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Tenemos que hablar de redes sociales y salud mental en niños y adolescentes

Conversamos con Viviana Quintero, psicóloga experta en la niñez y en entornos digitales, para entender dos caras de la moneda en relación a los efectos de las redes sociales en la salud mental de los más jóvenes.
Martes, 24 Mayo, 2022 - 05:23

Por: María Claudia Dávila

Daniela tiene 28 años y ya lleva 5 meses sin usar Instagram, algo que para muchos de su generación, sumidos en ese ritual de escrolleo eterno, puede parecerles raro o para otros, incluso, un ejemplo a seguir. Asegura que antes de tomar la decisión de salirse de esta red que alberga al menos un 71% de usuarios de menos de 35 años, estaba en un hueco emocional, un momento oscuro en su vida. Dice que se salió porque no le hacía bien ver vidas y gente perfecta. 

“Era un tema mío, no de la gente, yo sé que suena horrible, pero desprenderme de eso fue espectacular. Fue quitarme un peso enorme del alma y ver que valía huevo”, cuenta Daniela, hacer esto le permitió reflexionar sobre sus verdaderas motivaciones de estar ahí, navegando horas y horas. A muchas personas, dice, solo quería demostrarle cosas, de otras sí quería estar cerca o mantenerse en contacto constante. Explica que descubrió muchas de las máscaras que se ponía para agradar en esta plataforma que privilegia las imágenes y finalmente explica que salirse fue quitarse una adicción de navegar por navegar, sin ningún objetivo concreto.

De acuerdo a Viviana Quintero, psicóloga experta en la niñez y en entornos digitales, así como Daniela, quienes atraviesan situaciones complejas de vulnerabilidad psicológica o cuentan con otros factores de riesgo, pueden verse afectadas en su salud mental cuando navegan mucho tiempo redes sociales. El riesgo, explica, es más alto para las niñas y niños y sobre todo, tiene que ver con su nivel de desarrollo. 

Aquí, nuestra conversación con ella. 

¿Existe una relación estudiada entre la salud mental de las niñas, niños y adolescentes y el consumo de redes sociales? 

Sí existe una relación, lo que pasa es que esa relación no es muy clara. Te explico porqué: en los últimos 25 años ha empezado a presentarse un incremento de ansiedad y depresión. El último estudio de UNICEF habla de unas cifras super alarmantes para América Latina por la incidencia de este tipo de trastornos en la conducta de niños, niñas y adolescentes. 

Sin embargo, no se puede hablar de causalidad entre este incremento específicamente por el uso de redes sociales o dispositivos electrónicos por parte de los niños, pero una cosa que sí se ha encontrado, es que existen diferentes factores que pueden contribuir a este tipo de trastornos. Entonces, por ejemplo, cuando los niños, niñas y adolescentes pasan más tiempo frente a una pantalla, reducen su nivel de actividad física y sus horarios de sueño o momentos de descanso, ambas actividades precursoras del bienestar emocional, pueden verse afectados. 

Otra cosa que se ha encontrado de manera recurrente es que cuando una persona está atravesando por episodios de ansiedad o depresión, va a ser más altamente probable que quiera interactuar en redes sociales o plataformas digitales para distraerse de ese malestar que está percibiendo. Si bien es cierto que esto no es una relación causal, sí hay algunos factores dentro del uso de redes sociales y plataformas digitales que podrían aumentar los factores de vulnerabilidad. 

Adicionalmente, por ejemplo, acá se suman ciertos contenidos que idealizan o estereotipan la belleza, el cuerpo, el éxito, las pertenencias que deberíamos tener, las carreras que deberíamos perseguir y este tipo de contenidos pueden generar una sensación de frustración para aquellas personas que no tienen unas vidas que coincidan con esos modelos que se les están presentando. 

Otra cosa que sucede a través de estas plataformas es que pueden haber ciertos contenidos que pueden inducir al daño a personas que están en condiciones de vulnerabilidad, como los relacionados a las autolesiones, la ideación suicida o trastornos de la conducta alimentaria. Esto puede acelerar procesos de dificultad en salud mental que ya estaban presentes. Eso sería por el lado de lo negativo.

También se ha encontrado un impacto positivo. Esto en la medida en que las redes sociales y plataformas digitales se han abierto a la conversación de algo de lo que antes no se hablaba, que era el tema de salud mental. Muchos adolescentes y muchos jóvenes reportan según los últimos estudios, que recurren a las plataformas digitales o a las redes sociales para buscar personas que han pasado por la misma situación o lo han superado, para buscar estrategias de afrontamiento para las dificultades emocionales que están atravesando y para buscar más información respecto a lo que están sintiendo. Esto básicamente lo que permite es que puedan tener la oportunidad de ver con otros ojos ese momento difícil por el que están pasando e incluso en algunos casos, encontrar opciones y estrategias de enfrentamiento que antes no habían contemplado. Siempre me gusta ver las dos caras de la misma moneda. 

¿Cómo promover “esa cara buena”, por decirlo así, de las redes sociales y reducir los riesgos de las mismas? 

Lo primero es estar atentos a los factores que generan vulnerabilidad. No todos nos enfrentamos con las mismas herramientas, a las plataformas digitales y en general, a la vida. Es diferente por ejemplo un niño, una niña o un adolescente que ha pasado recientemente por episodios de ansiedad o depresión, que ha sido víctima de acoso escolar, que ha sufrido violencia en el contexto cercano, que ha sido víctima de algún tipo de abuso, o del conflicto armado. Estos niños van a estar, digamos, en una posición debilitada frente a otros que no han estado en este tipo de situaciones. 

En esos casos estos niños van a necesitar un mayor acompañamiento y van a necesitar otras estrategias de enfrentamiento que estén también en lo análogo y en el cara a cara. Por ejemplo, que puedan tener redes de confianza, adultos con los cuales conversar cuando algo malo sucede y esas conexiones de confianza en el mundo real. Eso va a ser un factor tremendamente protector. 

Otra cosa en la que es muy importante trabajar es en el análisis crítico de la información. Para poder hacer esto hay que tener en cuenta que los niños y niñas necesitan unas habilidades de análisis informacional y esas habilidades dependen de su desarrollo cerebral, a partir de los 14 años, antes de esta edad para ellos va a ser muy  difícil hacer eso. Entonces, por un lado es clave apoyar a los niños en el desarrollo de estas estrategias de análisis de la información, pero por otro lado ayudarlos para que el acercamiento que tengan a la tecnología sea acorde con su nivel de desarrollo y con la forma en la que ellos van creciendo. 

Cuando nosotros exponemos y dejamos a los niños con plataformas abiertas y dispositivos de libre acceso a edades muy tempranas, lo que hacemos es aumentar el riesgo de que estos niños puedan tener dificultades en materia de salud mental, de ciberseguridad y de de todos los riesgos que se pueden presentar en línea cuando vayan creciendo. Acá lo mejor es sí permitirles que accedan a la tecnología, pero de una manera más controlada, acompañada y supervisada. 

En este lado, “oscuro”de las redes sociales, está presente, como bien decías, el tema de estereotipos, de lo que supuestamente es una vida perfecta, llena de belleza, éxito, etcétera. He visto que hay varios países en donde han empezado a adelantar normativas para que un influencer o una persona, si pone un filtro, tenga que hacerlo explícito en la publicación. ¿Qué opinas de esta medida? ¿Es necesaria? ¿De qué manera puede ser o no útil?

Estas son unas medidas que se han empezado a implementar, pero todavía no conozco muchos estudios de impacto. En un principio puede permitir tomar decisiones basadas en información. Creo que en esa medida pueden ser util, porque por ejemplo, saber cuándo eso que yo estoy viendo está filtrado en la imagen y cuando, se trata de un contenido pago y tiene un interés específico de comerciar. Esa información me permite tomar decisiones diferentes. 

Sin embargo, con los niños y niñas se requiere algo más que pasa por la educación y el acompañamiento porque simplemente por la forma en la que procesan el mundo ellos no va a ser claramente comprensible toda la información. Su pensamiento es mucho más concreto que el nuestro como adultos que pensamos también en abstracto. Por eso va a ser más difícil para ellos comprender estos pequeños detalles, sobre todo en las primeras edades. 

Si bien es cierto que es una estrategia que podría funcionar en la medida que le da información a las audiencias para tomar decisiones, no se puede olvidar que los niños están en un proceso de desarrollo donde lo que va a primar es el acompañamiento y la educación para el desarrollo de habilidades. Eso es lo que va a permitir que los niños estén seguros. 

¿Cómo acompañar a un niño sin caer en no permitirle explorar el mundo digital?

Aquí una cosa que es super importante es que el nivel de acompañamiento en el uso de tecnología está orientado al desarrollo de la autonomía. Lo que se busca como adultos que acompañamos a un niño al usar tecnología, es que este pueda un día usarla solo de manera segura. En los primeros años van a ser útiles algunas estrategias restrictivas, por ejemplo, tener control parental de manera que se reduzca el riesgo de exposición a contenidos que no son adecuados para su edad. Esas estrategias pueden servir, pero hay otras mucho más poderosas que buscan justamente que ellos se empoderen. 

Entonces, acá le estamos ayudando a identificar el riesgo, pero además le estamos dando unas pautas de acción para cuando se presente, donde además con esas pautas de acción los niños nos van a emitir alertas tempranas y nos permiten actuar frente a riesgos potenciales. Esa es la clave: enseñarles sobre el riesgo, de una manera no alarmante sino explicándoles el daño que puede generar. 

Lo otro va a ser acercarnos a ellos y acompañarlos con una mente curiosa y conozcamos qué es lo que les gusta a los niños, qué es lo que les llama la atención de ciertas plataformas, como es el uso que hacen. Esto necesariamente va a implicar que nosotros nos acerquemos sin juzgar y con curiosidad. 

Desde ahí vamos a empezar a tener una conexión de confianza que es lo que realmente protege de todos estos riesgos. Acá también podemos hablarle de nuestras expectativas, por ejemplo decirles ‘no me gusta tanto que ese YouTuber o ese influencer utilice siempre filtros, ¿te has dado cuenta? ¿Qué te parece si buscamos cómo es sin filtros? ¿Cómo se ve su cara sin todo eso?. Ahí estimulamos su pensamiento crítico, no para llenarlo de miedo sino para ayudarlo a desarrollar habilidades.