Jairo Rodríguez, el dueño de un taxi rock and roll

Jairo Rodríguez, el dueño de un taxi rock and roll

Un taxi rocanrolero, un Fiat Picanto modelo 2010 con 497.000 kms que rueda en Medellín. Jairo Rodríguez nos contó su historia.
Jueves, 16 Julio, 2020 - 08:00

Por: Diego Londoño

Jairo sonríe con facilidad, siempre porta alguna camiseta negra de alguna banda de rock que le mueve el corazón: Led Zeppelin, Black Sabbath, Metallica y Pink Floyd son las bandas de su vida.

Nació el 15 de octubre del año 1967 a las siete de la mañana, mientras The Bee Gees, triunfaban en los primeros lugares de los éxitos radiales en el Reino Unido, nada más y nada menos.

De su infancia tiene los mejores recuerdos, los juegos con sus hermanos en el barrio, las piedras regadas por toda la calle gracias al tradicional juego yermis, el pañuelito y los pies veloces de los otros amigos, las escondidas en lugares inaccesibles y los partidos del Atlético Nacional, en una tribuna repleta de fanáticos y banderas de gigantes telas verdes agitándose mientras todos al unísono gritaban: ¡Gooool!

De su padre tiene lindos recuerdos, heredó no solo su nombre, Jairo Rodriguez, sino el amor por la música, por los discos, por las colecciones, por la carretera, por los viajes en motocicleta y por conocer territorios de su cafetera Antioquia.

El rock llegó a su vida en el año 1980, cuando estaba iniciando el bachillerato, y llegó a causa de uno de sus amigos que en medio de un partido de fútbol le prometió prestarle unos casettes. Así llegaron a sus manos y a su corazón, bandas como Led Zeppelin y AC/DC. La canción que le voló la cabeza fue "Black dog", y ese fue su gran gancho para el rocanrol, y él, como buen salmón, se dejó atrapar.

Luego llegó su primer concierto, en septiembre de 1984 en el Teatro Lux del barrio Manrique en Medellín, allá vio a Kraken, completa felicidad metalera, y un recuerdo sonoro que nunca va olvidar. 

Jairo ha dedicado parte de su vida al transporte público y es una labor que le da felicidad y tranquilidad, a este oficio llegó por azar del destino, pues siempre se dedicó a los textiles. Luego decidió comprarse un taxi, se encariñó con él, con el trabajo y con las historias que allí se encontraba, y además, gracias a la radio, entendió que para estar acompañado solo necesitaba pulsar un botón y escuchar las canciones que lo llevaban a un pasado lleno de rocanrol.

Ahora se la pasa de acá para allá en su taxi rocanrolero, un Fiat Picanto modelo 2010 con 497.000 kms. Vive tranquilo y escucha Radiónica todo el tiempo. Su sueño, además de la tranquilidad y de ver crecer a sus hijos y su nieta, es emprender un recorrido por toda Suramérica en carro, mientras suena Deep Purple.