Sobre el Grammy Latino: La música no se trata de ego

Una reflexión en torno a la polvareda producida por las nominaciones a los Latin Grammy.
Jueves, 26 Septiembre, 2019 - 04:11

Por: Santiago Arango

Voy al grano: El músico que graba un disco o inicia una carrera artística buscando reconocimiento, fama o premios, está (para decirlo con sutileza y respeto) desenfocado.

Recuerdo hace unos quince años una conversación con Federico López (quien ha trabajado en la grabación, mezcla, producción o en sonido en vivo con proyectos como Bajo Tierra, Fonseca, Aterciopelados, Providencia, Estados Alterados, Reencarnación, Lucrecia Dalt, Parlantes y muchos otros), cuando me decía: “Primero es la música, lo demás llega por añadidura”. Y la opinión de ‘Fede’ siempre he escuchado con mucha atención.

Así que ese agregado puede ser un premio Grammy Latino, galardón que recién lanzó las candidaturas para 2019 y donde para fortuna de la música colombiana, fueron nominados (entre otros) Puerto Candelaria, Elsa y el mar, Canalón de Timbiquí, Chocquibtown, Juanes, Fonseca, Burning Caravan y Cimarrón, representando una rica paleta de colores musicales y a su vez, de la diversidad creativa del país.

Como ya es noticia cual periódico de ayer, diferentes artistas se manifestaron arguyendo que “Sin reguetón no hay Latin Grammy”. Lo curioso es que tanto locales como J Balvin o internacionales como Daddy Yankee, de hecho, fueron nominados en categorías urbanas. La desilusión (para traer una palabra citada por Maluma) y explicada por Balvin, radica en que los empaquetan en la categoría Urbana. ¿Se imaginan cuántas categorías deberían existir para agrupar tantísimos sonidos existentes y satisfacer así las catalogaciones de cada “movimiento” musical?

¿Es esa la cuestión? Acá debe revisarse con profundidad el tema y parafraseo un adagio popular que funciona para ilustrar: “¿Es el reguetón el ombligo de la música en el mundo?”. La respuesta es: ¡No!  Para alegría del universo (siendo conservador en los estilos citados) existe el jazz, la salsa, la electrónica, el reggae, el folclor, el rock, el pop, el ‘chucu chucu’, la cumbia, el bolero, el tango… y todos ellos con múltiples ramificaciones (verbigracia: electro jazz, canción electrónica, electropop, tango electrónico, techno-cumbia, dance, house, techno…).

En resumen, el reguetón hace parte de la oferta, reconociendo que en la actualidad el género disfruta un pico de popularidad como por ejemplo lo tuvo en otras épocas la música clásica, la canción social o el rock (debe entenderse cada momento histórico, los cambios generacionales, las condiciones sociopolíticas, los medios de comunicación y las formas de circulación de cada hito; y eso, es para un trabajo de doctorado, así que no viene al caso pero vale la anotación).

Hoy somos actores de la música en la era digital, lo cual marca una diferencia con otros momentos de la historia: hoy la música como obra terminada es escuchada, compartida y difundida a través canciones grabadas y llevadas a un disco compacto, un vinilo, un videoclip o un álbum digital. Porque ahora es portable y la llevamos a todas partes, ya sea en el celular, en una memoria, a través de plataformas de streaming musical o de video, sintonizando una emisora en un celular inteligente o en miles de canciones guardadas en un dispositivo móvil.

De manera que en la música todos cabemos e incluso en cada tiempo con sus particularidades, independiente de preferencias. Hay música para el entretenimiento y otra para trascender la existencia humana desde el arte. Cada quien activa el "play" según sus intereses.

En ese orden, Juancho Valencia de Puerto Candelaria expresó en sus redes sociales la sorpresa por la reacción de los artistas ya citados y los invitó a celebrar la diversidad musical de Colombia y el trabajo de los independientes; Y acto seguido, como la segunda temporada de una serie de TV, Balvin también publicó y explicó (con respeto y aplome, todo sea dicho), que celebra las nominaciones de los otros géneros pero insistió en el tema de la categoría.

En fin, categoría o no, la música no se hace para acumular premios, eso es un añadido y (también) un reconocimiento al trabajo. Hay algo que no le pueden quitar a las personas y es el trabajo ganado a pulso, y cada quien sabe qué ha logrado y cuánto ha sudado para materializarlo.

Cabe citar a Chucky García (curador de Rock al Parque) con un tuit sumamente ilustrativo y que comparto a cabalidad:

“En todo caso, no hagan álbumes para que les den un premio. Hagan álbumes porque les nace del corazón o de los cojones. Muchos de los álbumes que jamás ganaron un Grammy siguen siendo platos de primera; y muchos de los álbumes que sí lo ganaron hoy no son más que portavasos”.

Finalmente, recuerdo una respuesta de Goyo de Chocquibtown cuando recién conquistaron el Grammy Anglo, le preguntaron en el canal HTV:

“¿Para qué les ha servido el Grammy?”.

Y con la honestidad y naturalidad que la caracteriza, en medio de una sonrisa casi pueril, dijo, palabras más, palabras menos:

“Ya podemos cobrar más”

¡Hoja de vida!, dirán algunos, aunque al final, siempre quedan las buenas canciones, esas que transforman el mundo y las personas, lo demás es parafernalia.