Historias mágicas en comics de la orilla del río Magdalena

Varios mitos y leyendas representadas gráficamente a lo largo de la arteria fluvial más importante del país.
Viernes, 12 Noviembre, 2021 - 11:46

Por: Adriana Díaz

“El río Grande de la Magdalena es un escenario fluvial que, pese a su gran importancia para la vida de las numerosas ciudades y poblaciones que se desarrollaron en su ribera, está, desde mi apreciación como ávido lector y gestor cultural, relativamente subrepresentado en la literatura Caribe y del interior de Colombia. Esta situación es aun más evidente en la literatura gráfica (historietas, novelas gráficas, libros y cuentos ilustrados), donde las historias tienden a ocurrir en entornos urbanos o tierra adentro, con pocos acercamientos a los cuerpos de agua y ríos como el Magdalena. Sin embargo, cuando se abordan temáticas relativas a los mitos y leyendas del Caribe colombiano, debido a lo original de estos personajes es inevitable aproximarse a estas historias sin situar o mencionar tales relatos en el río Magdalena o en cercanías a éste. De ahí que existen algunos cómics publicados en Barranquilla y Barrancabermeja que narran sus historias tomando como escenario esta importante arteria fluvial”, así comienza a hablar Fred Ávila, director ejecutivo de Comic Lab, sobre su experiencia con las narraciones ribereñas.

El río Magdalena nos presenta un sinnúmero de mitos y leyendas, que toman como referencia la corriente de las aguas que recorren mas de 1.500 kilómetros a lo largo del país, cruzando diversas regiones y culturas en su camino.

En el marco de nuestro especial La ruta del Magdalena: 1540 kilómetros de historias, recopilamos algunas de las historias más populares de los fenómenos que hacen parte de la cultura ribereña.

 

El hombre caimán

En Plato, un municipio ubicado en las orillas del Magdalena en el departamento del mismo nombre del río, nació la historia de un hombre que pescaba en el río y espiaba a las mujeres. Previendo que podría ser descubierto entre los arbustos, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una pócima que lo convirtiera momentáneamente en caimán, para que las mujeres no lo sorprendieran. Pero el par de pócimas que el brujo le preparó para volverse hombre y animal, le hicieron una mala jugada quedando con cabeza de humano y cuerpo de caimán. Cuando las mujeres se enteraron, no volvieron a bañarse en el río. Su tragedia lo relegó a espiar mujeres desde el fondo del agua y desde entonces, los pescadores del Bajo Magdalena, desde Plato hasta Bocas de Ceniza, permanecen atentos para pescarlo en el río o cazarlo en los pantanos de las riberas.

Esta es una de las historias más difundidas a lo largo de la región Caribe, de hecho, cuenta con un comic, con el mismo nombre: “La Leyenda del Hombre Caimán”, del reconocido historietista barranquillero Mario Romero, fallecido en 2020 a causa del COVID19, “era el primer artista de cómics de Barranquilla, trabajando en el extinto Diario del Caribe (años 90s) en sus tiras cómicas dominicales” comentó Ávila. En este cómic, Mario Romero relata su propia adaptación de la leyenda del hombre Caimán con un estilo muy realista y una gran calidad gráfica, para la cual realizó una extensa investigación en los lugares donde este mito ha tenido su origen histórico: Plato, Ciénaga y otros sitios del Caribe ubicados en la ribera del Magdalena.

 

La Madremonte

Cuenta la leyenda que La Madremonte se ha visto en toda Colombia, sin embargo, la historia se ha hecho más popular por tierras antioqueñas y caldenses espantando a los cafeteros, campesinos y leñadores de la zona.

Según los lugareños es una mujer corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas, musgo, que defiende a la naturaleza. El escritor Tomás Carrasquilla describe a la Madremonte en su novela como “La marquesa de Yolombó”. Y agrega: "aquí, la Madremonte, musgosa y putrefacta, que al bañarse en las cabeceras de los ríos, envenena sus aguas y ocasiona calenturas y tuntún, llagas y carate, ronchas y enconos. Tampoco tiene contra, la maldita".

Cuando La Madremonte se enoja, desata su furia llenando de plagas los campos y ganados de quienes usurpan los terrenos y cazan animales. También cuentan que puede hasta castigar a los hombres infieles. Los campesinos dicen que cuando la Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, las aguas se enturbian y se desbordan causando inundaciones, borrascas fuertes, provocando grandes daños.

Otras de las historias narradas a lo largo del río también cuentan con un repertorio iconográfico y en especial ilustraciones desde el comic que han encontrado, en estas narraciones, su propio génesis. Es el caso de Caribe Legendario (Sello editorial COMIC LAB), co-escrito por Fred Avila, Álvaro Blanquicett, Miguel Ángel Sanjuanelo e ilustrado por la artista Ninfa Pérez Bolívar. La historia transcurre en un bosque seco tropical del Caribe situado en la ribera del río Magdalena, donde unos niños aventureros se adentran en este sitio con la intención de registrar en video los personajes fantásticos del Hombre Caimán, la Llorona y la Madremonte. “Una historia muy interesante, con un guión y arte, muy bien logrados, pensada para acercar a las familias colombianas a la cultura Caribe a través de su mitología autóctona”. Esta obra fue ganadora del portafolio distrital de estímulos de Barranquilla en la categoría de Promoción de lectura 2018.

 

La Llorona

Según la leyenda, su rostro es una calavera y en las cuencas de sus ojos giran dos bolas incandescentes. Viste una larga túnica deshilachada, tiene el pelo largo, negro y revuelto, donde se posan luciérnagas y cocuyos. Con sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas, arrulla a un bebé muerto. Causan terror sus quejas y alaridos gritando a su hijo.

Sobre este personaje existen varias versiones. Incluso José Barros llevó este relato a la música con “La llorona loca”. Una de las variantes es relatada por el folclorista antioqueño Agustín Jaramillo Londoño. Según esta versión, una joven modista de las épocas de la guerra, al creerse viuda engendra un hijo con un soldado del que se enamoró. Pero luego al conocerse la noticia de que su marido estaba vivo y se disponía a volver, temiendo por su suerte, tomó al recién nacido contra su pecho, se internó en la oscuridad y se lanzó al río embravecido en medio de lamentos.

Por su parte, en el municipio de Tamalameque en el Cesar, se conoce la versión escrita por el poeta Diógenes Armando Pino, la cual cuenta que una joven de buena familia, se dejó llevar por una pasión desmedida y quedó embarazada de su amante. Al comentar con él sobre el hijo que veía en camino, el hombre montó en cólera, evadiendo toda responsabilidad y huyendo del poblado. La joven decide tomar un brebaje recomendado por una comadrona para truncar la vida en gestación, pero luego se arrepiente cuando ya no hay marcha atrás. Loca, totalmente desquiciada, se dirige al “Caño Tagoto”, lanzándose a sus aguas y hundiéndose por siempre en él.

Estas son algunas de las historias más conocidas que tienen como escenario la ribera del Magdalena. Son reconocidas también la madre de agua, el mohán, la patasola o la candileja. Pero encontramos otra historia ilustrada a través de los cómics, se trata de una historieta que, si bien no tiene como escenario principal el río Magdalena, si se desarrolla en una de sus ciudades ribereñas: Barrancabermeja. Pipatón (Arquetipo Cómics), de Eder Villa Chávez. La historia rescata, para las nuevas generaciones, las heroicas aventuras del cacique indígena yariguí Pipaton, quien libró batallas e hizo férrea oposición a la colonización española de ese territorio, conocido en aquel entonces como La Toca (hoy Barrancabermeja).

Pero volviendo a las narraciones en el río Magdalena, recordamos algunos mitos y leyendas.

 

La madre de agua

Los ríos cuentan que una joven de ojos azules y cabellos dorados que acompañaba a su padre español, en la conquista de nuestras tierras y a la expedición por el río Magdalena, se atormentó cuando su padre torturaba al cacique de una tribu indígena, para obligarlo a que le mostrara el oro que en su tierra escondía.

El conquistador conmovido por el ruego de su hija, decide dejar libre al indígena. Ella, enamorada de la belleza del cacique, huyó con él a las riberas del río y tuvieron un hijo. Cuando el padre se enteró, ahogó a su nieto y decapitó al indígena en presencia de su hija. En medio de su dolor y desespero la joven decidió ahogarse en las aguas del río Magdalena.

Desde entonces cuentan los lugareños que vive bajo el agua y asusta a niños y pescadores haciéndolos ahogar.

 

El Mohán

Este personaje tiene tantas versiones como presencia en los pueblos ribereños que comprenden el Magdalena medio: Tolima, Huila, Caldas y Antioquia. En algunas partes de Tolima es un hombre travieso que asusta a pescadores arrebatándoles los peces.

Algunos describen al también conocido como “El Poira”, como un hombre de barba espesa y larga con muy mal carácter con los hombres y simpático con las mujeres a las que les promete juventud eterna. Además, dicen que su fuerza es tal que puede sostener el peso de la luna y que se suele ver embriagado con aguardiente de caña y chicha de maíz que él mismo prepara.

“El Mohán es amo y señor de las aguas, por eso lo adivina todo… Es un indio moreno y cuajado, cubierto de pelo, al que le centellean los ojos y es muy traicionero, dice un viejo campesino de Purificación. Al Mohán le gustan las jóvenes que lavan ropa en las orillas del río”.

 

La Candileja

Según la cada creencia, puede manifestarse como una gran bola de fuego incandescente o como tres luces que se logran divisar a lo lejos, pero en general los relatos hablan de almas en pena.

Una de las versiones cuenta que hubo una abuela que fue sumamente alcahueta con sus dos nietos, a quienes todo les permitía, incluso ensillarla como bestia de carga. Cuando murió la anciana, San Pedro la recriminó por la falta de rigidez en la educación de sus nietos, y la condenó a purgar sus penas en este mundo entre llamas. Esta se manifestaba como una bola de fuego que saltaba de samán en samán, a la que había que rezar para atraerla, o en caso contrario, si se la quería ahuyentar, había que gritarle groserías e improperios.

 

La Patasola

La describen como un ser de una sola pierna, que terminada en pezuña de vacuno o de oso, en ocasiones con un solo seno sobre el pecho y un ojo. Se cree que la tal pezuña está dispuesta al revés, de manera que quienes le siguen el rastro, toman la dirección contraria.

La leyenda cuenta que una bella mujer estaba casada con un campesino muy trabajador que se la pasaba vendiendo las cosechas de su patrón. Aprovechando las ausencias del campesino, el patrón le coqueteaba a la bella mujer con la que terminaron en amoríos.

Un buen día le contaron todo al marido y este tomó por sorpresa a los amantes abrazados en la cama. Lleno de ira, el campesino desenvainó su machete, se arrojó sobre ellos y le cortó la cabeza al patrón. La mujer quiso salir huyendo, pero el enfurecido marido le cortó una de sus piernas ocasionándole la muerte. Las personas aseguran haberla visto saltando en una sola pata, por sierras, cañadas y caminos, destilando sangre y lanzando gritos lastimeros.

En cada subregión del río Magdalena, las historias y las músicas, al igual que los acentos suenan en las más variadas formas, por eso, es importante mantener viva la esencia de la palabra en cada una de las poblaciones que construyen su historia a través de ella. Precisamente, el director de Comic Lab, comenta que “me parece importante mencionar que, por su importancia geográfica, socioeconómica y cultural, debería existir una política cultural nacional centrada en el río Magdalena, que estimule la producción de vehículos culturales sobre el río y sus historias en todos los frentes: música, literatura (tradicional y gráfica) y artes plásticas”.

Los invitamos a seguir "La Ruta del Magdalena", un proyecto convergente que pretende recorrer los 1.500km del río con el fin de conocer aquellas comunidades que han crecido al lado del Río Magdalena, resaltar su cultura, su gastronomía y todas las historias que allí se esconden, pero a su vez hacer un llamado nacional para que todos los colombianos conozcan y ayuden el Río Magdalena.