Turismo en Villavicencio: un recorrido inolvidable

Recorriendo Villavicencio y sus historias

Visitamos la capital del Meta en compañía de FONTUR (Fondo Nacional del Turismo) y pudimos conocer los lugares más importantes de esta región.
Jueves, 4 Octubre, 2018 - 12:39

Por: Juan Pablo Pérez

'Villavo' cuenta con un clima agradable, una inmensa riqueza en cuanto a flora y fauna se refiere. Avistamientos de aves y monos entre sus árboles, además de una gastronomía ampliamente reconocida en el resto del país, la famosa carne a la llanera, que debe su sabor a la leña de yopo, árbol de la región al que la capital del Casanare, Yopal, debe su nombre.

Sin duda lo más interesante de Villavicencio es que su enfoque turístico, más allá del ambiente de balneario y fiesta propios de cualquier ciudad cálida, es una ciudad experiencial y muy arraigada a sus tradiciones culturales. Al entrar a una tienda de artesanías, un local de comercio casual, un restaurante o una panadería a comer el tradicional pan de arroz y masato (también a base de arroz), lo más probable es que esté sonando música llanera.

La música es motivo de orgullo para esta región, evidencia de esto son los diversos monumentos ubicados en las avenidas y parques principales que rescatan la música tradicional de los llanos, sus conjuntos y sus instrumentos insignia: el arpa, las maracas y el cuatro. Cabe destacar que en 2017 los cantos de vaquería fueron declarados patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

A continuación, pueden encontrar un audio con paisajes sonoros de algunos lugares turísticos y rurales de Villavicencio, así como un canto de vaquería interpretado en medio de una cabalgata por Ramón Jaimes en la voz y el cuatro. Para cerrar, un fragmento de un poema cantado de Pedro Nel Suárez, ganador del concurso internacional del poema llanero, acompañado por Jaimes en el cuatro.

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Entre las actividades para realizar en esta ciudad están las cabalgatas, para ello fuimos al Campo Ecológico Gramalote, ubicado en la vía Villavicencio – Restrepo, en donde hicimos un recorrido de una hora en el que nos contaron cómo arriaban el ganado los llaneros en toda la región de la Orinoquía, entre Venezuela y Colombia y cuál era el papel de los cantos en la relación entre el llanero y los animales.

Otro atractivo turístico, también en la vía Villavicencio – Restrepo, es el Bioparque Los Ocarros, un parque que hace las veces de centro de rehabilitación para animales con el objetivo es devolverlos a su hábitat natural. Estos animales llegan a Los Ocarros después de ser decomisados a personas que los tienen en cautiverio, o si los encuentran enfermos. Allí les brindan cuidados y analizan si es posible dejarlos libres, pues es clave su adaptabilidad, para que esto represente un peligro para su vida. A los que pueden regresar a su hábitat los monitorean para conocer su evolución y a los que no los cuidan por el resto de su vida.

En el parque Las Malocas realizamos un paseo en el que disfrutamos de las diversas esculturas de personajes propios de los mitos y leyendas de la región, también hay un gran hato ganadero en el que pasamos un rato agradable. Este sitio en particular resulta interesante para las personas católicas, pues allí se hospedó el Papa Francisco en su reciente paso por Colombia. Allí tienen conservada la habitación, el comedor y la capilla de las que el argentino hizo uso, así como un pequeño museo con elementos y fotografías de su visita.

Dicen sus habitantes que Villavicencio hace tiempo dejó de tener su mayor fuente de ingresos en la ganadería, ahora el turismo su motor más grande. Sin embargo, en los últimos meses ha desmejorado considerablemente por el cubrimiento que algunos medios han hecho sobre los cierres en la vía Bogotá – Villavicencio, según cuentan.

Si bien es cierto que el clima ha causado algunos derrumbes, la vía está en constante revisión y la carretera se encuentra en óptimas condiciones, los cierres son programados y duran apenas unos cuantos minutos en la mayoría de los casos. Conscientes de los inconvenientes que esto puede causar, los habitantes de la zona han asumido algo que llaman el “reto llanero”, que consiste en recompensar a los turistas con promociones y descuentos si ocurre algún imprevisto.