Daymé Arocena. Foto: cortesía de Ramos García Comunicaciones

“La idea de que un género no nos gusta, es muy infantil. Es un forma muy superficial de ver la música”: Daymé Arocena

La artista afrocubana hará parte del BIME 2024 y presenta su nuevo álbum "Alkemi". Lee la entrevista exclusiva con Radiónica aquí.
Lunes, 6 Mayo, 2024 - 09:25

Por: Maria Alejandra Beltrán López

Daymé Arocena es una artista y compositora afrocubana que creció en un barrio de La Habana, rodeada de una gran familia que amaba la rumba y la música al nivel de convertir algunos objetos domésticos en instrumentos musicales, así lo recuerda en la entrevista dada al New York Times. 

Sus inicios musicales se dieron en el jazz y durante muchos años su carrera musical estuvo enfocada a proyectos que tenían relación directa con este género. Sin embargo, en su proyecto como solista empezó explorar otros sonidos. Parte de ese proceso se puede ver en sus cinco producciones, dentro de las cuales se incluye la más reciente Alkemi, la cual, contó con el apoyo de Eduardo Cabra. 

Actualmente, Daymé se encuentra en Colombia por su participación en el BIME 2024 en donde hará parte de una panel de composición titulado “Arte y método”. Además, en el marco del BIME, la artista presentará su nueva producción, en vivo. 

En Punto de Partida, tuvimos la oportunidad de hablar de su carrera musical, sus inicios, influencias y trabajo con Eduardo Cabra en “Alkemi”

Tu proyecto tiene elementos del soul, del son cubano que son muy de tus raíces, tienes pop latino, ¿cómo llegar a estos sonidos y, sobre todo, cómo lograr que suene tan bien?

Yo siento que la música simplemente es, los humanos la complicamos. Los humanos nos enredamos poniéndole etiquetas, nombres, separándola y queriendo copiar un modelo para hacerse famoso.

Hemos perdido la esencia de que la música, como tal, no entiende de géneros, que no entiende incluso de gente, la música entiende, a mi juicio, de canciones. Por ejemplo, hay gente que a mí no me gusta y tiene canciones que me encantan, y hay gente que tiene unas canciones espectaculares, pero hay unas específicas que no me gustan.

Entonces, yo no hago oda, ni a géneros musicales, ni a músicos en específico. Claro que hay gente que si tiene 200 canciones que me encantan es alguien con quien conecto mucho.

Yo soy muy fiel a la canción, a la esencia de la canción porque la energía de la música está concebida para que conectemos, para que interactuemos, para que vayamos más allá del idioma del lenguaje, la música se constituyó como un acto profundamente espiritual para conectarnos con la Luna con el Sol, con las estrellas, con la lluvia, con los animales, entonces para mí cuando me preguntan por cómo yo mezclo una cosa con la otra, yo no siento que estoy mezclando nada, simplemente siento que estoy haciendo canciones y como soy tan abierta a todo, y como me dejo influenciar por todo tipo de cosas, pues yo no distingo realmente esto es pop, esto es reggaetón, o esto es jazz, o esto es música electrónica; yo estoy haciendo canciones e intento que conserven esa cosa orgánica natural de la música y que fluyan.

Hablemos de tu influencia del jazz y de esos inicios tuyos marcados por este género, ¿cómo te encuentras con el jazz?

Yo no lo ando buscando para nada, yo simplemente deseaba cantar y en la escuela había una big band que necesitaba una cantante y yo empecé a cantar, y así me fui familiarizando con el género. 

Lo que me enamoró fue la libertad que tiene el jazz de transformar constantemente la misma canción, nunca cantar la canción de la misma manera. La canción tiene la posibilidad de reinventarse una y otra vez y tú cada vez que te paras a cantar la canción tienes que ponerle la energía de la primera vez, estás haciéndola de nuevo, te da muchos elementos creativos, o sea, te vuelve una persona profundamente creativa y eso después cuando tú lo llevas a cualquier otro espacio de la música, pues te facilita mucho las cosas porque tienes la destreza de fluir, improvisar y crear en todo tipo de espacios.

Creo que lo anterior es lo más espectacular que me ha dado el jazz, por eso sigue en mí, yo no me he apartado de él, porque parte de mi esencia está en mi ADN yo veo la música desde ese ambiente creativo, improvisativo, gozón, alegre, incluso me gusta mucho hablar de la esencia real del jazz porque se ha eurocentrado mucho, se ha estilizado mucho. Cuando uno dice jazz la gente dice “es música de gente fina que se sienta con una copa de vino”, y es lo más alejado de eso posible.

Hace unos días compartía un escrito etimológico de donde viene el término jazz y una de las teorías es que viene de la disminución del jazmín, porque el jazmín era el perfume que usaban las prostitutas. Literalmente, el jazz es la música más callejera del planeta, y cuando hablo de jazz siempre digo para mí el jazz y el reggaetón y las rumbas tienen la misma esencia, vienen del mismo lugar, vienen del mismo espacio, somos nosotros los que vamos descontextualizando las cosas.

Hoy, por ejemplo, nos horrorizamos cuando se habla tan explícitamente de las relaciones humanas, sexuales, pero ya hablaban literalmente de eso, solo que en un lenguaje de hace 100 años no se iba a hablar exactamente como se habla hoy. La rumba también hablaba exactamente de eso y cuando le cogemos miedo a lo natural que viene de eso entonces empezamos a tergiversar las cosas. 

Para mí, lo lindo es desmontar esa narrativa de un género musical que nos ha dado tanto porque el jazz sigue transmutado, creciendo, sirve con todo, se pega todo, coexiste con todo.

La gente confunde también el sexo con la misoginia, son cosas totalmente diferentes. Hay boleros profundamente misóginos, hay música clásica que tiene unos mensajes fascistas y la gente no se ofende porque vimos en una hipocresía profunda y yo siempre digo la primera canción feminista que escuché en mi vida fue una canción de reggaetón que decía: “yo quiero bailar, tú quieres sudar y pégate a mí…”. O sea, una mujer diciéndome no porque yo baile contigo significa que yo voy a ir a la cama contigo. Yo escuché esa canción con 10 años y al mismo tiempo escuchaba boleros que decían: “Te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo…” y nadie se ofendía.

De cierto modo hay que ayudar a la gente a bajarse de sus posturas y prestarle atención a la música tal y como es. No precondicionado a un género, a una estética, a un artista porque eso es lo que hace que estemos bastante perdidos. 

Qué gran mensaje porque uno con el tiempo se da cuenta que los artistas mismos se encargan de romper hoy en día esas barreras de los géneros y colaboran entre todos.  

Exacto, esto es una construcción. Esto es una forma de encasillarnos y de ponernos en un espacio. 

La idea de que un género no nos gusta, es muy infantil. Es un forma muy superficial de ver la música. ¿Cómo un género no te va a gustar? Eso no tiene sentido. No te gusta una canción, no te gusta un artista, pero, ¿un género musical en sentido general?

Yo he escuchado a todo el mundo tararear alguna vez una un pedazo de la "Novena Sinfonía" de Beethoven y no todo el mundo se sienta a escuchar un concierto de  música sinfónica, pero es más bien a lo que tú te expones. 

Hay mucho precondicionamiento y hay una postura siempre de “yo no me puedo bajar de mi ego, de este estampa donde estoy porque eso va en contra de lo que yo profeso” y ahí caemos en el juego de los géneros, en el juego de la construcción.

Yo soy muy amante y muy fiel a las filosofías afrocentradas de la música y el día que descubrí que para los africanos la música o hacer música no te hace especial, si tú no eres especial. La música es una manera de comunicarse y para ellos hacer música es día a día, todo el mundo hace música constantemente. Esa es la razón por la que esas personas llegaron a este continente esclavizadas maltratadas, pasaron por todo y cantaban todas las noches, ellas no sentían que estaban haciendo algo especial, era su forma de sanar, de comunicarse, de mandar un mensaje.

Cuando tú entiendes que de pronto el ser europeo dijo, “pero esta gente tienen algo especial, vamos a sacarle el jugo a eso”, pero nuestras culturas originarias, indígenas, negras, nuestras culturas, entendían eso como “yo lo que estoy es cantando en un pájaro para que me mande un mensaje” o sea, esa era la esencia como tal. De esa manera, cuando  hago música intento que ese precondicionamiento eurocentrado me influya lo menos posible

Teniendo en cuenta lo que hemos hablado, ¿qué artistas influenciaron este proyecto musical de Daymé Arocena?

Siento que hay artistas que me han marcado la vida entera. 

La primera persona que me explotó el cerebro se llama Nina Simone. Cando yo escuché a Nina, yo no sabía ni lo que estaba escuchando, a mí me dieron un disco quemado con música de mucha gente y me puse a escuchar todo aquello y de pronto, sale una voz, simplemente la escuché decir: “I put a spell on you” y yo dije, esto es una mujer, un hombre, qué está cantando ahí. Luego escuché otra canción súper suave y yo solo decía, quién es esta persona, quiénes son estas personas, yo creía que eran distintas personas y cuando me dijeron, no, esa es la misma persona y se llama Nina Simone. De inmediato dije, yo no sé quién es, ni qué hace esta mujer, pero yo lo que sé es que yo quiero ser como ella. 

A partir de ahí empecé a descubrir cantantes muy impresionantes para mí, como La Lupe que era transgresora, como una actriz que canta, una mujer que se mete dentro de las canciones y te hace sufrir con ellas, te hace el amor si te tiene que hacer el amor, o sea tú sientes a La Lupe ahí al lado tuyo.

De pronto cantantes bien sensuales bien, pero, bien afro al mismo tiempo como Sade Adu que es una cantante nigeriana-inglesa que cambió la historia del pop y del smooth, jazz. Yo siento que me influencian mucho las mujeres que cantan y expresan.

Al mismo tiempo me impresiona mucho artistas que saben cómo coger una canción que puede ser compleja en cuestión de factura musical y hacerla un hit. Como Stevie Wonder, cuando tú lo miras musicalmente te das cuenta que hay mucha información y que están pasando muchas cosas, pero la gente ni se entera, la gente la baila, la gente la canta, la gente se la aprende. Tú te sorprendes de ver como él comunica y cómo la gente se aprende esas cosas tan complejas. 

Hay músicos como Alejandro Sanz. Para nosotros los músicos es de la gente que se admira mucho por eso porque el tipo tiene esta cosa flamenca, esta cosa latina, caribeña, tiene muchos músicos cubanos normalmente en su infraestructura musical y de pronto te tira unos tumbos con unos mambos y tu dices: “pero Alejandro y toda esta información”. A la gente no le interesa, la gente no se entera que todo eso está pasando, son solamente sus emociones. 

En tu nuevo álbum Alkemi tuviste la oportunidad de trabajar con Eduardo Cabra. ¿Cómo sientes que fue el trabajo que tuviste con él, respecto a lo que tenías en mente y lo que terminó siendo el resultado final?

Yo creo que Alkemi, el concepto Alkemi, salió de ver a Eduardo trabajar porque Eduardo es un gran alquimista, es como un brujo que mezcla cosas y logra un resultado que tú dices: “¿a qué hora logró esto?". Además le pasan cosas por la cabeza impresionante.

Yo decía aquí o nos amamos o nos odiamos porque yo soy cantautora. Entonces, todas mis canciones son como mis bebés y no estoy tan acostumbrada a trabajar con productores y decía: uff, de pronto el hombre me sale con sus 28 grammys y nos vamos a matar”(entre risas).

Pero no, todo lo contrario, desde la primera conversación, desde el primer día, Eduardo me dijo: “esta es tu música y yo lo único que quiero es que cada vez que te pares a cantarla, tú sientas que es tu música. Porque yo voy a estar aquí para construir este mundo contigo, pero no soy yo quien se va a parar a hacer los conciertos. Así que yo quiero que tú sientas que eres tú”. 

Yo viví en casa de Eduardo 4 meses, viví en su casa literal y él me hizo un cuartito y yo tenía mi cuartito, mi bañito, despertaba todos los días a las 8 de la mañana y nos íbamos para el estudio a trabajar.

Yo siento que entre más trabajábamos, más me descubría a mí misma. Eduardo me hizo descubrir una Daymé que yo no conocía. Yo no sabía que era capaz de hacer un montón de cosas y siento que fue a través de eso que empecé a plantearme nuevas metas, porque todo esto comenzó como un sueño musical y terminó siendo como una nueva guerra, una nueva meta, un nuevo enfoque, ganas de comerte el mundo, de cambiar la lectura hacia las mujeres y hacia las personas racializadas. 

Empezó siendo por música y terminó siendo mi batalla. Pero fue porque él sacó muchas Daymé’s que estaban escondidas, cómodas dentro del jazz que lo único que me exigía era ser buen músico, el jazz no me estaba exigiendo ni una estética, ni un mensaje, ni una cuestión social, el jazz simplemente me decía: “canta aquí hay que cantar de verdad, aquí hay que tocar de verdad, que hay que ser buen músico” y yo decía: “ah bueno, con eso estoy chilling”, pero no me decía aquí hay que comunicar, hay que convencer a un público que tiene una idea tergiversada de la belleza, que tiene referentes hacia un lado de lo que somos y no se entiendan ni como indígenas, ni como negros; entiende como un tercio de lo que somos nada más y va eliminando, escondiéndose, agregando todo lo demás. Por tanto para mí fue como entender por qué me quedé en el jazz tanto tiempo, en una zona de confort, este proceso me hizo frentear muchas cosas.  

Por eso el álbum se llama Alkemi porque significa alquimia, y alquimia significa transmutar, transformar, cambiar, mezclar para hacer algo nuevo y nosotros somos una mezcla, la mezcla más bonita que hay, en nosotros se unió todo. Cómo vamos a esconder una parte de lo que somos, que además es el mayor por ciento de lo que somos, si nos dividen en partes, somos más indígenas, negros, que europeos, incluso nuestros europeos ya eran negros, llegaron con 800 años de invasión mora, o sea, como que ya se quedaron aquí comiendo arroz y tocando guitarra y la gente se cree que es un instrumento europeo. 

Hay tanta desinformación que eso nos afecta más de lo que uno cree. La gente piensa que esto nada más nos afecta a los que somos prietos, tenemos más melanina, hasta que se van para Europa y le dicen, “ pero mijo ¿de donde tú crees que eres?”

Yo siempre digo tú te pareces más a mí, tengas el color que tengas. Si naciste donde nací yo, comemos la misma comida, bailamos la misma música, hablamos el mismo idioma, tenemos la misma jerga, somos más similares étnicamente que lo que tu piel dice que eres. Tu piel no representa todo lo que eres, tu piel es un pequeño espacio de lo que somos. La comida, la sazón y como uno cocina, todo eso es lo que somos y si no se le da visibilidad y representación a lo que nos dio toda esa información genética, étnica, pues nos queda un vacío, hay un gran vacío. 

Hablemos de tu participación en el BIME, ¿en dónde te podremos ver?   

Me estaré presentado en un sitio que se llama Sánchez el 8 de mayo, no soy la única que se va a presentar esa noche, así que vayan para allá desde temprano porque hay un montón de cosas lindas pasando. Además este tipo de espacios son geniales para descubrir música, para descubrir artistas, son cosas que la gente no se puede perder, así que les veo allá.

También estaré en un panel de composición, allá espero a toda la gente que quiere ser creativa y quiere expresarse a través de la música, yo creo que estas son cosas que también le son bien beneficiosas, como la gente que quiere vivir de la música desde el ámbito corporativo. Así que estos paneles también son buenos para que entiendan el corazón de los compositores, de los creadores porque somos existencia física que una vez que se va lo único que queda es la música, así es que hay que tenerlo mucho calor, mucho amor, mucho cariño a las canciones que uno deja, porque uno se va pero eso se queda ahí.

Para cerrar, agradeciéndote tu tiempo con la radio pública, ¿cuál crees que es la canción “punto de partida” de tu nuevo álbum?

La canción punto de partida se llama “Por ti” porque fue la canción que le envié a Eduardo para preguntarle si quería trabajar conmigo. Con esa él dijo “dale, de una”, como que le encantó.

Fue la canción que más transitó. Yo le mandé una rumba, tal cual, una rumba de arriba abajo y él pasó por una cantidad de sitios, o sea, como que de la canción que yo le mandé a la canción que salió, se siente el proceso alquímico.