Ciudad Bolívar, un territorio que clama por ayuda. Archivo:Bogotá

Ciudad Bolívar, un territorio que clama por ayuda

Además de pedir comida también se exige que se declare la “Urgencia Manifiesta” y otros modelos económicos.
Viernes, 15 Mayo, 2020 - 11:50

Por: Cristian Galicia

Durante las últimas semanas se han llevado a cabo numerosas manifestaciones en esta y otras localidades del sur de Bogotá como Usme, San Cristóbal, Bosa y Kennedy. La comunidad demanda una ayuda inmediata a sus necesidades, pues, aunque se resguarden en sus casas durante la cuarentena para evitar infectarse del Covid-19, todos son igualmente propensos a pasar hambre.

Esta es la dicotomía que vive la población más vulnerable y empobrecida en la capital del país, en un territorio complejo donde los más de 25 mil predios informales originados en los últimos 5 años configuran un lugar de grandes necesidades y de pobreza extrema; la cual por la crisis se ha disparado de manera exponencial según Christian Robayo Arias, edil de la localidad.

Diferentes repertorios de acción colectiva se han utilizado para visibilizar las problemáticas y obtener atención del distrito de manera integral en los territorios, algunas han sido cacerolazos, plantones, bloqueos y mesas de diálogo entre la comunidad y el distrito que no han funcionado.

Todo lo anterior ha estado encaminado a pedir atención y ayudas; no obstante, ante planes de contingencia que no son suficientes y que abarcan a muy pocos, en muchas casas del sector se siguen ondeando los denominados “pañuelos rojos”, una protesta de hambre silenciosa que los ciudadanos encontraron para pedir comida, pues al no poder ir a trabajar no hay qué llevar a sus casas y a sus familias; esta es una manifestación clara de la grave situación que se vive en la región.

Hace unas semanas se viralizó por redes sociales cómo muchos trabajadores informales, víctimas del conflicto armado, recicladores y pobladores en situación de vulnerabilidad de Ciudad Bolívar clamaban por comida, aunque la represión violenta por parte de las autoridades pareció llegar más rápido que las ayudas esperadas.

Mientras transcurrían dichas manifestaciones, habitantes del sector denunciaron los abusos y grabaron a quienes resultaron heridos por el abuso de poder. Christian Robayo fue uno de los ciudadanos que denunció esta situación de agresión en contra de la comunidad a través de su cuenta de Twitter.

Sin embargo, y pese a la represión, las protestas han continuado en diferentes sectores de la localidad como Arborizadora Alta, Bella Flor, sector La Torre, Acapulco, Paraiso, Compartir, San Francisco, Sierra Morena, México y la Estancia.

“Frente a las protestas y movilizaciones que persisten, lo primero que debemos entender es que éstas se producen como parte de la desesperación en la que se encuentra la población frente a la falta de alimentos, la falta de recursos para poder pagar el arriendo y servicios públicos. Las personas se ven instadas a salir a las calles, aun ante el riesgo de contagio, para exigirle a un estado que tiene una deuda histórica con la localidad que responda ante la crisis humanitaria”, comenta Andrea Bohórquez, líder territorial y periodista.

En este sentido, cabe agregar que esta localidad viene reclamando cambios estructurales desde hace ya varias décadas para que se implementen políticas públicas de bienestar e integración social y se rediseñen rutas de atención que además de prepararles en casos de emergencia como la actual, fortalezca la oferta de programas sociales y de empleo, vigorice la producción campesina local y de una u otra manera las oportunidades en la educación superior, todo con el objetivo de crear herramientas alternativas de sostenibilidad económica.

Las ayudas son insuficientes

Según el edil Christian Robayo y la edilesa Luceris Segura Salas, las ayudas alimentarias ya empezaron a llegar a diferentes puntos de la localidad como en el barrio Potosí, en el Recuerdo, la Joya, Sotavento, en Altos de la Estancia y en La Playa; en su mayoría han sido entregadas por parte del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER) y se espera tener claridad cuáles han sido por parte de Bogotá Solidaria en Casa.

Ambos ediles aclaran, empero, que las ayudas que se están entregando no son suficientes ni están llegando a todo el territorio y, ni las comunidades, ni las organizaciones sociales, ni los líderes comunitarios y mucho menos en la Junta Administradora Local (JAL) saben cómo se planean seguir entregando las ayudas o cuándo.

“Este es un complemento que ha encontrado el Distrito para atender algunos ciudadanos y familias; no con ello desaparece la responsabilidad también de ubicar estrategias solidarias y comunitarias necesarias, dada que es impresionante la cantidad de gente que necesita recursos en Bogotá y en la localidad de Ciudad Bolívar”, Christian Robayo.

Es decir, la entrega de ayudas además de avanzar lentamente es ínfima en comparación al número de personas que lo necesitan y el hambre no da espera. “Las ayudas humanitarias no superan los 6 mil mercados entregados a la gente y sabemos que en la localidad hay más de 750 mil habitantes, entonces eso comparado es un porcentaje muy pequeño”, Luceris Segura.

La crisis en la salud

De acuerdo con el Observatorio de Salud de Bogotá para el 12 de mayo la capital ya superaba las 4.500 personas infectadas, siendo Ciudad Bolívar la sexta localidad con más casos confirmados de Covid-19, con un total de 252 infectados y 13 muertes. En este sentido, los sectores sociales piden, con el propósito de poder hacer pedagogía en las comunidades, tener acceso a una información que precise dónde es el mayor contagio y cómo se está tratando el virus.

Mientras la propagación del virus parece seguir creciendo, el recelo hacia la ineficiencia del Sistema de Salud distrital y nacional también lo hace; ya que, debido al Decreto 641 de 2016 por el cual se efectúa la reorganización del Sector Salud de Bogotá, se han hecho diferentes disposiciones como cerrar muchos centros de salud y disminuir servicios en otros; esto de acuerdo a lo ordenado por el decreto y los nuevos estándares de infraestructura que exige.

“Frente al tema de salud hay que decir que el efecto dañino que se ha tenido en localidades como Tunjuelito, Usme, Ciudad Bolívar y Sumapaz ha sido nefasto. En nuestra localidad hemos tenido un promedio de 9 centros de salud cerrados que atendían urgencias primarias, reanimación y estabilización para traslado a centros de cuarto nivel como lo son los hospitales de Meissen y Tunal”, explica Andrea Bohórquez, quien tiene más de dos años de trabajo territorial en materia de salud en la localidad.

Y es que antes de la crisis sanitaria el territorio ya tenía problemas muy complejos frente al derecho a la salud, con escasas unidades de servicio de cuarto nivel de atención, obras que llevan 25 años y no se han terminado como el denominado “esqueleto” y situaciones actuales como aquélla que agrupa a cuatro localidades dentro de la Subred Sur que solo opera con dos hospitales para atender el Covid-19; “claro ejemplo de que la localidad no está preparada para atender esta pandemia y las comunidades que forman parte del régimen subsidiado corren un riesgo enorme”, dice Luceris Segura.

Alternativas y soluciones

La apertura paulatina del sector manufacturero ya empezó en el país y en Bogotá el proceso de certificación ya ha dado luz verde a varias empresas para reanudar labores. Esta decisión para los sectores sociales es problemática pues los operarios obreros que se encuentran en la localidad son los que en su mayoría saldrán a laborar y se estarán exponiendo más al contagio del virus.

Por lo anterior, los líderes de la comunidad y las organizaciones sociales han propuesto diferentes alternativas que pueden garantizar la seguridad a un número mayor de personas durante la cuarentena para pasar el confinamiento de manera digna.

1.    Plan de choque  

Se proponen unos ingresos básicos para atender la emergencia ayudando a la gente de aquellos territorios más empobrecidos, con el objetivo de que ese apoyo económico pueda cubrir la alimentación (productos básicos de la canasta familiar) y una parte de los arriendos a pagar.

¿Cómo se podría financiarlo? Se pueden revisar algunos presupuestos de la nación, por ejemplo, el 4x1000. Igualmente, también se podría disponer recursos de las reservas internacionales o de los créditos de omisión del Banco de la República.

2.    Economía colectiva

A través del Plan Maestro de Abastecimiento y Seguridad Alimentaria fortalecer la zona rural desde el establecimiento de un trabajo articulado con los campesinos de la comunidad que son más del 70% de los habitantes de la localidad, según lo afirma Luceris Segura y la Revista Semana.

Por lo tanto, lograr un abastecimiento de productos de la zona rural a la zona urbana, fortificando las huertas comunitarias “para que los campesinos no tengan que venderles a intermediarios, sino que sea el mismo Distrito que les compre los mercados a precio justo y por medio de los encadenamientos comerciales como las plazas de mercado y los vendedores informales. Así se organiza un sistema de distribución justa para que a esos sectores vulnerables lleguen canastas con un balance nutricional adecuado de forma gratuita, eso no requiere mayor inversión de la que ya se ha hecho”, así lo explica Julián Arana, líder territorial.

3.    Oportunidades de trabajo

También se puede contratar personas del territorio para atender la emergencia, así se podría llevar a cabo en la estrategia Bogotá Solidaria en Casa y en otras que se adelanten.

4.    Declarar la Emergencia Manifiesta

Según la Corte Constitucional es una situación que puede decretar directamente cualquier autoridad administrativa cuando se presenten estados de excepción, cuando se trate de hechos de calamidad o constitutivos de fuerza mayor o desastre que demanden actuaciones inmediatas, entre otros. Así se pueden redireccionar los recursos que usualmente se utilizan para invertir en otros sectores de la localidad para atender la pandemia y los efectos colaterales de la misma.

5.    Reapertura de Centros de Salud

La rehabilitación de los CAMIS, los Centros de Atención Prioritaria en Salud (UPAS), asimismo de las Unidades de Vida Articula (UVAS) y los comedores comunitarios, los cuales prestaban un servicio vital para familias que no tiene cómo acceder a los alimentos básicos diariamente y mucho menos pagar regímenes de salud privada..

Continuar el apoyo a comunidades, generar denuncias, facilitar mesas de diálogo e interlocución con las instituciones, canalizar apoyos convocando al sector privado para que puedan donar mercados, artículos de primera necesidad o dinero y llevar ayudas a la población, es a lo que se han dedicado diferentes líderes aquí mencionados, sin embargo, son esfuerzos mínimos, como ellos mismo reconocen, debida la dimensión de la crisis y el número de personas que necesitan apoyo.

Ciudad Bolívar, por su contexto histórico, ha tenido sectores sociales y liderazgos organizados, cuyo papel en la actualidad ha sido fundamental para que no se desborde la situación a una violencia desmedida, aún así, se sigue pidiendo un viraje a las políticas de emergencia para que se enfoquen en las comunidades vulnerables.

Mientras estas necesidades básicas no sean cubiertas o tengan una atención digna, continuarán las “protestas de hambre”, como las llama Julián Arana, líder territorial y comunal, pues como él mismo afirma “en coyunturas específicas éstas se han manifestado como una reivindicación espontánea y como respuesta a una realidad concreta y muy difícil que es la vulnerabilidad en términos de garantías de derechos a la vida digna”.