Fotos por: JACK MCKAIN

Recorrimos "Agüita" con Gabriel Garzón-Montano

El artista neoyorkino, de ascendencia colombo-francesa, nos guió en cada canción de su nuevo disco.
Viernes, 6 Noviembre, 2020 - 03:52

Por: Gonzalo Rodríguez

Hace unos días tuvimos una charla cálida con Gabriel Garzón-Montano para hablar de su nuevo disco, “Agüita”. La cita, como todo en estos días, fue virtual, con cámara prendida pudimos ver su naturaleza sencilla,  sonrisa abierta y hasta su casa, buscando una mirada más íntima a la que vemos en sus videos o presentaciones en vivo.

Cantautor y multiinstrumentista estadounidense, asentado en la ciudad de Nueva York. Hijo de Alexandra Montano, música que hizo parte del círculo de Philip Glass. En 2014 fue telonero en la gira europea de Lenny Kravitz y sampleado en la canción de Drake "Jungle".

Su estilo musical es versátil: combina R & B, soul, funk y recientemente se metió en la música urbana. Recorrimos su más reciente disco canción por canción, nos contó historias y recuerdos que inspiraron “Agüita”. 

Con el trabajo ya finalizado, ¿qué sientes hoy con tu disco?

Lo escuché cuando estábamos aprobando los vinilos, recuerdo que fue la primera vez que lo oí todo junto. Es chévere no reconocerse, es impresionante. La vida es muy surreal, pero escuchar el disco fue muy surreal para mí. Hay muchos momentos compactados ahí, muchas decisiones, tantas que no recuerdo. Este trabajo es diferente, para disfrutarlo, porque las capas me permiten observar bien en vez de ser como un papá cansado. Me siento más como un niño escuchando esta música.

 

¿Hay una distancia entre lo que imaginaste al inicio y el resultado? ¿Qué tanto se transformó o mutó el disco?

Yo no me guié por una visión concreta desde el inicio, creo que eso es casi imposible. Lo que he experimentado al crear música es que uno va descubriendo cómo va a ir la cosa. Uno puede poner reglas, límites y ahí se encuentra a ver qué saca. El disco cogió forma cuando estuve seguro de que el trap mío funcionaba. Una vez que tuve ese pedazo lo otro ya entraba fácil, porque en realidad fue nada más agregarle un personaje a lo que yo ya tenía en la obra, en la oferta. Si el disco no tuviera “Muñeca", “Agüita” y “Mira my look”  yo creo que la gente lo vería como una evolución más natural. El contraste entre las selecciones, en la manera como ordenamos las canciones, sirve para mostrar que el mensaje del disco es que todos tenemos mucho por dentro y somos múltiples.

 

¿Por qué se decidió abrir el disco con “Tombs”?

Miramos 17 órdenes, quería que el disco comenzara en silencio y terminará en silencio. Claro, de todas las canciones se puede decir que terminan o inician en silencio, pero para mí el arreglo de tombs, esas cuerdas y el celest, tenían una tensión. “Tombs” en general tenía una tensión, pero no es final, se siente como un regreso, como una pregunta o suspensión. 
Lo comencé así porque sale de la nada y termina lentamente con un long fade. Me parece la manera más delicada y más suave de poner al bebé en la cuna y caminar despacio para ver la gente.

 

Qué historia hay detrás de “With a smile”, ¿algo que nos quieras contar en la letra, construcción de la grabación?

Como en todas las canciones que son más como setenteras y más naturales con instrumentos, y a veces se confunde la gente, uno percibe que hay tambores, bajo, teclados. Yo participo en todo, grabo todo. Entonces “With a smile” fue una grabación en cinta de dos pulgadas y ahí está cantando Neka King en el coro y también Danny Murcia. La canción habla de los momentos donde uno le huye a la experiencia y al don de la dificultad y opta por la sagrada mermelada como dice Estanislao Zuleta. 


Pasemos a la tercera canción. Cuando escuchamos “Muñeca” realmente quedamos sorprendidos por el sonido. ¿Ya habías hecho algo de este estilo?

En privado cantaba cumbia y salsa. Me acerqué a esa música como a los 20 años, algo tarde. Lo hice de una manera más estudiosa, podía ver los ingredientes que estaban ahí y me fascinaban diferentes cosas. Me di cuenta de que la voz es literalmente igual al final de las canciones del Gran Combo, del Grupo Niche, de la Fania, que tienen unas letras durísimas, emblemáticas de ciertas épocas, de ciertas generaciones, pero que perduran. Ahora estamos viendo que el lenguaje se mueve muy rápido. Uno escucha que en español hacen traducciones literales de frases del rap en inglés. Chévere que la gente se está dando el permiso de proponer juegos con el lenguaje y la expresión.

 

Sigue “Fields”, un territorio muy tuyo, ¿fue premeditado el entregar en este punto una pieza con la que la gente te puede relacionar más?

La idea era repartir el material de forma que cada selección le diera fuerza a la anterior y a la siguiente. Quería que cualquier persona se sintiera como aterrada por los nuevos momentos, provocar ese contraste. Creo que cada persona piensa acorde a cómo lo percibe y en cómo le cuadra. Yo no quería hacer tres grupos para juntar ciertos géneros, me parece más interesante hacer un disco que pareciera de tres artistas.

 

“Mira my look” vuelve a mostrarnos otra faceta tuya. En esta ocasión definitivamente más ligada al trap ¿cómo llegaste a encontrarte con este género?

Si, soy amante de toda la música y llevo muchos años disfrutando de muchos géneros. En ese sentido, soy fan del trap y me gusta mirar la historia de la música, qué sonidos surgen, en qué año, cuándo, quiénes son los productores. Para mí “Agüita” era el trap Hollywood, pero también tenía el aspecto de querer complacer una audiencia que le gusta “I Like It” de Cardi B y buscar esa energía en que está basada este sonido. Es demasiado interesante ver estas estructuras mirando el resultado para atrás y ver cómo son las relaciones entre todos los elementos.
Digamos que “Mira My Look” es una oferta. Tiene un aspecto que uno siente que es más punk, más joven. Es una canción sobre el amor, la política y las unidades.

 

“Moonless” tiene ese sonido tradicional tuyo. Tuve la sensación de que fue de las primeras que hiciste. 

No, yo siempre hago unos demos antes de grabarlos en el estudio, pero todo fue grabado en un periodo corto. Esa canción fue del 2017 – 2018 como todas, pero tiene un puente y suena como si estuviera más cerca a lo que fue el otro disco. Tienes razón en que sí viene sonoramente de una época anterior de que hiciera lo urbano.

 

Con “someone” hay un balance perfecto del disco, ¿se escribió pensando en esto?

Eso fue por casualidad, para mi esa canción es como pesada y lenta pero poderosa. Se puede perder el efecto si está al comienzo, pues es como un final. También está ahí porque los otros órdenes no cuadraban, es como un sudoku.

 

“Bloom” es una de las íntimas del disco, ¿cómo la escribiste? ¿Qué fue primero, guitarra, voz?

La elaboré en guitarra de cuerdas plásticas de las clásicas. Es una Yamaha que tocaba mi mamá. En esa canción yo estaba un poco trancado, todo lo que yo escribía no me interesaba, pero entonces me dije “haga algo y haga una regla: esta canción debe tener esto y no se puede saltar en una escala musical”. En ese aspecto suena clásica porque se enfoca en esa armonía, en puntos fuertes y reconocidos para condicionar la historia.


“Aguita” como canción, no como álbum, ¿es la banda sonora de Gabriel Garzón y su nueva piel? 

Si, creo que para mostrar eso tuve que fijarme en muchas cosas y darme permiso de disfrutar de mis facetas. Creo que es una parte de lo que ahora traigo, está justo al lado de “Bloom” y comparten mucho. Son maneras directas de conversar con la gente, entre más común y más popular sea la vibración y el sonido... entre más novedoso el sonido de un estilo, más oportunidad hay para conversar.

 

“Blue dot” es el cierre perfecto del disco, ¿cómo decidieron ubicarla ahí?

Una vez que pensé en el inicio y el final pensé que debía ir en alguno de los dos lugares. La letra en sí comienza desde un punto pequeño y expande la mirada hasta que la tierra se vuelve un pico. Fue la canción que hice justo antes de “Agüita”, como para ejercer la voluntad estética y para tener muy enfocados los principios con el fin de crear una canción y una emoción. Un sentimiento cultural y una vibración muy particular. Hice una cosa muy rara, anti comercial se podría decir, pero está muy chévere y como que es muy buscada, muy profunda. Es una meditación sobre la existencia y de repente la aceleración de la misma existencia desde otro lado. 

 

¿Ya te imaginaste cómo va ser una nueva presentación de Gabriel en el escenario?

Sí, es el mismo flow de lo que necesita el momento. Eso hace parte del trabajo que yo presento. A mí me parece muy delicioso poner canciones muy distintas y la gente es muy inteligente, sutil y preparada para ese encuentro. Va a ser un placer y un honor ser de la primera generación de artistas que hacen una propuesta tan interesante.