Guía rápida para la fiesta segura en tiempos de pandemia
Cuerpos sudorosos que se rozan entre sí mientras bailan a ritmo de la música, bocas y narices que inhalan y exhalan un aire común mientras se acercan, vasos de trago y pipas compartidas que rotan de persona a persona . Estas son algunas de las imágenes comunes presentes en las reuniones y fiestas que, poco a poco, han comenzado a ocurrir en todo el mundo a pesar de las restricciones de bioseguridad que impulsan medidas como el aislamiento social, para prevenir el esparcimiento del Covid-19.
Y es apenas normal: ante el difícil panorama pandémico, en el que la salud mental se ha visto afectada por las condiciones actuales del encierro, el teletrabajo, la angustia e incertidumbre, querer salir a encontrarse con otros para buscar calidez humana es entendible.
De hecho un reportaje del New York Times que ahonda justamente en las necesidades psicológicas que tenemos los seres humanos y que se han visto truncadas con la pandemia, explica justamente esto. Con el tiempo, dice el texto, la falta de contacto físico puede ocasionar una privación del tacto, lo cual a su vez puede generar problemas de salud como ansiedad y depresión. Así explicó a este medio Tiffany Field, directora del Instituto de Investigación del Tacto de la Universidad de Miami y doctora en psicología del desarrollo.
Teniendo en cuenta este panorama y esa sensación de querer salir a desfogar esas sensaciones horribles de la pandemia, mientras cuidamos nuestra salud, quisimos indagar en qué consiste crear espacios seguros de fiesta. Esto, además, teniendo en cuenta que el aumento de fiestas ilegales en el país está relacionado con el incremento de casos de contagio y que por ende, debería ser considerado como un tema de salud pública. Y también porque en Bogotá, ya se anunció un piloto para la apertura de discotecas, conciertos y partidos de fútbol, con un aforo del 50%.
Para esto conversamos con Vannesa Morris, socióloga y coordinadora de proyecto de Échele Cabeza, una iniciativa dirigida a mayores de 18 años consumidores de sustancias psicoactivas, que se enfoca en lo que ellos llaman “la gestión de riesgos y placeres” a través de la promoción de información basada en evidencia y exenta de moralismos.
Morris dice que preocupados por el aumento de fiestas ilegales y sobre todo porque en muchas de ellas no existen condiciones seguras para sus asistentes, comenzaron a hablar sobre la importancia de exigir cuidado y responsabilidad en estos escenarios. Con este mismo argumento también hicieron un llamado “a los promotores y asistentes para tener en cuenta que el “secret location” no debe implicar condiciones inseguras y no puede seguir amparando la irresponsabilidad de los promotores y la calidad de los eventos”.
Pero las condiciones óptimas para la fiesta van más allá del tapabocas y el antibacterial, señala Morris. Menciona que el acceso agua potable en los lavamanos, la atención en primeros auxilios, la presencia de paramédicos, espacios ventilados, zonas de recuperación, es clave para que un espacio sea seguro. Además, menciona otras variables como la venta de agua y comida a precios razonables, espacios seguros para las mujeres, dispensación responsable de alcohol y análisis de sustancias.
La experta señala que es responsabilidad de los promotores que estas condiciones mínimas se den, pero dice que también es importante que los usuarios las puedan exigir. “Considero que en este momento lo más importante, aparte de estas medidas, es promover estrategias de reducción de riesgos y daños como Échele Cabeza que ayudan a minimizar los riesgos asociados a la ansiedad, la euforia y las nuevas sustancias que han aparecido con la pandemia”.
De acuerdo al Ministerio de Justicia y al Observatorio de Drogas en Colombia, el año pasado, en plena pandemia, se detectaron seis nuevas sustancias psicoactivas circulando en el país que no son controladas por la Convención Única sobre Estupefacientes. Sus efectos completos en la salud se desconocen porque han sido poco estudiadas y quien las consume enfrenta una incertidumbre sobre la dosis y composición. Es por esto que alrededor del mundo este tipo de sustancias están asociadas a muertes y sobredosis, explicaron ambas entidades.
Y el problema de estas nuevas sustancias es que se suma a una actitud de querer “acabar con todo”, explica Morris. Tras un periodo largo de aislamiento, hay una especie de “estallido de la fiesta”, dice.
Por este motivo, dice, “desde que inició la pandemia hemos sido muy insistentes en los protocolos de bioseguridad y en no compartir elementos de consumo como pipas, bongs, vasos de licor y tampoco sustancias psicoactivas”.
La vacunación también es un elemento importantísimo para el regreso a la fiesta, puntualiza Morris. Y agrega que desde esta organización se recomienda no excederse en consumo previo a la vacunación ni posterior a ella. “Recomendamos abstenerse de consumir días antes y después de la vacuna. Hay cosas que no necesitan evidencia científica, sino sentido común”, agrega.
También explica que otros cuidados básicos que van más allá de lo epidemiológico tienen que ver con tomar agua y comer antes de tomar, no combinar tragos, no mezclar sustancias y dormir bien después para recuperarse.
Sobre el piloto de reapertura de discotecas y estadios que se va a dar en Bogotá, Morris insiste que más allá de usar gel y tapabocas, es clave que se implementen acciones de consumo responsable y se haga pedagogía para minimizar el impacto de la ansiedad y el consumo de sustancias.
“Los análisis de sustancias deben ser fundamentales en los festivales y fiestas, tanto legales como clandestinas. Estamos atravesando una oleada de sustancias adulteradas y suplantadas que generan muchos riesgos para la salud de las personas. Además, hemos recibido en las últimas semanas varios casos de intoxicaciones y sobredosis por el consumo de pastillas de supuesto éxtasis que no lo eran. Algunas personas han estado en coma por esta situación y esto nos preocupa bastante. Los análisis de sustancias en este tipo de eventos salvan vidas y previenen las intoxicaciones”, advierte Morris.
Y con esto pone en evidencia que la fiesta, sin llenarla de moralismos, es un espacio que como sociedad debemos pensarnos. No solo para que los promotores y autoridades tomen medidas al respecto, sino que para que como individuos tomemos decisiones informadas y a consciencia sobre ella. ¡Y sobre todo, para que podamos disfrutarla!