Fotos por Francisco "Pacho" Centeno.

Jordán, el ‘pueblo fantasma’ oculto en las montañas de Santander

"Ninguna ruta de bus tiene como destino a Jordán, así que para llegar hasta allí, es necesario hacerlo a través de transporte particular, a pie, a caballo o en burro"...
Martes, 31 Octubre, 2017 - 12:08

Por: Laura Contreras

Mientras otros municipios de Santander ser caracterizan por su creciente turismo, oculto en el Cañón del Chicamocha se encuentra un pueblo casi desierto. Sin restaurantes, hospitales o cementerio.

Se llama Jordán Sube y los principales personajes de este lugar son el silencio y la quietud. Ubicado a 42 kilómetros de Bucaramanga, este municipio tiene la particularidad de ser uno de los más deshabitados del país. Y es que aunque Jordán tiene 1.047 habitantes, más del 90 por ciento vive en la zona rural, dejando su casco urbano prácticamente abandonado. 

La magia de este pueblo se levanta en medio del calor, los cactus y  la tierra rojiza característica del Cañón del Chicamocha. El sonido del río acompaña el día a día de este municipio que tiene apenas seis calles de cemento. Aquí no existen droguerías, centros comerciales o plazas de mercado. Las 56 personas que viven aquí, no parecen necesitar de estas cosas para convivir pacíficamente en este espacio de 1,65 kilómetros.


Una estrecha carretera es el único camino de acceso para llegar al pueblo. Ninguna ruta de bus tiene como destino a Jordán, así que para llegar hasta allí, es necesario hacerlo a través de transporte particular, a pie, a caballo o en burro. Una desviación en la troncal Bucaramanga – Bogotá es lo que conecta al municipio con el resto del mundo. Para transitar por el pueblo es necesario atravesar también el Puente de Jordán, considerado como uno de los viaductos colgantes más antiguos y emblemáticos del país, recordado por haber sido el primer peaje en Colombia. 



Como sustento económico los pobladores de Jordán Sube tienen como principal fuente la siembra de tabaco, café, frijol y algunas frutas como las chirimoyas y papaya. Y sobre los niños y su educación, no hay mucho por contar tampoco. Hace muchos años las madres dejaron de dar a luz en este municipio por falta de hospital y los menores que viven en el casco urbano o en la zona rural reciben educación hasta noveno grado.

Otras de las curiosidades que se pueden contar de este lugar son, por ejemplo, que el asilo de ancianos en la actualidad no tiene adultos mayores y que hace muchos años no se cuentan muertos allí, porque no tiene cementerio. Además, nueve policías son los encargados de brindar seguridad de todo este pueblo que fue fundado en 1830. 

Realmente parece un escenario propicio para un western. Y aun así, bajo los 30 grados de temperatura que tiene en promedio, este municipio ubicado en lo más profundo de las montañas se mantiene en pie con las pocas personas que aún han decidido llamar a este su hogar.