La teoría queer desde el arte de María Montoya
“Eran queer el tramposo, el ladrón, el borracho, la oveja negra y la manzana podrida pero también todo aquel que por su peculiaridad o por su extrañeza no pudiera ser inmediatamente reconocido como hombre o mujer”, explica en su ensayo titulado ‘Queer: historia de una palabra’, la filósofa española Beatriz Preciado para referirse a la evolución del término desde el siglo XVIII hasta los años ochenta, cuando diferentes grupos decidieron apropiarse de la palabra para autodenominarse y convertirla en una de acción política.
El término y la teoría queer hablan entonces de todas las personas que retan a las normativas de género y se rehúsan a sentirse cómodas por su orientación sexual o identidad de género; y aunque el tema da para ensayos, críticas y análisis, hablamos con una estudiante que explica todo lo que gira alrededor del término desde un plano kitsch.
María Montoya tiene 23 años, es estudiante de artes visuales de la Universidad Javeriana y está consciente que el reto más grande ha sido asumirse libremente queer: “Cuando te sales de la norma, todo el mundo va a querer volverte en la norma”, explica, mientras de fondo está la exposición que presenta como tesis: Ivaginarium.
Se trata de un libro -acompañado de una muestra- compuesto por siete capítulos que representan los colores del arco iris. “Hay una lista de anotaciones por cada color sobre las ofensas que recibí desde que estaba en el colegio. Hay anotaciones desde lo cotidiano, pero también hay referencias de cine, de televisión, de música; hay un diccionario queer donde defino términos según mi contexto y todo está acompañado por fotografías”, explica.
Asistimos a su muestra para hablar con ella.
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