Travesia Travesti - Nicolás Videla

‘Travesía Travesti’, una mirada a la memoria, las contradicciones y la unión en clave de cabaret travesti

Hablamos con Nicolás Videla, director de este documental que abre la muestra del Ciclo Rosa 2022. 
Jueves, 2 Junio, 2022 - 01:14

Por: Juan Sebastián Barriga Ossa

El 18 de octubre de 2019 Chile vivió el primer día del Estallido Social, como se nombró a una serie de revueltas ciudadanas que derivaron en la redacción de una nueva constitución. Ese mismo día, también se realizó la última función de un cabaret político llamado Travesía Travesti, que se juntó entre el 2015 y el 2016, y que colapsó tras una serie de choques entre dos de sus protagonistas: Anastasia María Benavente y Maraca Bastarda.

Nicolás Videla, cineasta y artista del transformismo, formaba parte de del cabaret con su personaje Amnesia Letal, y en estaba comenzado a trabajar una película de ficción protagonizado por la chicas de Travesía Travesti, pero el conflicto, el drama y los choques entre Anastasia y Marca hicieron que esa idea no fuera realizable. Sin embargo esta no murió sino que se transformó en un documental que inaugurará el Ciclo Rosa de la Cinemateca de Bogotá

Esta es una película hecha durante la revuelta social y la pandemia que recopila mucho material de archivo travesti, que viene desde 1990 y que no solo retrata la crisis de un vínculo creativo y de amistad que sufren dos amigas sino que plantea varias reflexiones y debates entorno a las disidencias sexuales y cómo se organiza, trabajan y crear una memoria y unas luchas colectivas. 

Travesía Travesti es como un collage que da una mirada muy íntima, dolorosa y a la vez reflexiva de la vida, la obra y los conflictos de estas dos amigas. Creado a partir de retazos audiovisuales es una mirada combativa, provocadora y a veces desgarrada de las disidencias sexuales. 

Música, poesía, baile, BDSM, protagonizan esta película muy glamurosa y a ves humana que busca ir más allá del show, para invitarnos a pensar y cuestionar no solo las dinámicas represivas de una sociedad retrógrada y discriminadora, sino lo que pasa dentro de las mismas disidencias y cómo generar nuevos puentes, estrategias y formas de lucha.  

Antes de la primera proyección de Travesía Travesti en Bogotá hablamos con Nicolás acerca de esta producción, quien también presentará sus otros dos largometrajes durante el ciclo: Naomi Campbel (2013) y El diablo es magnifico (2016)

¿Cómo se gesta esta película?

Después de cada película terminó bien peleada con el cine. En ese proceso de hacer la película de ficción estalla la sociedad y la relación entre estas amigas, y esa película se volvió inviable y por la urgencia de hacer algo se empieza transformar ese proyecto en un documental que se construye en época de pandemia, y se hizo en base al reciclaje de materiales de archivos históricos, del cabaret, del estallido social. También se hizo mucho material de investigación durante el transcurso de esta escritura de ficción, que era material hecho sin ninguna pretensión estilística y finalmente todo eso terminan trenzandose en el montaje de la película. 

¿Entonces fue el producto de una serie de coincidencias afortunadas?

No sé si afortunadas la verdad, porque fue un proceso bastante complejo, por la dificultades de trabajar juntas de Anastasia y Maraca, y esa es parte de las reflexiones que deja la película. Esta pregunta de cómo colectivizarnos, de cómo trabajar, cómo hacer arte entre amigues, entre familia. A mí me gusta trabajar con personas que quiero, con las que siento confianza, con las que nos entendemos pero al mismo tiempo se complejiza muchísimo esas relaciones amorosas, personales. Esa era una de las grandes cuestiones de esta película, que de alguna manera planteo a través de los que pasó en el cabaret Travesía Travesti. 

En un punto de la película se habla de una gran cicatriz que tiene la comunidad travesti. Ahora que hay una nueva constitución ¿esas cicatrices están comenzando a sanar?

La verdad es que la disidencia sexual, y específicamente la población trans y travesti, tiene una cicatriz histórica que el fondo no se puede reparar. Tampoco se puede borrar con un láser tecnológico, hay heridas culturales, simbólicas que arrastran nuestras cuerpas, y es una cicatriz que también se ve reflejada en la manera en que establecemos nuestro trabajo. De alguna manera el neoliberalismo, el capitalismo y este sistema termina permeando nuestras propias lógicas de organización, de creación que es un poco la autocrítica que hacemos, como en qué medida nos hemos dejado permear por estas lógicas. 

Y en el fondo lo que hacemos es auto educarnos, encontrar otras respuestas para la organización. Porque finalmente la organización en los distintos formatos que pueden tener tanto de acción política o incluso en el cabaret, son maneras de supervivencia que ha tenido la población para poder subsistir en un mundo que parece que no está hecho para nosotras.

Hay heridas históricas y más allá de procesos de renovación política o social, aquí hay mucho trabajo que hacer, sobre todo con las compañeras de la tercera edad. Y creo que es un sentir latinoamericano que se empieza a hablar desde los distintos territorios. 

Ese sentir latino es muy interesante porque durante el paro en Colombia las disidencia sexuales jugaron un papel protagónico, ¿qué papel jugaron durante el estallido en Chile?

Pienso que jugaron un rol importante, pero nada nuevo en relación a las demandas y las acciones que se vienen realizando hace mucho tiempo. Más bien siento que el resto de la sociedad se sumó a una revolución que en el fondo es por la cual la disidencia sexual viene militando hace muchos años. 

Por otro lado, lamentablemente, y que también tiene que ver los sentires que queremos expresar en la película, las diversidades sexuales están bastante fragmentadas en Chile, por ende uno de los grandes miedos que se da en un proceso en el que se estaba reescribiendo una constitución, tenía que ver para mí con justamente cuál va a ser la incidencia que vamos a poder tener en eso, la cual se ve debilitada por la fragmentación de estos distintos grupos, y por ende la película es una llamado a la unión. En un momento de revolución, de estallido social a nivel latinoamericano, es importante que nos sepamos organizar entre nosotres, porque si no, en el fondo es muy poca la incidencia que podríamos llegar a tener en este tipo de procesos. 

En la película se habla mucho del tema de la memoria, ¿cómo se ha construido la memoria travesti?

Pareciera que no tenemos memoria, que no tenemos historia y eso justamente es una de las luchas y conciencias que se ha estado tomando durante los últimos tiempos. No estamos en los libros de historia, no somos parte de esta idea de memoria social, más bien justamente, nuestra memoria se va construyendo a retazos a fragmentos, que es un poco lo que aparece en la película en relación a los archivos, y estamos en un momento en el que justamente nos parece que es importante reconstruir esa memoria, entender cuál ha sido ese pasado para poder proyectar un futuro.

Me llamó mucho la atención la relación amor, odio de Anastasia y Marca. De alguna forma encarna una dualidad muy humana pero cómo fue vivir ese choque desde la cámara. 

Para mí era insoportable. El último año del cabaret ya estaba renunciando, esa última función la verdad la hice por compromiso pero ya no les aguantaba a las chicas. Me tenían podrida con la situación, y de alguna manera la película también intenta expresar eso para generar algunas reflexiones. 

Lo positivo es que el proceso de la película sirvió para subsanar muchas heridas de su amistad, de su amor y hoy en día están super juntas, volvieron a ser amigas tras pasar un capítulo muy horrible en torno al ego, el poder y la vanidad, lo que dice Maraca. Fue la película de alguna manera como un proceso terapéutico para el grupo de Travesía Travesti, de reflexionar en torno a cómo nos estábamos relacionado y lo ridículo que eso puede ser en contextos totalmente problemáticos a nivel político y social por ende insisto que hay un llamado a la unión y creo que la película de alguna manera logra eso, hoy en día las chicas no están tocando la misma nota que en l a película, se volvió a montar el cabaret, así que la película fue bastante positiva para ese trabajo. 

Una de las escenas que más me llamó la atención es cuando Maraca habla del ano, porque me recordó a algo que dice Linn da Quebrada, sobre el ano como una ventana para explorar el cuerpo. Háblame un poco de eso. 

A  Anastasia y Maraca las admiro mucho por la libertad que tienen para relacionarse con sus propios cuerpos. Son personas que justamente se han empoderado de la cuerpa. Se plantea está idea del ano como un lugar recóndito del que nadie quisiera hablar y en la película esto se plantea más desde un lugar de la provocación que se puede transformar también en un lugar muy político de enunciación. 

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El Ciclo Rosa se realizará del 2 al 12 de junio en la Cinemateca de Bogotá, consulten aquí toda la programación.