Mundial Qatar 2022.

Qatar, la muerte del fútbol

El 20 de noviembre comenzó un nuevo mundial de fútbol el cual seguramente se recordará como uno de los más polémicos de la historia. 
Domingo, 20 Noviembre, 2022 - 10:39

Por: Juan Sebastián Barriga Ossa

Al fútbol lo mueven dos fuerzas. Una es la pasión que genera este deporte en millones de personas. Esto es algo inexplicable que prácticamente no tiene sentido. El fútbol son 22 personas corriendo detrás de un balón y eso es suficiente para entender la vida y la muerte; El triunfo y la derrota, la euforia y la rabia. Es algo simple, mágico si se quiere, 90 minutos que le dan sentido a la existencia, los cuales van más allá de una cancha para volverse un eje de la realidad de muchas personas. Es un amor eterno a un color, a una camiseta, a un equipo bien sea el de barrio donde se juega con los amigos, o el millonario club que lucha en una cancha por la gloria o la selección que une a toda una nación. 

La otra fuerza es el dinero. Cualquier cosa que mueva a tantas personas es un negocio redondo. Desde los millonarios derechos de transmisión de las ligas y torneos, hasta la parafernalia de cada equipo, el fútbol es una fuente de ingresos segura tan vasta, que de ella bebe lo legal y lo ilegal.

La historia de este deporte tiene un largo recorrido por lo ilegal. Partidos arreglados, reventa de boletas, apuestas ilegales, control de la mafia, sobornos. Es bien sabido que la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación) es una de las entidades más corruptas del mundo. En mayo de 2017, las autoridades suizas arrestaron en un hotel de Zursih a 14 personas, entre ellos 9 asociados de la organización, por aceptar sobrinos, lavar dinero y fraude, hecho que se conoció como el FIFA Gate, lo cual terminó con la renuncia y el destierro de Joseph Blatter, expresidente de la FIFA quien llegó a ser el hombre más poderoso del fútbol. 

Esta dualidad resume perfectamente el sentir de la pelota. Esa contradicción constante que es el fútbol, deporte que con este mundial enfrenta uno de sus momentos más difíciles. 

“La copa de la vergüenza”

Este es el nombre con el que sin duda el mundial de Qatar pasará a la historia porque hasta ahora lo que más ha llamado la atención de esta edición tiene que ver poco con el deporte. 

De hecho una de las cosas que los implicados del FIFA Gate tienen en común, a parte de todos ser hombres, es que los hechos de corrupción por los que fueron acusados están relacionados con la compra de la sede del mundial por parte de este país árabe, sin tradición futbolera e inmensamente rico. 

Desde el 2009, cuando se reveló la candidatura de Qatar, comenzaron las quejas, sobre todo porque este país de apenas 11,581 km2 y casi tres millones de habitantes, está en la edificado sobre un estéril desierto, lo cual obligó a que se moviera la fecha para finales de año. Además, al no tener una tradición futbolera, no contaba ni con estadios ni con infraestructura y para rematar, este es un país musulman fundamentalista, muy conservador regido por una monarquía a la que no le importan los Derechos Humanos. 

Pero el dinero lo puede todo. En tiempo récord se construyeron seis de los ocho estadios en los que se jugarán los partidos, más infraestructura vial, hotelera y transporte público, lo cual según cálculos fue una inversión que supera los 200 mil millones de dólares. El mundial más caro de la historia. 

Pero para entender lo complejo de este mega evento deportivo, hay que entender la historia de Qatar.

Del desierto a la distopía

Este pequeño país es una península cuya única frontera terrestre es Arabia Saudita y durante muchas décadas tuvo poca influencia sobre la región. Más bien este territorio pasó desapercibido en el mapa geopolítico mundial. Tal vez lo más destacada que tuvo Qatar durante décadas es que ha sido uno de los países más pacíficos del mundo, hablando en términos bélicos, 

Durante más de cien años, Qatar ha sido regido por una monarquía encabezada por la dinastía Thani, hoy liderada por el Emir Tamim bin Hamad Al Than y durante buena parte del siglo XIX y del XX fue un país muy pobre que se dedicó principalmente a la exportación de perlas. Entre 1872 y 1913 este territorio fue parte del imperio Otomano, hoy Turquía, y luego pasó a ser un protectorado del imperio británico hasta su independencia en 1972. 

Poco y nada pasaba en este pedazo desierto alejado de las guerras y los conflictos políticos, hasta 1939 cuando se encontraron los primeros yacimientos de petróleo. En aquel entonces, los británicos no pudieron explotar este preciado recurso por culpa de la Segunda Guerra Mundial, y tras el término de esta no pasó mucho hasta la década del 70.

La independencia de Qatar, vino con la bendición del descubrimiento de una enorme fuente de gas natural, la tercera más grande del mundo. En 1972, Khalifa bin Hamad Al Thani hizo un golpe de estado pacífico contra su padre, el Emir Ahmad bin Ali Al-Thani, y con el dinero del gas y el petróleo realizó una revolución que volvería al país la pequeña potencia que es hoy. 

Con los petrodólares Qatar se modernizó, sus ciudadanos se volvieron ricos e invirtió en todos los negocios posibles. Desde comprar de finca raíz en Europa hasta la creación a finales de los 90 de Al Jazeera, uno de los medios de comunicación más prestigiosos del mundo. Pero con el dinero y el prestigio también llegaron las tensiones políticas

A pesar de ser un país sunita, Qatar tiene conflictos con las dos grandes potencias del mundo arabe, Arabia Saudita y Egipto, también sunitas. En 2017 ambos países encabezaron un bloqueo causado por varias tensiones políticas, entre esas la cercanía de Qatar con Irán, país chiita, y por el apoyo económico que Qatar ha dado Hamas, partido político palestino, y a los Hermanos Musulmanes, ambas organizaciones consideradas terroristas por Egipto, además este bloqueo involucró también a Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Libia, Maldivas y Yemen.

Pero lo que más polémica causa es que este es un estricto país hiper religioso donde ser homosexual es un delito, las mujeres casi no tienen derechos y cualqueir comportamiento escandalozo se paga con fuertes multas o la carcel. 

Lo cual choca directamente con el sentir futbolístico. 

Las contradicciones de la copa

Pocas cosas logran unir a las personas como el fútbol. Este deporte es un pegamento social que se siente en el corazón y en el alma. Gracias a esto, desde hace varios años se ha hecho un esfuerzo enorme por sacar el racismo, el sexismo, la discrimianción y la violencia de los estadios. 

Ligas como la Premier League de Inglaterra, lucen la bandera LGBTIQ en los brazaletes de sus capitanes y antes de cada partido los jugadores ponen la rodilla en el suelo como símbolo contra el racismo. Además, en todo el mundo se ha trabajado muy duro desde los económico, político y social para fortalecer el fútbol femenino. 

No se puede pensar en el fútbol actual sin las palabras inclusión y tolerancia, pero eso en Qatar no existe. Entre las múltiples prohibiciones impuestas por el gobierno está ondear la bandera arcoiris en los estadios, las muestras de afecto públicas, incluso entre parejas heterosexuales, y a las mujeres no se les permite usar ropa corta. Ya ni siquiera está permitida la venta de alcohol en los estadios, así que es absurdo que la esencia de lo que hace el fútbol tan especial, sea castigado en el evento más importante de este deporte. 

Pero esta es la parte sueve de la polémica ya que no solo hay corrupción, discriminación y represión, la muerte también ha marcado a esta copa. Se calcula que 6.500 personas, en su mayoría migrantes, fallecieron durante las obras del mundial. Según Amnistía Internacional, se detectaron ocho formas de explotación que incluyen: amenazas, retraso en los pagos, salarios menores a los prometidos, pésimas condiciones de vida y la imposibilidad de dejar las zonas de trabajo o el país.  

A pesar de todo esto, tanto la FIFA como varios medios de comunicación han trabajado muy duro para “limpiar” en nombre del anfitrión. Estrellas como David Beckham promocionaron el mundial y medios como ESPN gastaron mucho dinero mostrando las maravillas de Qatar y sin duda, mientras dure la competencia, seguro entre partido y partido se irá hablando bien de anfitrión. 

Pero la hinchada no olvida ni perdona. Varias barras y organizaciones han llamado a boicotear el mundial, incluso políticos como la ministra alemana del Interior se han pronunciado, quien criticó las declaraciones de Khalid Salman, el embajador del mundial, quien dijo en la televisión alemana que “la homesuxualidad es una enfermedad”. También algunos futbolistas han alzado su voz de protesta como Philipp Lahm, campeón con Alemania en 2014, quien declaró que: “Los homosexuales siguen estando criminalizados, las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres, la libertad de la prensa y la libertad de expresión están restringidas”, y agregó que este mundial le ha hecho un daño al fútbol.

Pero esta no es la primera vez que algo parecido pasa. La copa de Italia 1934 fue usada por Mussolini para exaltar el facismo. La edición de Argentina 78 fue usada por la dictadura para lavar su imagen. Pero a la larga fue un autogol porque la televisión holandesa, en vez de enfocar sus cámaras en su selección que jugó la final, lo hicieron en las Madres de la Plaza de Mayo y le mostraron al mundo las violaciones a los derechos humanos realizadas por la junta militar. 

Y algo similar puede pasar en Qatar, sobre todo ahora que la información viaja más rápido y ya tenemos claro lo qué está pasando en ese país. Pero a la larga esa es una de las cosas más tristes de esta edición, que la pelota al parecer sí se manchó. Este mundial marca el final de una era para el fútbol, desde el 2026, cambiará el formato y al mundial de Canadá, Estados Unidos y México clasificaron por primera vez 48 equipos y no 32. A parte varios de los jugadores más relevantes de los últimos 20 años se despedirán del deporte en Qatar. 

Para cualquier fanático del deporte es triste ver que una nueva era comienzé con una injusticia tan grande. Y está el dilema entre vivir esa pasión que suscita cada mundial y al mismo tiempo saber todos los problemas que giran alrededor de esta organización.

Tal vez esto sirva para realmente mover los cimientos empresariales del deporte y se logren hacer cambios que no solo piensen en el dinero, o tal vez ayude a la gente a volver a las raíces del fútbol y su carácter popular y comunitario. Pero algo es seguro, este mundial servirá para que se fortalezca el carácter político del fútbol y traerá la esperanza de que en el futuro la nuevas generaciones le quiten el balón a la hegemonía y se lo devuelvan a la gente.