Alejandro Rodríguez

El taxi del rock, el taxi de Alejandro Rodríguez

Los clásicos del rock y una buena atención, claves para el día a día de Alejandro Rodríguez.
Jueves, 16 Julio, 2020 - 08:00

Por: Esteban Zapata Calderón

Apasionado por la buena atención y los clásicos del rock, así se define Alejandro Rodríguez, quien durante 13 años se ha dedicado a prestar sus servicios como taxista en la capital del Valle del Cauca.

A su profesión llegó por casualidad y se quedó por vocación, pues su don de gente y su amor por el rock lo convirtieron en uno de los más destacados de su gremio, sigue confiando que Aerosmith, Queen y Bowie son de las mejores compañías para muchos de sus usuarios. 

Vive en el barrio Chiminangos, al norte de Cali, donde el caluroso sonido ambiente tropical suele estar marcado por clásicos de Niche o Roberto Roena, lo más destacado de la salsa, pero, en su “amarillo” suena, según petición del pasajero, "Stairway to Heaven", "Smoke on the wáter", "Heaven from hell" entre muchos otros.  


Un accidente lo volvió taxista

Llegó a la profesión de taxista por un accidente de tránsito que sufrió cuando tenía 31 años. Desempleado y en plena recuperación, las deudas lo acosaban y no lo dejaban dormir.

En medio de esa incertidumbre, un amigo lo recomendó con el dueño de un taxi, y el carisma de Alejandro fue suficiente para que el propietario le soltara el “Tico” o “cajita de fósforos”, como son llamados los taxis pequeños. 

Durante dos años, cuenta él, estuvo manejando ese carro y no tuvo problema alguno, es más, la gente lo buscaba para que los transportara, incluso hasta lo esperaban para subirse al taxi del rock, como solía llamar a aquel “amarillito” con placas VCX-898.

En aquella época Alejandro Rodríguez era de canciones pesadas, pero ahora, se identifica más con el rock indie y el new age. Aunque siempre se sentía bien sintonizado, tenía la cortesía de preguntarle a sus pasajeros si deseaban escuchar algo en particular, claro está, que su buen gusto musical y la "buena energía" para coincidir con amantes del buen rock, hacía que pasaran varios trayectos sin cambiar la emisora o la lista de reproducción. 

Dice, con aire en el pecho y una gran sonrisa, que sus pasajeros siempre reconocieron su buen gusto para escoger música y que pasaron un rato muy agradable gracias a la buena vibra que se respiraba a bordo de su vehículo. Ese era el sello que lo caracterizaba: buena música y excelente atención.


“Le tengo todo menos reggaetón”

 “El cliente siempre tiene la razón”, es también clave en el servicio de transporte de pasajeros, cuenta Alejandro, por eso dice que no importa cuán sintonizado esté con una canción, si el cliente quiere otra cosa, se le tiene otra música, excepto reggaetón. 

Con el paso del tiempo, ‘Alejo’, como le dicen sus amigos, se animó a trabajar de noche, y el rock fue clave para mantener los cinco sentidos activados en las frenéticas noches caleñas, pero, un hecho ocurrido hace siete años en un día lluvioso lo obligó a cambiar de turno: “Eso fue un lunes en la madrugada, estaba cayendo un diluvio y en la Calle 1N con 44 había unos muchachos que me pidieron el favor que los llevara. Yo no quería, tenía un mal presentimiento, sin embargo, no le hice caso a mi intuición y los llevé porque necesitaba completar la entrega. Recuerdo que pidieron una emisora de reggaetón y que los llevara para la Avenida Ciudad de Cali, cuando llegamos allá me dijeron que entrara hasta el barrio Petecuy. Les dije que yo no iba para allá, entonces el que iba atrás mío me agarró por el cuello, el otro sacó un cuchillo muy grande, y justo cuando me iba a apuñalar, el tercer joven se metió y me dijo que no me fuera hacer matar. Yo les dije que no me hicieran nada y les entregué el dinero".

Salieron corriendo, cuenta, “y yo aceleré, como no me había reportado en la central empezaron a buscarme. Unos compañeros me vieron y me auxiliaron. Les conté lo que había pasado y fui a entregar el carro al dueño. En el trayecto caí en cuenta que esa música seguía sonando y reviví todo de nuevo, me dio mucha rabia. Por eso siempre le digo a mis clientes: Les pongo de todo, menos reggaetón”.

 


Trabajar en tiempos de pandemia, una carga emocional

La pandemia del nuevo coronavirus ha marcado un antes y un después en la vida de Alejandro. Salir a trabajar bajo las actuales condiciones genera, como dice él mismo, toda una carga emocional; es consciente de los riesgos de contagio que corre y del peligro al que expone a su familia, sin embargo está dispuesto a seguir adelante prestando su servicio con todos los cuidados posibles. Y con relación a la música, se le ilumina la cara pensando en Andrés David Rodríguez, su hijo mayor, un joven de 26 años, vocalista y líder de una banda de rock llamada Majesty Bone, con la que ha interpretado “Toxic”, canción que pone a rockear a su papá.