La protesta de la atleta estadounidense en los Olímpicos que podría quitarle su medalla
Tras ganar una medalla de plata y mientras las otras ganadoras levantaban los brazos en el podio como símbolo de victoria, ella los cruzó, mientras su rostro reflejaba algo de tristeza e incomodidad. Miraba al fondo como interpelando al público. Lo hizo como una forma de protestar y mostrar lo que las personas oprimidas socialmente viven a diario. La joven de 25 años, es afrodescendiente, LGBTI y lucha contra la depresión: tres variables que en su conjunto hacen que sufra los estragos de una sociedad todavía racista, homofóbica y que estigmatiza a las personas con problemas de salud mental.
Saunders afirmó que su objetivo haciendo esto era darle luz a las “personas de todo el mundo que están luchando y no tienen la plataforma para hablar por sí mismas”. Y agregó: “Para mí, haber ganado esta medalla y que eso sirva de inspiración al colectivo LGBT, a las personas con enfermedades mentales y a las minorías negras, es algo que significa todo”.
Y aunque se puede decir que estas Olimpiadas han servido como una plataforma para evidenciar temas políticos y sociales importantes, como la sexualización a las deportistas, el problema a gran escala de refugiados en el mundo y una discusión en torno a la salud mental en el deporte que permitió evidenciar el caso de Simone Biles, el Comité Olímpico está analizando qué sanción le pondrá a la deportista. Esto porque las manifestaciones políticas están prohibidas en las ceremonias de premiación.
En 2018, Saunders contó que ya había pensado en suicidarse ya que atravesaba varios problemas emocionales y aseguró que luego de acercarse a un terapeuta pudo entablar una relación más equilibrada a nivel mental con el deporte y la idea del éxito del mismo. “Está bien ser fuerte y está bien no ser fuerte el 100% del tiempo”, dijo en ese entonces.
Por el momento, la atleta continúa esperando una respuesta del comité que podrá quitarle su medalla olímpica tras analizar su caso.
Esperemos que este caso y el de Simone Biles ayuden a que, cada vez más, en los ámbitos deportivos se siga poniendo el tema de la salud mental y las diferentes opresiones sociales que viven los competidores sobre la mesa, más allá de las reglas que rigen las competencias.