Los últimos respiros de La 14

Para muchos caleños, en sus álbumes de la infancia no pueden faltar las fotos en dos lugares: la plazoleta San Francisco y La 14.
Viernes, 1 Octubre, 2021 - 11:25

Por: Esteban Zapata Calderón

En el segundo sitio se pueden ver sonrisas que se mezclan con los colores brillantes de los carros, motos electrónicas, el olor de las crispetas de varios colores y perros calientes. Se trata de los juegos del almacén La 14, ubicado en el barrio Calima, posiblemente el único parque de diversiones permanente que ha tenido Santiago de Cali desde hace más de 20 años. En Chévere Pensar en Voz Alta indagamos un poco en la relevancia e implicaciones que tuvo para varias generaciones, este mercado icónico que cierra sus puertas.

“Cuando era niña me gustaba mucho montar en los carros chocones y en los gusanitos, también cuando hacían en el teatrino, dinámicas de juego, la celebración del Día del Niño y Halloween, yo estaba ahí. Eso me trae muchos recuerdos, cuando uno iba y compraba su pase, hacía la fila para montar en todos los juegos”, dice con voz nostálgica, Yesica Alexandra Rosero, quien hasta antes de la cuarentena estricta trabajaba en la zona de taxis del centro comercial.

Para Yesica, como para varios habitantes de Palmira, junto al norte y nororiente de Cali, La 14 de Calima ha sido un punto obligado de reunión. Primero como niña, de la mano de sus padres, y ahora como madre cabeza de familia.

“El domingo uno decía: vamos para La 14, así sea a chuparnos un helado. A mucha gente le gustaba estar ahí y disfrutar con la familia: se paseaba por los pasillos, tanto por los juegos con los niños, como por el centro comercial, donde encontraban muchas cosas como bancos, juguetes, dulces y almacenes”.

Más allá de una cadena de supermercados, La 14 está impregnada de la historia reciente y el ADN de Cali y el Valle del Cauca. Su lema, su jingle de navidad y su inconfundible logo, que se mantuvo casi sin modificaciones a lo largo de sus 57 años, pueden considerarse como una parte del patrimonio inmaterial de la región, ya que, personas de todas las edades las llevan en su identidad.

La 14 nació como una “cacharrería” del centro de la capital Vallecaucana y, fruto del trabajo de sus dueños y fundadores, se llegó a convertir en una gran empresa que abrió sucursales en Cali, Palmira, Cartago, Tuluá, Buenaventura, Popayán, Pereira, Manizales, Neiva, Armenia y Bogotá.

Precisamente, de la mano de La 14 llegó el primer centro comercial a Palmira. En 2004 se dio apertura a Llanogrande, toda una novedad para la Villa de las Palmas.

“La llegada de La 14 fue algo novedoso, algo que creó mucha expectativa en la ciudad por el hecho de que un almacén grande a nivel nacional estuviera en Palmira. Uno iba allá y era el centro de turismo, porque tenía cine, tiendas de marca y eso hacía que uno sintiera que tenía todo ahí”, recuerda Diana González, habitante del municipio y quien para la época de la inauguración de Llanogrande aún era una niña.

Hoy esos juegos, helados, sonrisas, crispetas de colores, encuentros y demás están cerca de convertirse en solo un recuerdo, así como los más de 25 almacenes que llegó a tener la cadena, de las cuales 15 se ubicaban e Cali; luego que se hiciera el anuncio del inicio de su liquidación el pasado 17 de septiembre.

A menos de un año de haber sido admitida en el proceso de reorganización empresarial, la empresa no pudo levantarse de la crisis económica que originó un sobreendeudamiento realizado en 2018, según contó a María Ximena Lombana, Ministra de Comercio, Industria y Turismo, en entrevista para medios de comunicación.

La situación crítica llevó a que la empresa, con más de 5.600 empleos directos y 9.000 indirectos, redujera poco a poco su nómina hasta llegar a menos de 1.800 colaboradores, de acuerdo con datos por la Ministra.

Hasta el momento en el que se acogió a la ley de insolvencia, La 14 contaba con 2.047 proveedores a los que les debía más de $224 mil millones de pesos, de los cuales el 75 % correspondía a pequeñas y medianas empresas.

“Hay muchos compañeros tristes, porque van a quedar desempleados a pesar de tantos años que llevaban trabajando, pero con la liquidación van a quedar sin empleo, y cada quién tiene su familia”, menciona Yesica Rosero, quien ahora se dedica a los oficios de ama de casa, pero, tiene contacto con algunos de sus antiguos compañeros.

La preocupación también la sienten los habitantes de los barrios cercanos de almacenes como el de Calima, el de la Avenida Sexta, la Avenida Pasoancho, o Valle del Lili, quienes veían a La 14 más allá de un lugar para hacer mercado, como una parte de ellos mismos.

“Cali y la región pierden un polo de desarrollo a nivel comercial, pierden gran cantidad de fuentes de empleo, pierden un sitio adaptado a las características de nuestra población, donde podíamos adquirir una gran cantidad de productos”, afirma con nostalgia Álvaro Carvajal, quien vive en un barrio cercano a La 14 de Calima.

Mientras va sucediendo el proceso de liquidación y aun desconociendo el tiempo exacto de su duración, los caleños se aferran a los recuerdos en los pocos almacenes que quedan abiertos y ven cómo poco a poco se apagan las luces de uno de los espacios.