Desde la independencia el café fue el principal producto de la región, y se extendió durante el siglo XIX

En el Catatumbo, la paz se construye con aroma a café

En el corazón del Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander, una tierra campesina quiere superar su historia de violencia y cultivo de coca, saliendo adelante de la mano del café.  
Lunes, 11 Septiembre, 2017 - 12:00

Por: Laura Contreras

San Calixto es un municipio ubicado en pleno Catatumbo, esa zona de la cordillera oriental de Colombia protagonista de tantos titulares en medios de comunicación, pues la violencia ha sido el pan de cada día durante décadas. En este lugar se han disputado el territorio las Farc, el ELN, el EPL y grupos criminales dedicados al narcotráfico. Las armas y la coca se han convertido en el paisaje más cotidiano, así como en su principal estigma.

Y es que tal vez el peor error ha sido pensar en el Catatumbo únicamente como un escenario de violencia, pues en estas tierras tienen lugar también historias que demuestran que la paz es posible y se construye cada día. Así es el caso de José Miguel Lobo Guerrero, un joven de San Calixto que aunque fue desplazado por el conflicto, regresó a su municipio para mostrar que esta tierra puede salir adelante en medio de la legalidad.

Como vicepresidente de la Asociación Procesadora de Café de San Calixto y con su producto estrella, Café Grano Dorado, está demostrando que hay una historia de esperanza en medio de la violencia. “Fui desplazado en el año 2000 y mi padre fue asesinado en medio de este conflicto también, pero quise regresar para reivindicar a la región de la que yo provengo”, dice José con orgullo.

Después de ser marginado en otras ciudades por ser del Catatumbo, este emprendedor sintió la necesidad de regresar a su municipio y hacer algo por cambiar la imagen negativa que muchos tienen del lugar.

“Cuando me fui de san Calixto noté que cuando decía de dónde venía la gente me estigmatizaba. Decían que nosotros matábamos gente, nos relacionaban con bombas, con balas. No se siente bien que te traten de esa manera, más sabiendo que tú no eres así. Así que tenía dos opciones, o dejarme maltratar o trabajar para que mis paisanos no tuvieran que vivir esta historia”, narra.

Café Grano Dorado es el proyecto que inició hace más de un año para mostrarles a los campesinos que se puede salir adelante en la región a través de este grano. Cada porción de tierra que se le arrebata a la siembra de cultivos ilícitos, es una nueva oportunidad para el crecimiento del municipio.

“Decidimos constituir este proyecto bajo la idea de ser constructores de paz, porque somos personas que trabajan para mejorar la percepción social que hay de esta zona y también mejorar la calidad de vida de las víctimas del conflicto. Hacemos todo esto con el ánimo de generarles estabilidad económica y mostrándoles que la producción del café es una actividad legal y se puede reinvertir en el municipio”, agrega.

El proyecto ha tenido tanto auge que en la actualidad beneficia a 220 familias campesinas, muchas de ellas víctimas directas del conflicto. Con cada kilo de café que se recolecta, los involucrados afianzan su deseo de cambiar la imagen del municipio y de paso, fomentar en las nuevas generaciones el interés por esta actividad legal.

“Para nosotros realizar este trabajo contamos con el apoyo de más de 200 familias de campesinos, pero sabemos que esto va más allá, porque queremos que las nuevas generaciones estén inmersas en lo que estamos haciendo, que vayan preparándose para que vean que es necesario emprender bajo principios y valores que le aporten a la comunidad”.

Aunque tuvieron un inicio lento, con 200 kilos de producción, ahora comercializan cerca de una tonelada por mes y se encuentran en adecuaciones para brindar un mejor servicio y llegar cada vez más lejos. Sin embargo, afirma José, la satisfacción no está en vender grandes cantidades, sino en concientizar a los consumidores sobre lo que hay detrás de cada taza de café que toman.

“No nos hemos querido victimizar, sino realmente trabajar por esta región y que nos reconozcan por lo que hacemos. Por eso nos gusta saber que quienes compran este café saben que detrás de cada bolsa hay una historia de vida. Queremos que quien se tome nuestro café sepa que directamente desde el Catatumbo estamos construyendo paz”, concluye.