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¿Cómo salirnos de la guerra de la desinformación en tiempos electorales?

Emociones exacerbadas, sesgos cognitivos y una guerra cultural de la que muchas veces hacemos parte sin darnos cuenta. Conversamos con Jeanfreddy Gutiérrez, Director de Colombiacheck, para entender el fenómeno de la desinformación a fondo y preguntarle cómo podemos hacerle frente.
Martes, 8 Marzo, 2022 - 11:15

Por: María Claudia Dávila

Se acercan las elecciones en el país y con ellas, oleadas enormes de información que nos atropellan sin tregua. Oleadas que vienen en forma de cadena de Whatsapp, videos de YouTube e imágenes conmovedoras que llegan para revolcar nuestras emociones más primarias, corroborar nuestros sesgos y muchas veces también, hacernos partícipes de una guerra cultural sucia en la que anulamos al otro, sin siquiera darnos el chance de leerlo o escucharlo. 

Por eso, más que nunca es importante hacernos varias preguntas sobre la información que consumimos, cómo la consumimos y también qué tan autónomos o críticos somos realmente en tiempos electorales, en donde las emociones, los prejuicios y las pasiones abundan justamente para hacernos mover en las urnas. Por este motivo conversamos con Jeanfreddy Gutiérrez, Director de Colombiacheck, una iniciativa de Consejo de Redacción dedicada a verificar la información del ámbito público en nuestro país. 

¿Qué criterios o tips pueden ayudarnos a identificar la desinformación? 

Te voy a dar una pista de nemotécnica que se llama S.M.A.R.T que son las iniciales de las cinco emociones atávicas que tenemos todos los seres humanos y que la desinformación suele exacerbar inmensamente. Es decir, que cuando estamos expuestos a desinformación estas emociones se perciben con mayor intensidad que si estamos expuestos a contenidos periodísticos, informativos, educativos, etcétera. 

Estas son: la sorpresa, el miedo, la alegría, la rabia y la tristeza. Normalmente todos tenemos estos sentimientos y cuando estamos expuestos a contenido, las tenemos, pero la desinformación está creada — como se demostró en Cambridge Analytics y en el plebiscito del No en Colombia— para que estos sentimientos sean muy fuertes. 

Incluso algunas desinformaciones tratan de generar más de dos o más de estos cinco sentimientos. Entonces por ejemplo esto se ve en mensajes como “si nos quedamos con el uribismo, va a volver la guerra” o “en estas elecciones, nos vamos a volver la próxima Venezuela”, “vamos a arruinar el país”, “vamos a explorar”. Son mensajes que aunque pudiesen tener partes de verdad, suelen exacerbar los sentimientos de forma estrafalaria. 

Lo otro son los elementos narrativos. Una forma de reconocer la desinformación es que apela al descrédito de las autoridades, instituciones y de los medios. Dicen por ejemplo, “mira este video antes de que lo borren”, “no lo van a pasar en televisión”. 

Finalmente el truco, digamos más difícil, es tener cuidado con el humor. Hay páginas, como Actualidad Panamericana o los memes que normalmente algunas audiencias, no entienden que son un chiste y creen que es verdad. Eso ha pasado incluso con políticos. 

También hay memes que simulando ser humor, tienen narrativas estigmatizantes, narrativas de odio o teorías de conspiración. Entonces estos memes, que hacen supuestos chistes sobre temas de género, sexo, orientación sexual, sobre Cartoon Network como red de pedófilia, etcétera, no lo son. Por eso es necesario preguntarse: ¿esto que me da risa realmente es inocente y es solo humor o tiene algo más por detrás?

¿Qué herramientas sirven para corroborar la información, desde lo más básico hasta lo más elaborado en términos tecnológicos? 

A pesar de que nos piden muchos tips tecnológicos, esta no suele ser la herramienta más adecuada para el público que no está formado en periodismo o que no tenga mucha habilidades tecnológicas. No hay ninguna herramienta que te diga si esto es verdadero o es falso. 

Sin embargo, sí hay unas herramientas que pueden dar pistas sobre el origen, por ejemplo, de las fotografías. La primera, más básica y popular es la búsqueda inversa de imágenes en Google. Subes una imagen, Google la reconoce y te dice donde la puedes descargar, donde puedes ver fotos similares. Si estas fotos no han sido chequeadas nunca por nadie, lo que te va a mostrar son las fotos originales u otras fotos falsas. Es decir, tienes que revisar cada uno de los resultados para ir descubriendo qué pasa con esta foto, si nadie la ha verificado antes. Si ya está verificada es mucho más fácil: por ejemplo, tú pones la foto falsa de Petro o de Uribe con Pablo Escobar y aparecen las verificaciones que te dicen que son falsas y un análisis.

También es bueno utilizar las herramientas de Yandex, un buscador ruso que no indexa lo mismo que Google, por tanto te puede dar unos resultados distintos y además te permite reconocer si esa fotografía ha sido publicada en otros alfabetos. Además, permite hacer búsquedas mucho más avanzadas y muestra publicaciones de redes sociales donde puedes encontrar esa fotografía y esa imagen. Y por último está la herramienta TinEye que permite hacer una búsqueda avanzada de imagen, parecida a lo de Google pero enfocado en redes sociales, también reconoce nuestro alfabeto y es una herramienta poderosa para saber si la fotografía fue publicada, por ejemplo, hace años. 

Hay otro recurso muy útil y es el buscador de Google de fact checking. Tu le dices a tu tío “búscalo en Google”, pero eso es un malísimo, malísimo consejo porque en Google están los portales engañosos también. En Google está el fact checker explorer y es un buscador de chequeo, es decir que los resultados no son todo lo que existe en internet, sino lo que ya se ha verificado. Puedes poner por ejemplo, “coronavirus vacuna asesina mata gente” y te va a mostrar todas las verificaciones que se han hecho. 

¿Cómo cuidarse de información falsa en tiempos de elecciones? ¿Recomiendas seguir la misma lógica que ya explicabas o hay algo más?  

Nosotros preferimos el término desinformación, especialmente porque es información que no necesariamente es falsa, sino que está incompleta, es cuestionable, engañosa o le falta contexto y eso es una dificultad porque muchas veces cuando nuestros familiares o amigos nos pasan algo por Whatsapp, nos dicen “esto es verdad” y sí, pero puede ser desinformación.

Con los tips electorales hay dos sesgos cognitivos o formas de pensar que nos hacen distorsionar la realidad. El primero es el sesgo de confirmación. Si tienes una sospecha sobre un candidato o una candidata y recibes cualquier tipo de contenido que confirma tu prejuicio, le vas a dar más credibilidad a eso. Si tú dices que la candidata X realmente no cumple lo que promete y alguien más te dice “sí, fíjate que esa candidata ya lo había hecho'', tú dices “ya, yo lo sabía”. 

Pero si es una campaña en la que te dicen que ella es muy honesta y una gran candidata, tú vas a decir “ay, ¿será amigo de la candidata?” “¿quién va a hablar bien de ella?”

Tu sesgo de confirmación solo le da validez al constructo social o al constructo que ya tengas de la persona, es decir que lo que tú evalúas no es la evidencia, sino lo que te confirma lo que ya pensabas. 

El segundo sesgo, de autoridad, es similar. Por ejemplo, “yo siempre le creo a la gente del partido tal y nunca lo he creo al otro”. Eso hace que no evalúes la evidencia, las afirmaciones o contenidos, una vez más basado en los hechos o en los datos comprobables, sino en si tú le crees o no le crees. Esto pasa mucho con los influencers como Polo Polo o Físico y Puro. 

¿Qué acciones nos pueden ayudar a salirnos de esos sesgos y empezar a escuchar otros puntos de vista o consumir esa información de los candidatos o partidos que ya seguimos, pero desde un criterio, digamos, “objetivo”? Si es que se puede hablar de objetividad acá…

Lo primero es un autoexamen, así como nos piden los médicos. Es saber cuántos y cuáles sesgo tengo. Es decir, entender si soy realmente una persona abierta, crítica o independiente como me considero o estoy dentro de los individuos que hacen guerra cultural, es decir, pensar que con mi partido todo va a estar bien y con el otro nos vamos al abismo.  

Eso nos lleva a saber cuáles son nuestras burbujas informativas, nuestras cámaras de eco y saber identificarlas. Lo primero es saber cuáles son los medios, los amigos, las fuentes que consumo que me llevan a pensar esto y cómo puedo agregar fuentes a esto. 

Si yo estoy en el centro o en el centro-derecha y de repente, BBC o CNN no me gusta, puedo evaluar si en mi lista, vale la pena incluirlos. Es decir, voy a sumar a mi dieta informativa o a seguir más personas en redes sociales que no coinciden conmigo, pero que puedo respetar su opinión, punto de vista o enfoque. Eso expande la cámara de eco, que básicamente repite mediante los algoritmos de redes sociales lo que ya me gusta o lo que hace quedarme más tiempo en pantalla. 

Como cada uno de los medios y fuentes que tengo es una burbuja informativa, entonces necesito agregar cada vez más. No se trata de seguir a los que más odio o desprecio, sino, justamente a los que yo consideraría que podría escucharlos sin enloquecer, vamos a decirlo de esta manera.  

¿Qué puede pasar cuando no salimos de nuestra burbuja informativa?

Lo que pasa es que te vuelves un individuo de la guerra cultural. Haces algo que el profesor Miguel del Fresno llama voluntad de supremacía ideológica. Es decir, tú estás convencido que tu espectro, tu lado no solo es mejor que el otro, sino que es el único decente y válido.

El problema de las cámaras de eco es que nos llevan a pensar que el otro no simplemente
no tiene una posición distinta, sino que es el diablo. Esta guerra cultural no llevaba a pelear con nuestro familiares, amigos, parejas de forma irreconciliable, porque la desinformación está creada para hacer un vínculo de identidad, por eso las personas que creen en teorías de conspiración a veces pierden su trabajo o todos sus círculos sociales y laborales porque esta nueva individualidad no les permite relacionarse con otras personas, porque es inaceptable que tengan otro punto de vista distinto al suyo. Lo otro es que empiezas a construir lo que se llama la post verdad, es decir, una reinterpretación histórica o en una interpretación de los hechos históricos o presentes bajo tu ideología. 

Hay muchas personas en el poder tratando de establecer esta reinterpretación histórica, diciendo cosas como “yo he sido el primero, el que lo ha hecho mejor que los demás”. Cuando entonces solo consumes medios que reafirman esas ideas, finalmente terminas creyendo que la historia como te la han contado es un engaño o que hay un complot y que solo esta persona, este Mesías es el que te cuenta la historia como si de verdad pasó.

Te convences que tú eres uno de los salvados, uno de los ilustrados y los demás estamos ciegos, engañados, dormidos. Estoy hablando de los extremos, pero que hay distintos grados de esta actitud.