sonido.
El segundo corte, Loser, llegó el 3 de septiembre con un mensaje más íntimo. El videoclip, dirigido por Sam Kristofski, tiene como protagonista al actor Joe Keery —reconocido por su participación en Stranger Things— y retrata esa sensación de búsqueda constante que atraviesa gran parte del disco. La canción, entre la melancolía y el ritmo, condensa la idea central del álbum: aprender a vivir con la duda, el cansancio y el propósito de empezar de nuevo.
Pocos días después, el 26 de septiembre, apareció Drácula, un tema oscuro y envolvente que combina bajos profundos con un toque gótico pero playero. “Empezó como algo muy crudo, casi sin capas, y terminó expandiéndose hasta volverse pop”, contó Parker. La canción se convirtió en una de las más comentadas del disco al ser una especie de puente entre lo introspectivo y lo hipnótico.
Deadbeat, lanzado el 17 de octubre, confirma que Tame Impala mantiene la exploración sonora. Grabado entre 2023 y 2025 en su estudio de Fremantle, Australia, el álbum suena como un viaje hacia la vulnerabilidad y la madurez emocional. Parker lo describió como “el reflejo de un momento en que me sentía un desastre humano, pero también libre”. Y probablemente sea en esas contradicciones en donde radique su fuerza: un disco que va del agotamiento a la euforia, de la derrota a la reconstrucción.
En entrevista con el medio estadounidense Pitchfork, Parker explicó que el álbum también es un tributo a la cultura rave del oeste de Australia. Conocida como bush doof, esta escena underground mezcla techno, trance y espíritu comunitario en fiestas al aire libre. En Deadbeat, esa energía colectiva se siente en los sintetizadores, los bajos pulsantes y las atmósferas expansivas que invitan tanto a la contemplación como al baile.
Como parte del lanzamiento, Tame Impala presentó una versión especial en el Tiny Desk Concert de NPR, donde Kevin Parker reinterpretó varias canciones del disco en un formato íntimo y minimalista. Acompañado por su banda, ofreció versiones de Loser y Drácula junto a clásicos como Borderline y New Person, Same Old Mistakes.
El regreso de Tame Impala suena a reinvención. Deadbeat no busca repetir fórmulas, sino reconciliar a Kevin Parker con la creación, el baile y los cambios. Un disco hecho que proyecta la misma energía con la que empezó todo, conectando a su audiencia con la exploración de nuevos paisajes sonoros.