Yimmy Defelipe y su bólido del rock

Para Yimmy, escuchar la radio es más que una experiencia, es una oportunidad sensorial y emocional que le hace olvidar la soledad
Jueves, 16 Julio, 2020 - 04:48

Por: Cristian Galicia

—Rondaba el año 2011 cuando yo estaba sacando un servicio de Cuadra Picha, en el que iba una muchacha muy triste y un poco alcoholizada. Decía que no quería vivir más después de haber encontrado a su novio siéndole infiel. Fue un servicio largo (hasta Cedritos) en el que tuvimos la oportunidad de hablar bastante. Yo intentaba calmarla diciéndole cuán importante era su vida, pero ella lloraba desconsoladamente y amenazaba con que esa noche sería su última. En un momento escuché algo en la radio y le dije “¿Quiere ver una señal de Dios?” Entonces le subí el volumen y estaba sonando en Radiónica “Shine” de Collective Soul, ella lo escuchó muy concentrada y al finalizar la canción, mientras le salían lágrimas como cascadas, se lanzó y me abrazó con gratitud. En ese momento me di cuenta del poder de la radio.

Un entusiasta, un apasionado y un amante del Rock n’ Roll, así es Yimmy Alexander Defelipe Patiño, un taxista de 44 años que tiene por profesión una heredada de su padre. Era el año 1993 cuando su papá compró un taxi y empezó a conducirlo esporádicamente; al salir de la oficina trabajaba un par de horas, hasta no muy entrada la noche, pero al pasar el tiempo su satisfacción con el servicio que prestaba creció a tal punto que se lo transmitió a su hijo, quien en el 2006 empezó a recorrer las calles de la ciudad con su bólido amarillo.

Esa profesión, sin embargo, se convirtió en la segunda pasión de Yimmy, porque su más grande afición, aquella que sacia la sed de sus oídos y que lo acompaña en los momentos de soledad, ya tenía varias décadas a su lado.

A finales de la década de los ochenta cuando empezaba la curiosidad por el equipo de sonido y había una industria incipiente de digitalización, una emisora marcó profundamente su juventud. Un día el dial del radio estaba sintonizado en el 88.9 que en ese entonces era Super Stereo, cuando su atención quedó eclipsada con los riffs metálicos de una canción: “Sweet Child O’ Mine” de los Guns N’ Roses. En ese momento Yimmy se sentó a escuchar con atención solemne canción tras canción y en una posición casi espiritual vivió una experiencia que lo transmutó sin duda.

En los años siguientes descubrió sin descanso infinidad de canciones, álbumes, bandas y artistas, entre los cuales se grabaron como vinilo en su cabeza “Home Sweet Home” de Mötley Crüe, “Todo lo que hago, lo hago por ti” de Bryan Adams, “Revolution” de Guns N’ Roses, “Bed of Roses” de Bon Jovi y en especial, la pasión desgarradora de la guitarra y la batería de “Wind of change” de Scorpions.  

—Luego empezó el boom del rock en español, recuerdo que con tapitas se reclamaban unos discos pequeños de revoluciones, de los cuales alcancé a reclamar el de Caifanes, Soda Stereo y el de Los Toreros Muertos. En ese tiempo, en la época de la adolescencia, uno estaba en la búsqueda de la originalidad, yo encontré el Rock n´Roll y tome la decisión de que ese era mi camino. ¡Subiré al cielo con el rock n roll!

La gran influencia para este taxista vendría años más tarde con el locutor Andrés Durán quien, con Lucho Metales, dirigía el Expreso del Rock. Allí abarrotaban a los radioescuchas de datos, historias y daban a conocer nueva música, alimentando así el alma de roquero diletante de Yimmy quien, todos los domingos sin falta, no se despegaba de la emisora durante cuatro horas, hasta la medianoche o hasta que lo regañaban sus padres.  

Unos años después empezó a escuchar la Radiodifusora Nacional de Colombia, mucho antes de que parte de su programación específica tomara identidad y nombre propio para llamarse “Radiónica”. En los años 1994-1995 la oía cada vez más, pero se convertiría en un verdadero seguidor cuando en 2005, como lo expresa él mismo “la sabiduría se juntaba con la inteligencia y el conocimiento”, pues Andrés Durán se unía al equipo de la emisora.

La forma como disertaba sobre la música el locutor y todos los artistas nuevos que promovía atraparon la atención completa de Yimmy, para él era como estar ante la voz de un doctor del rock. Años después escuchó a quien describe como una eminencia que “no es un profe, sino un decano en la música” Álvaro González Villamarín, más conocido como “El Profe”. Para él escuchar al profe era como estar en una clase magistral y aún lo es, por eso, siempre mientras conduce, toma una disposición vehemente para aprender todas las enseñanzas impartidas.

—Radiónica me gusta bastante porque en términos generales hay una variedad de mezclas de música, se encuentran todos los géneros, pero especialmente lo que me hizo quererla más es que se escucha el rock más puro, nada comercial, todo es más íntegro, hay agrupaciones independientes que convergen y se unifican en diferentes ritmos.

La radio para este conductor se convirtió, entonces, en su mejor compañía, una incorpórea, intangible, pero de gran presencia física, que por medio de las voces y la música le ofrece una descarga de corriente y una revolución química que lo motiva todos los días en su trabajo.

Es el fervor por la radio y el rock el que lo ha llevado a servir como taxista sin descanso, transportando sueños, ilusiones y las vidas de muchas personas a quienes siempre aconseja a través de una canción o un álbum de rock n’ roll. Para Yimmy, escuchar la radio es más que una experiencia, es una oportunidad sensorial y emocional que le hace olvidar la soledad, “haciendo un símil, es como una novia: hay noticias buenas, malas, las emociones suben, bajan, sientes felicidad, es radiación en la vida”.

Hoy, Yimmy, mientras toma el Desayuno de Radiónica y escucha “El Silencio” de Caifanes como si fuera la primera vez que vive esa narración adrenalínica, rememora aquellos momentos en los que ser conductor ha significado más que dar un servicio, en los que se ha encontrado con su misión de vida.

—Escuchar la radio nos abre la imaginación, nos saca esa parte poeta del ser humano que todos tenemos. La radio ayuda a explorar, a escribir y a transmitir esas letras de la música que muchas veces puede salvar a la gente.

Recuerda, entonces aquella anécdota de la joven que a sollozos y sin ganas de vivir logró salvar con una canción de Rock, a esa joven quien dos años después sería su gran amiga y que incluso lo invitaría a su matrimonio, agradeciéndole por darle significado a su vida a través de la música, así como, el mejor amigo de Yimmy, el Rock n Roll, lo ha hecho con él