Vasoline: combustible para el rock nacional

Exploramos en el ADN de un naciente grupo que conjuga la teatralidad, la alegría y los riffs del rock de los 80 con la fuerza de los años 90.
Jueves, 6 Agosto, 2020 - 01:03

Por: Santiago Arango

Vasoline es un proyecto liderado por Jorge Marinbe (voz) y Jimi Meza (guitarra), quienes hace más de 20 años han integrado respectivamente bandas como Bedlam, Soul y La Caimanera, Black Hendrix y Urim. En 2019, luego de cavilar zambullidos sobre las raíces del rock and roll que los influenciaron y marcaron, decidieron hacer una banda que apuesta por un sonido que les enciende el alma: el hard rock. Los acompañan en la nómina Fun (bajo) y Almavieja (batería).

Este cuarteto ha querido regresar a los riffs estilizados de guitarra que aprendieron escuchando grupos como Boston, Mr. Big y Van Halen, conjugando ese sonido con el ruido noventero y a veces lacerante de Bush, Stone Temple Pilots y Soundgarden. El resultado, un nuevo proyecto de Medellín que canta a la fiesta, a la amistad y sobre todo, al amor. De ahí viene el título de su álbum debut lanzado en abril de 2020, Rockers Of Love, placa de diez canciones con títulos como "Poison Honey", "Love Is My Gasoline" y "Stay The Night". 

En Radiónica conversamos con su guitarrista.

¿Cuál es la historia detrás de este proyecto?,  ¿qué los motivó a crear una nueva banda de rock en Medellín?

La historia de Vasoline y su música tiene detrás un deseo de hacer rock sin pensar qué lo hace vender, qué es lo que pega, qué está mandando la parada, así que nace de una pregunta: ¿cuál es la banda que realmente soñamos? Y oíamos en las cabezas a Guns N’ Roses, Stone Temple Pilots, Mr. Big, David Lee Roth. Y entonces concluíamos: “Queremos esa banda, queremos hacerlo con el sueño por encima de lo que dicta la industria”. Mejor dicho, queríamos hacer la banda que soñabamos nosotros, pero también, con la expectativa de darle a la gente un concierto donde se encuentren con la energía,  el espíritu y  la teatralidad del rock. En síntesis, es un sueño adolescente, madurado para mostrárselo a la gente.

Se nota la pasión del rock llamando desde adentro. ¿Por qué elegir el hard rock como columna vertebral? 

Escogimos el hard rock como eje, primero, por la energía. Queríamos una banda como las que nos inspiraron en los 80, en los 90, hasta en  los 70, que irradiaban ese espíritu de guitarras estridentes,  de show man, de un performance enérgico, los punteos (que en teoría cada vez son más pasados de moda). Buscamos recuperar y sostener el alma de las bandas que nos enamoraron cuando éramos más jóvenes; consideramos que es válido porque ahora la diversidad nos permite hacer muchas cosas. Por eso, decidimos  retomar esos clichés -por así decirlo- y transformarlos en una idea propia pero tratando de materializar el sueño. Esta banda nos la imaginábamos así: rockera, con baladas, punteos, coros y cantando con energía. 

Hay una reflexión que hace el investigador Simon Reynolds, quien subraya una tendencia en la música del siglo XXI y es el apego a lo retro, una era de la retromanía, no sólo en la música sino también los artefactos populares, en las indumentarias y demás. ¿Cómo Vasoline entiende ese concepto de retromanía y cómo a partir de ahí crea nuevos sonidos?

Lo que dice Reynolds sobre la retromanía es realidad, porque cuando uno está buscando nuevos sonidos, es inevitable no recurrir a las propias influencias. De alguna manera, como lo decía Homero en “La Ilíada”, retornar a ese vientre materno” en la mente. Pienso que algunos de nosotros, sobre todo los rockeros, vivimos mucho de la satisfacción de hacer las cosas que nos han influenciado por años, entonces no todo lo moderno nos pega. Ese espíritu retro se ha formado por el gusto de las cosas de antes, el sonido de las baterías con reverberación, los punteos… como que extrañamos eso, entonces para algunos de nosotros es tan necesario. En el fondo todo termina siendo una reinvención, ahora que estamos con esa palabra tan de moda, es mirar lo que hemos hecho y darle la vuelta a nuestro modo.

Hablemos ahora de esta primera placa discográfica, ¿a dónde quieren que los lleve este disco, cuál es el valor que tiene este álbum?

Un primer álbum de estudio es súper importante porque uno lo hace sin estar contaminado por los resultados. Es decir, es lo más autónomo, lo que más quiso hacer uno. Después surgirán algunas alteraciones por el mercado y por las reacciones de la gente, pero en este momento, nuestro primer disco traduce honestidad. Y en el caso de Vasoline, es volver a esas raíces rockeras tradicionales, a nuestra manera. Y segundo, líricamente queremos apostarle al amor, no queremos meternos en política, en religión, en temas controversiales. Queremos cantarle al amor a las parejas, a la vida, a la música y al rock and roll. Por eso el debut se llama “Rockers Of Love”, porque queremos ser los rockeros del amor, porque queremos ser inspiración, no queremos ser contestatarios, queremos aislarnos un poquito de ese mundo del rock de confrontación política. En el caso de nosotros, queremos que la gente tenga un refugio en los sentimientos.

¿Cuáles son los retos de la música independiente en épocas de cuarentena y la importancia del "hazlo tu mismo"? 

La cuarentena, aunque nos cogió fuera de base, en el caso de Vasoline fue más complejo porque teníamos planeado todo: el lanzamiento del disco, la promoción y nuestra actividad de conciertos. Así que la pandemia significó detenerse y entender qué es lo importante, qué le hace falta a uno y, sin duda, para los que somos independientes, aunque tenemos un reto económico muy duro, desde lo artístico y creativo posibilitó un espacio temporal que nunca volveremos a tener. Lo que sí nos tiene ansiosos es el deseo inmenso por dar conciertos, pero entendimos que podemos preparar cosas. Yo estoy trabajando en música nueva, pero definitivamente el contacto con la gente que es el secreto de la música y sobre todo del rock, nos tiene muy aporreados.

Esta época es para la crear,  analizar y planificar, pero una planificación distinta porque está llena de incertidumbre. No sabemos cuándo volverán los conciertos, ni cuándo se celebrará un festival, ni un evento con más de 20 personas. Y ahí todo se replantea, todo se pone en una mesa y todo está flojo, pero en el fondo, ahí está jugando la creatividad. 

Hablemos del rock and roll en el siglo XXI. La industria hace rato dijo que el rock ha muerto, aunque lo mismo dijeron de los libros, de la prensa y del cine. ¿Cuál es su opinión de esa presunta fatalidad sonora?

Decir que la industria determina que el rock ha muerto, ¡es medio raro!; porque la industria se puede entender por la moda, por lo que económicamente funciona, pero lo cierto es que la música como industria se sostiene de todos los géneros que la componen. Entonces el rock, mientras haya rockeros, mientras haya gente que le guste oírlo y hacerlo, será vital. Y la energía del rock, su rebeldía y esa capacidad de ver el mundo con ansias de libertad, siempre existirá. Creo que el rock nunca va a morir, como no va a morir ningún género, mientras esté el público que escuche con el alma dispuesta.