FEP 2022

Estéreo Picnic 2022, el regreso a la vida

Tres días de un ritual colectivo de unión, libertad y reencuentro se cerraron con fuerza.
Lunes, 28 Marzo, 2022 - 11:06

Por: María Claudia Dávila

No hay una sola forma de vivir la alegría, el luto, la emoción de volver a ver a otros y sentir la música con todo el cuerpo. Lágrimas, gritos, baile, silencio: cada quien lo vive distinto y en esta edición del Estéreo Picnic, atravesada por la ambivalencia de estar vivos y sentir a la vez euforia y a la vez tristeza, a la vez cansancio, frío y dolor en los pies y las ganas de darlo todo en la pista, lo pudimos experimentar desde el comienzo. Tres días llenos de emoción nos recordaron que la vida, por más cliché que suene y como lo vaticinó en parte el festival con esas grandes letras postradas al frente del escenario de Adidas, solo se vive aquí y ahora y es mejor si es en colectivo. 

El primer día del festival tuvo un comienzo complejo y fue como un trago amargo y difícil de pasar y digerir cuando se anunció la muerte del baterista de Foo Fighters, Taylor Hawkins en un hotel de Bogotá y el segundo día, bastante opuesto, pero que bien pudo cohabitar —y en parte exorcizar— esa energía pesada de la muerte y la tragedia, se vivió con la fiesta y el derroche de energía como las protagonistas.  

Luego, en el tercer y último día, una fuerza más contenida, quizá más moderada fue la constante, pero en general, lo más poderoso de todo el festival fue volver, reencontrarnos, acompañarnos en un abrazo común que nos recordó que aunque hayamos estado lejos por una pandemia que aplazó la música, el parche, la alegría de estar ahí, unos para otros, a pesar de todo y con todo, siempre está —y ha estado— a nuestro alcance el poder del reencuentro con otros. Y este siempre será medicina: un motivo de celebración, baile, agradecimiento. 

Tan catártico fue el encuentro, ese regreso al aire libre, a caminar kilómetros, a recordar el poder de la manada, del colectivo, a sentirnos a través de la música que no llovió en ningún momento. Fue la primera vez en el festival en el que el agua no cayó sobre los escenarios, ni inundó los zapatos, ni hizo que los ponchos y las chaquetas abullonadas fueran las únicas presentes en las pintas de la gente, sino que las ombligueras, faldas, medias de malla y las telas livianas también estuvieran presentes serpenteando con el viento de la sabana. Ver y sobre todo sentir el sol sobre la piel también nos permitió, aunque a veces se nublara por momentos el cielo, experimentar afuera ese calor tan palpable dentro. 

 

 

Así, en un gran ritual colectivo de cierre estuvo presente la voz de Paula Pera y el fin de los Tiempos, con una atmósfera setentera y nostálgica y la energía estridente de W.Y.K, mientras relucía el poder vertiginoso de Babelgam. También Los Cotopla Boyz hicieron saltar y bailar a todos con ritmos latinoamericanos y mucha psicodelia, mientras que Bruses hizo un homenaje a Hawkins con un minuto de silencio. 

Mientras tanto, en el escenario principal abrió Juan Pablo Vega, quien a ritmo de reggae, nos sorprendió por ejemplo con un homenaje a Ismael Rivera, cantando  "Las Tumbas". A las propuestas nacionales se sumaron Margarita Siempre Viva, Maria Mestiza, Nina Naranjo y Miss Champús, demostrándonos, como en todo el festival, que no tenemos nada que envidiarle a las bandas y artistas extranjeros y por el contrario, como lo evidenció Miss Champús, el calor de los sonidos colombianos es algo que siempre nos devuelve a las raíces. 

Por su parte, con sus propuestas feministas y que desafían el género, Ashnikko, Pablo Vittar y LP también hicieron vibrar con fuerza a los asistentes, poniendo presente esa premisa que vendió el festival desde el comienzo: el mundo es distinto porque es diverso. Así, por ejemplo, entre sollozos y una voz capaz de susurrar y a la vez alcanzar las notas más altas con emotividad LP le regaló al público una presentación impecable, llena de sensibilidad. 

A los artistas internacionales se sumaron Adi, Avalon Emerson, A$ASP Rocky, Hypomania, Machine Gun Kelly, The Hacker, WOS, Doja Cat , Two Feet y Turnstile con un estallido voraz de sonido y hardcore, Nina Kravitz con un viaje emocional lleno de sonidos electrónicos y El Mató a Un Policía Motorizado que llenó el Escenario de Páramo Presenta a ritmo de punk y rock. 

Y quizá una de las presentaciones más esperadas del público fue la de The Strokes que cerró con una presentación impecable, en el que hubo incluso una versión en reggaetón de “Reptila”, con autotune en la voz y un homenaje muy sentido al legado de Hawkins que hizo llenar a las personas de lágrimas, tal vez no solo por la desafortunada noticia de su muerte, sino porque nos recordó, tal como lo ha hecho la pandemia estos dos años, que la vida es tan frágil que podría compararse a un parpadeo. 

En definitiva, fue un cierre que nos ayudó a reiterar la magia del encuentro, la música y el aire como medicina, refugio, abrazo. Y que las emociones, las ganas de gritar, de llorar y de volver a sentir que estamos juntos en esto son fundamentales para sentirnos no sólo sobreviviendo al caos, sino alentándonos a experimentar la vida con alegría, gozo y baile.