Tomado de la película Al otro lado del mar | Radiónica

'Al otro lado del mar', una película de amistad transatlántica

El director de cine colombiano Samuel Moreno Alvarez y el español Eloy Domínguez Serén, nos presentan este largometraje narrado a través de cartas audiovisuales.
Martes, 6 Junio, 2023 - 08:06

Por: Adriana Diaz Alfaro

La pandemia nos dejó recuerdos de lo que puede ser la vida en el confinamiento. No todo fue negativo. Pero algunos tenemos la tendencia a borrar de la memoria episodios desagradables por simple supervivencia. Reconocimos algunas alternativas de trabajo en remoto, encontramos el espacio propicio para conectar con nosotros mismos y redescubrimos maneras de comunicarnos y conectarnos en la distancia. 

Eso, precisamente, es parte de lo que narra el largometraje Al otro lado del mar en el que dos cineastas -el colombiano Samuel Moreno Álvarez y el español Eloy Domínguez Serén- mantienen a lo largo de tres años una correspondencia fílmica íntima que quiebra las distancias entre países, y hace crecer una amistad que les permite a ambos mostrarse abiertos y vulnerables. En estas cartas filmadas, Samuel y Eloy nos comparten sus búsquedas y encuentros, y nos hacen partícipes de cómo cambian los ojos con los que ven el mundo.

Conversamos con ellos y nos contaron algunos detalles de la película que tendrá su premier en Colombia este jueves 8 de junio en la Cinemateca de Bogotá a las 7:00 p. m. con la participación de los directores. 

¿Cómo se da el primer encuentro entre Samuel y Eloy?

Samuel: Nos conocimos en Buenos Aires, en un festival de cine, yo estaba presentando un pitch junto a David Aguilera en una sesión de work in progress y no lográbamos captar la totalidad de la atención del público. Y Eloy, a quien no conocíamos, pero iba a asesorar a proyectos en otra instancia del festival, se levantó y salió a la defensa de nosotros, pues nos estaban masacrando… Después de eso, nos fuimos a tomar unos vinos con otros amigos y hablamos mucho sobre la nueva ola del cine gallego y buscamos algunas conexiones entre el Caribe y Galicia; de manera que allí comenzamos a establecer una amistad y un vínculo profesional. Tras ver uno de mis trabajos me propuso realizar esta especie de correspondencia audiovisual. 

Las cartas son un formato que tiene una aproximación bastante distinta a la que estamos acostumbrados en la actualidad. Eliminamos por completo la inmediatez y es necesario contar con tiempos de espera para recibir cualquier tipo de respuesta. ¿Cómo surge esta correspondencia audiovisual?

Eloy: Creo que haber conectado con Samuel desde un momento en el que él estaba vulnerable porque sus ideas estaban siendo juzgadas de algún modo y a mí me parecía que ellos estaban exponiendo un trabajo completamente lúcido, bastante arriesgado pero muy interesante. Una vez que cada uno regresó a su casa yo en Galicia y él en Colombia, nos habíamos caído bien y teníamos intereses en común, empezamos a intercambiar material y me emocionó mucho lo que me enviaba Samuel, me recordó a la forma en que o empecé a hacer cine, y digo esto como si llevara 20 años haciendo cine, pero si es verdad que he tenido una transformación en mi carrera, había empezado a hacer un cine directo, más íntimo, más urgente, mucho más precario también, pero sobre todo con una huella emocional muy profunda. Reconocí eso en él y quise volver a filmar así y le propuse iniciar algo juntos, sin saber cómo iba a ser, pero sabíamos que queríamos intercambiar cartas, filmar y compartir y bueno tres años después estamos aquí con un largometraje.

Estas cartas audiovisuales parecen una suerte de catarsis en medio del momento tan crítico que vivimos en el aislamiento durante la pandemia. Verlo ahora, después que vivimos todo eso resulta revelador al recordar todo ese proceso que estábamos viviendo…
 

Eloy: Hay un filósofo español que se cuestiona como iba a afectar en un medio y largo plazo para nosotros los latinos que somos seres táctiles, que nos abrazamos, que nos tocamos, que las distancias suelen reducirse en función a como nos relacionamos con otras personas. Por eso me alegra ver que en el cartel de la película se nos ve a Samuel y a mi abrazados aquí en Gijón, tres años después de habernos visto por primera vez. Pensar desde esta perspectiva en que había una incertidumbre absoluta en aquel momento y creo que es hermoso que lo registramos de una manera honesta, desde el desconocimiento, desde la duda, también desde la confianza. Y no la hemos modificado… mantuvimos en el montaje final lo que habíamos pensado, lo que habíamos dicho, lo que habíamos sentido, lo que nos habíamos comunicado mutuamente en aquel momento.

Samuel: Para mí, en ese momento fue también una oportunidad de comunicarme con alguien más. Pues estábamos encerrados y fue un momento en el que se activaron las redes, todo el mundo hablaba con todo el mundo y empezamos a hablar con gente que no hablábamos hace años. Tal vez pensábamos que nos íbamos a morir y empezamos a llamar a los amigos del colegio, a los abuelos, a todo el mundo. Y también algo que me gustó de esta película y que decidimos antes de iniciarla fue cortar ese tipo de comunicaciones entre nosotros y que solamente existiera esta comunicación de cartas filmadas entre nosotros. O sea, no nos estábamos llamando o preguntándonos la forma o cómo iba a ser la película o de qué va a tratar tu carta para ver la mía, cómo la hago, si no realmente utilizamos esto como un medio de comunicación entre nosotros.

Hablando de estas cartas audiovisuales, no es muy común ver que hombres se demuestren el afecto, la hermandad, que surge en la amistad con otros hombres. Esto se logra percibir en la película…

Eloy: En primer lugar, me alegro mucho y me hace muy feliz que comentes esta parte emocional y también que confirmes lo que yo me imaginaba. Porque es cierto que yo sí había escuchado aquí en España por parte de espectadores y espectadoras, sobre todo de espectadoras, sinceramente, que no estaban habituadas ellas tampoco a escuchar este tipo de conversaciones tan íntimas, tan a pecho descubierto, como decimos aquí, entre dos hombres adultos. Y ahora, en lo que tú me dices, me confirmas que posiblemente seas semejante en Colombia. Es algo que nos han dicho varias personas, que también cuando Samuel ha visitado Galicia se lo han dicho. Y por supuesto, no me sorprende porque soy consciente del tipo de educación conservadora. Esta idea patriarcal y arcaica de que los hombres no deben de manifestar las emociones. En España, al menos durante los últimos años, está habiendo grandes cambios a nivel de perspectiva de lo que significa incluso la propia masculinidad. Y en nuestro caso, por algún motivo, yo sentí esa confianza desde el inicio con Samuel y no sé cuál es la circunstancia que puede haber motivado que yo me sintiese tan cómodo contándole a una persona que vive al otro lado del océano Atlántico cosas que ni siquiera le cuento a mis padres. Es muy interesante porque mis padres han escuchado determinadas cosas que yo pienso o siento por ellos a través de esta película. Y ahí tengo que decir que Samuel fue muy generoso, porque esto es una correspondencia en la que se establece un diálogo. Y cuando yo he abierto esa puerta, sin saber cómo de dolorosa podía ser para Samuel, él también me ha acompañado. Y yo le he hablado de la relación compleja que tengo con mis padres y él, de una manera sincera y honesta y valiente, también me correspondió. Y creo que es algo de lo que me siento muy feliz y muy orgulloso en esta película.

Samuel: Yo creo que algo que fue como determinante fue tal vez el no saber que estas cartas las iban a ver otras personas. Es decir, como pensar en que esta carta iba dirigida solamente para Eloy, en mi caso, me hizo abrirme de cierta manera, que tal vez uno no se permite hacerlo en público. Y también creo que retomando la pregunta que hiciste antes, esta película y estas cartas me sirvieron, actuaron en mí un poco a modo de catarsis, porque también fue como enfrentarme a esa realidad, a esa memoria, a ese pasado en el cual normalmente no pensamos y no generamos esas discusiones. Y creo que sí me ha servido, por lo menos en las relaciones con mi familia, con mi madre, como que he empezado a trabajar. Y sí creo que en ese sentido el cine sirve para sanar y para trabajar en ciertos aspectos.

La película

Verse a través de las narraciones de otros e identificarse con sus historias, presenciando universos completamente distintos, pero percibiendo sensaciones completamente semejantes ha sido una de las emociones colectivas que la pandemia nos permitió compartir y que no deberíamos olvidar tras haber superado este episodio que la historia de la humanidad nos ha hecho vivir durante estos últimos años.

Al otro lado del mar es una película de amistades transatlánticas, que nos recuerda esos vínculos establecidos o fortalecidos durante la pandemia. Algunos de ellos vigentes tras el reencuentro físico.

Otros fracturados, quizá, con el paso del tiempo. Pero es importante recordar que todo ello hace parte de las emociones vividas en un momento de completa zozobra, cuando aquellos vínculos nos mantuvieron los corazones con mayor aliento.   

Durante el mes de junio, Al otro lado del mar estará en distintos espacios culturales del país, como por ejemplo en Medellín estará el 15 de junio en el Museo de arte moderno a las 6:30 p. m., en Barranquilla el estreno será el 18 de junio en la Cinemateca del Caribe, pero para conocer toda la programación pueden consultar las redes de Fuego Inextinguible y Trópico Atómico films