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“No fue mi culpa”, una serie para abrir la conversación sobre el machismo

Conversamos con Felipe Cano, director de la misma y quien nos contó su propósito y el de su equipo, al realizar esta serie de Star Plus.
Viernes, 23 Septiembre, 2022 - 01:26

Por: María Claudia Dávila

Rosa Elvira, Yuliana, Deisy, Karol, Sharit, Leidy, Johanna, Ana Sofía, Yulieth, Zulma, Milena…son solo algunos de los nombres de las miles de mujeres que han sido asesinadas en nuestro país por el hecho de ser mujeres. 

De acuerdo al último informe semestral del Observatorio de Violencias Contra la Mujer de la Fundación Feminicidios Colombia, 130 mujeres fueron víctimas de este delito, en su mayoría a manos de sus parejas y exparejas. La organización también determinó que hubo un aumento de casos de desaparición en un 88 % y tortura en un 53 %. 

Sin embargo, la violencia de género toma muchas formas y se camufla también en comportamientos cotidianos. Ataques de celos, morboseo, acoso y hostigamiento en línea son solo algunos ejemplos de ello y de lo que vivimos las mujeres a diario en un país tan patriarcal como el nuestro.

Por este motivo y para abrir la conversación sobre ese gran elefante en la habitación que es la violencia de género en nuestro país, surgió No fue mi culpa”, una serie dirigida por Felipe Cano, escrita por Ana María Parra y en la que actúan Marcela Mar, Rashed Estefenn, Nicole Santamaria, María Cecilia Sánchez, Martina García e Indhira Rosa Serrano. 

En esta oportunidad conversamos con Felipe sobre sus motivaciones, el proceso de investigación y sobre su lectura del machismo en nuestro país. 

¿Cómo llegas a querer contar estas historias? 

Yo empecé mi carrera universitaria realmente como actor en España. Luego, gracias a un profesor que me hace caer en cuenta de que yo siempre estoy más preocupado por lo que está ocurriendo detrás que por hacer las cosas bien adelante, veo mi ADN de director. Eso me lleva a montar una compañía de teatro después de graduarme y al mismo tiempo empiezo a estudiar cine.

Llego a Colombia y termino trabajando como profesor. Ahí me encuentro con uno de mis amigos de España, Felipe Martínez, otro director y él recibe una propuesta de trabajo cuando se empiezan a hacer series premium en Latinoamérica. Me pregunta si yo quiero ser su asistente y ahí inició mi carrera como asistente dirección en Fox Colombia. 

Después de muchos años de hacer cosas para la televisión con clientes internacionales como Fox y Disney, llega el universo de las plataformas y yo tengo la buena suerte de diseñar el proyecto de "El caso Colmenares" con Netflix y Dynamo. Esto me abre a mí las puertas como director en el mundo de las plataformas después de haber hecho mi primer largometraje "La semilla del silencio"

Uno de los proyectos que llega, gracias a Vista Producciones y a Star plus es "No fue mi culpa". Esto, gracias a un trabajo que habíamos hecho con Vista y Disney de una serie para televisión abierta que se llama “El laberinto de Alicia”, la cual denuncia el acoso y el abuso sexual infantil  a través de un trabajo muy serio de responsabilidad social y con una manera de abordar el tema muy cuidadosa. 

Creo que eso le da pie a Disney y a Vista para convocarme a ser uno de los directores y liderar el equipo de "No fue mi culpa", con la que había que tener un tacto muy específico  y un alma muy concreta para poder contarla.

Después de haber hecho “El caso Colmenares” y también tratar el tema de la violencia sexual en la infancia en “El laberinto de Alicia” y llevar casos reales a la ficción, ¿cómo ha sido el reto en “No fue mi culpa”?

Hay una línea que siempre marca mi trabajo y que trato de que exista en la mayoría de los casos y es aportar algo a la sociedad. Así sea a través del mercadeo de unas plataformas, hay proyectos que tienen algo que aportar en lo que están contando para el espectador y que tiene que ver con una reflexión. 

Nosotros en nuestra responsabilidad social, los actos criminales y las escenas amarillistas, no las copiamos. Creo que es muy difícil copiar lo que realmente siente una víctima. Creo que no necesitamos revictimizar a la gente haciéndolo, sino dejar que el espectador lo arme en su propio cerebro. 

Lo que es importante acá son dos cosas: el pre y el post. Hay dos caminos en las ciencias forenses que son la criminalística y la criminología, y a mí la línea que siempre me ha llamado más la atención es la criminología que nos explica porqué estas cosas suceden en una sociedad y qué podemos hacer para que no se repitan

Más que mostrar quién fue, cómo fue, a qué horas fue, dónde fue, lo importante es la reflexión individual. Es decir, que uno pueda pensar en cómo puedo evitar esto según mis comportamientos sociales en el día a día.

Lo que es verdad es que aquí no se necesita una noche, ni un barrio diferente, ni una calle oscura y tal para que estas cosas sucedan. Hay comportamientos sociales que todo el tiempo están por ahí sonando y que nosotros a veces pasamos por alto frente a nosotros mismos o dentro de la sociedad que pueden afectar a terceros. 

Luego, el post es cómo se pueden solucionar estos temas. En el caso de No fue mi culpa, era mostrar cuál es el abandono que hay a las víctimas de parte del Estado, el abandono de nosotros como sociedad y lo voy a decir directamente: el importaculismo de que si no es conmigo, no me involucra. 

¿Cuál es tu lectura de por qué sucede esto en nuestra sociedad?.. Mencionábas que hay unas banderas o unas alarmas sociales, ¿cuáles serían estas y cómo evitarlas?

Tenemos que entender que hay muchas maneras de ser victimario. Los victimarios sobre todo, los de los casos más graves no están locos, no se salieron de sus casillas, sino que son realmente criminales.

A veces nuestras leyes y la manera en que vemos las cosas y hasta las noticias suavizan un poco la situación, por ejemplo, diciendo “Muere una mujer a golpes”, en vez de decir “Una mujer es asesinada por fulano”. 

Por eso se crea la Ley de feminicidios en nuestro país: porque asesinan mujeres por el hecho de ser mujeres, no por nada más. Lo primero que tenemos que hacer es un cambio de mentalidad y entender que esto no es que se le fue la mano; es un criminal porque tomó una decisión y porque creó comportamientos y conductas. 

Además de eso, hablando del cotidiano, hay un montón de situaciones de violencia de género que hemos vuelto normales, pero que no pueden estar permitidas. 

¿Por qué una mujer tiene que bajar en pareo a la piscina del hotel? Porque hay por lo menos 15 ojos viendo una cola. Eso es un pequeño cambio de comportamiento individual cotidiano, donde la mujer que bajó se tiene que sentir absolutamente cómoda de ponerse lo que se le dé la gana sin ser morboseada.

Eso está muy bien narrado en el capítulo tres de No fue mi culpa donde se explica que ese micromachismo va emitiendo alertas y a veces no nos damos cuenta. No sabemos en dónde van a desencadenar esas violencias y la permisividad de los actos repetitivos pueden hacer que el monstruo crezca. 

Si yo no corrijo a un tipo al tiempo que es capaz de cogerle las nalgas a una mujer en la parada del bus, va a pensar que lo puede seguir haciendo. Puede que yo como individuo no le pueda pegar porque es más grande que yo, pero si las diez personas que están alrededor están en la misma línea de pensamiento, somos diez contra uno. 

¿Cuál ha sido la respuesta de la audiencia? ¿Qué reacciones ha tenido la gente o qué pretenden ustedes desde el detrás de cámaras?

Yo siempre he dicho que lo que debería servir este proyecto es para sentarse y abrir esa charla entre la sociedad sobre lo que nos está pasando. Han sucedido cosas, las entidades y organizaciones que tienen que ver con el tema en nuestro país e incluso internacionales, han aplaudido a la manera, responsable y contundente con la que tocamos el tema. Me refiero a Feminicidios Colombia, ONU mujeres y a otras asociaciones. 

Lo que ha pasado es que los hombres se han visto reflejado en algunos casos en cuanto a micromachismos, incluso nosotros mismos dentro del equipo, y las mujeres, las que han transitado por eso o las que no se habían dado cuenta, han visto un reflejo real de la situación. 

¿Cómo ha sido ese proceso de ser hombre y narrar estas historias que, como bien decías ahorita mencionando las organizaciones, han estado más que todo en manos de mujeres y del feminismo y que si bien han hecho un trabajo impresionante para abrir la conversación, muchas veces se quedan cortas a la hora, de entablarla con hombres? 

Yo me siento muy honrado de que en ningún momento se hable de que un hombre dirigió algunos capítulos. Es decir, que no haya que hablar de eso y que lo que importe es lo que la gente está viendo y no quién estuvo detrás o por qué estuvo un hombre. En eso me abrazo por el hecho de que no importa mi género si yo entiendo el problema. 

No necesariamente tengo que ser feminista para poder hablar del dolor en el abandono de la sociedad y de la manera en la que estamos mal seteados los hombres con nuestra visión de las mujeres. 

Yo, por ejemplo, todavía no lo he resuelto yo mismo, porque durante 40 años pensé de una manera, entonces sé que tengo que corregir ciertas acciones, como que a veces me pongo celoso con mi novia. Yo sigo en ese trabajo, pero eso no quiere decir que yo sea feminista ni que ya me curé de ser un macho. Quiere decir que reconozco que lo que es lo que hay que hacer y gracias a esta serie logré reconocer de lo que tenía que hablar y de lo que realmente es importante.

Lo más importante para mí es que el hecho de que yo sea hombre, no se ha visto reflejado en el proyecto, ni en las discusiones que ha abierto el proyecto, ni para bien ni para mal. Ni me han aplaudido porque soy hombre y logré contarlo, ni me han criticado porque soy hombre y lo conté y eso creo que es el éxito del proyecto que lo que importa es lo que se contó. 

Estas conversaciones se abren normalmente cuando hay un gran caso mediático, porque víctimas hay todos los días, todo el tiempo. Nosotros lo que hicimos fue abrir un camino mediático para hablar del tema sin que hubiera una gran víctima, porque víctimas hay en todas las esquinas, todo el día. 

Lo importante en ese sentido era no esperar a que hubiera otro gran caso mediático para abrirla, sino aprovechar esta ficción para sentarnos y hablarnos y mirarnos a la cara. Yo veo que a los cuarenta hombres que hay más o menos en el equipo, nos hizo replantear muchas cosas y reconocer que hay que hacerlas de otra manera.