Ciénaga de Mallorquín. Fotos Jeison Osorio. Fundación Grupo Cohesión | Radiónica

La agonía de la Ciénaga de Mallorquín

El complejo lagunar que alberga la mayor extensión de bosques de manglar del departamento del Atlántico es la barrera natural contra las tormentas, huracanes, tsunamis y fuertes brisas de la costa.
Lunes, 5 Septiembre, 2022 - 03:13

Por: Adriana Diaz Alfaro

En toda muerte hay renacimiento. Ese ha sido el ciclo al que forzosamente ha sido sometida La Ciénaga de Mallorquín, la laguna costera ubicada en el extremo norte de Barranquilla, en el margen izquierdo de Bocas de Ceniza, lugar donde desemboca el río Magdalena en el mar Caribe y que en un bucle muere y renace a través de sus especies. 

El ecosistema lagunar más importante de la capital del Atlántico se impone ante las moles de cemento que fungen como principal elemento de diseño de la ciudad, sobrevive a la contaminación de los desechos residuales de caños que se vierten en ella, busca la manera de oxigenarse a pesar de las invasiones y erosión de su territorio y sobrevive pese a la incapacidad humana para proteger el medio ambiente.

En esa integración de la ciénaga de Mallorquín con la Ciénaga de los Manatíes, se conformaba el gran delta estuario del Rio Magdalena, hasta la construcción del tajamar de Bocas de Ceniza, con el cual se inició un proceso de transformación y degradación del complejo lagunar en donde, “actualmente se presenta una pérdida de la franja costera y la reducción del espejo de agua de la ciénaga de hasta 60 metros lineales por año”, según nos indica el biólogo Samuel Cásseres director científico de la Fundación Batis

Responsabilidades compartidas

El ciclo de contaminación va desde los vertimientos naturales de los cuerpos de agua a nivel nacional que se efectúan en el río Magdalena, pasando por la contaminación de la zona industrial del departamento, hasta llegar finalmente a los pobladores del sector que carecen de alcantarillado y vierten sus aguas residuales sin previo tratamiento. Por su parte, con el crecimiento urbano de Barranquilla, se empeora la situación. 

La química Brianda Jiménez, indica que para entender lo que ocurre en Mallorquín con respecto a la EDAR, debemos conocer cómo funciona el sistema de tratamiento de aguas residuales para el suroccidente de Barranquilla, la zona más poblada de la ciudad con 550.000 habitantes.

Todo comienza cuando un barranquillero utiliza el sanitario y baja la palanca, o cuando una empresa genera residuos líquidos y se va por el drenaje. Esas aguas residuales viajan por tuberías de la empresa de acueducto de Barranquilla, Triple A hasta llegar a la EDAR El Pueblo. Allí se tratan las aguas servidas con un proceso biológico que se hace mediante unas lagunas de estabilización. 

El sistema de tratamiento de las aguas residuales consiste en un sistema de desbaste, que protege los equipos de bombeo y está conformado por rejas que impiden el paso de elementos flotantes y gruesos; un sistema de desarenado, que permite la decantación de las arenas contenidas en el agua residual; dos sistemas de bombeo, uno en la entrada de la EDAR El Pueblo y otro en el barrio La Pradera; y el tratamiento biológico con lagunas anaeróbicas y facultativas que reducen la concentración de materia orgánica, microorganismos patógenos y alta concentración de oxígeno disuelto. Si bien estos procesos bajan los niveles de contaminación, no es suficiente garantía de depuración. 

La primera línea

A pesar de la desidia en su contra, la Ciénaga de Mallorquín sigue siendo el hogar de muchas especies. 15 de invertebrados marinos, 9 de peces, 9 de anfibios, 7 de reptiles, 81 de aves y 4 de manglar; además de aportar a la regulación climática del departamento. 

Las especies nativas y migratorias que subsisten en el ecosistema manglar cohabitan con algunas comunidades en su orilla como La cangrejera, pobladores que en su mayoría se dedican a la pesca, a la siembra de plántulas de manglar, al turismo local o a emprendimientos de artesanías con materiales que brinda la naturaleza. 

Johana Garcés directora del Grupo Cohesión, viene desarrollando con esta comunidad proyectos de desarrollo social a partir de la ecología emocional, “nos hemos dado cuenta que la ecología la vemos siempre de forma externa a través de la limpieza de basuras, del cuidado las plantas o animales, pero observamos que no hemos abordado la ecología emocional, siendo los seres humanos los que podemos de una u otra forma, intervenir, afectar o mejorar los entornos”, comenta. 

Precisamente, en el mes de julio se realizó el primer festival del manglar, liderado por esta organización en concordancia con las comunidades de la zona, construyendo el tejido social a través del estímulo a la preservación del ecosistema manglar.

La reserva invisibilizada 

A propósito del Día Nacional de la Biodiversidad a celebrarse el próximo 11 de septiembre y en tiempos en los que el calentamiento global se ha convertido en un tema de conversación y enseñanza, dada la importancia del tema para la supervivencia de la vida como la conocemos, este irremplazable ecosistema tiene una gran importancia global para enfrentar el cambio climático. Pues según nos indica el biólogo Samuel Casseres “puede capturar carbono hasta 5 veces más que los ecosistemas terrestres convirtiéndolo en una súper solución para enfrentar la extinción humana a escala global”.

Conversamos con Henry Cáceres desde la oficina de autoridad ambiental Barranquilla Verde, quien indica que trabajan “en la restauración de manglar en la zona Mallorquín desde hace ya un par de años. Al día de hoy hemos sembrado casi 65.000 plántulas en este sector, para lo cual estamos contando con el acompañamiento de la Universidad del Atlántico. La idea en este periodo es declarar área protegida la ciénaga. También nos encontramos en ese ejercicio. Esto es un proceso que se ha adelantado de la mano de la comunidad, de los nativos del sector, que son a quienes les hemos comprado estas plántulas y ellos mismos han sembrado, no solo en el sector Las flores, sino también en La playa”.

Proyectos de ecoturismo

Desde la administración local se promueve una iniciativa que busca continuar con el propósito de volver la mirada al río y “recuperar la magia escondida de la ciénaga” en palabras de Jaime Pumarejo, alcalde de Barranquilla. El proyecto Ecoparque Mallorquín, contará con senderos peatonales, ciclorrutas, locales comerciales, parqueaderos y con la construcción en madera amigable con el medio ambiente, según lo informado por la oficina del Eco parque y se ilustra en las animaciones que ha entregado la organización.   

No obstante, a la luz de los avances cimentados no se visibiliza un plan de manejo que incluya la restauración y salvaguarda del ecosistema manglar. “Un Plan de Ecoturismo no es un instrumento que permita generar la recuperación parcial y menos total del complejo lagunar talvez un plan de manejo del ecoturismo que también se quedaría corto. Hay que aclarar, que este plan de ecoturismo es simplemente una hoja de ruta estatal en donde se proyecta en el tiempo las acciones y recursos requerido en cuanto al turismo se refiere para el desarrollo de esta actividad en el área”, comenta el biólogo Samuel Casseres.

Por su parte Henry Cáceres, desde la oficina Barranquilla Verde añade que “al final de todo el tema de la restauración de manglar cobra una vital importancia, dado que no es solo simplemente un proyecto de infraestructura que estamos haciendo como distrito, sino que también estamos preocupados por, obviamente por el medio ambiente e importante esa función que cumple el manglar dentro de este sector y en la ciudad completa, inclusive hasta el mismo departamento dada la ubicación donde se encuentra la zona de Mallorquín. Ese es el trámite que se ha hecho y lo que se ha avanzado en la ciénaga”. 

A la luz de todos los actores involucrados en la recuperación de un ecosistema, desconocido para muchos, sería importante que al generar planes como el fomentado por las entidades distritales que propenden a dar a conocer este territorio, se complemente con acciones inmediatas para salvaguardar un área olvidada de la ciudad.