Reciclaje Delicioso
A los programas de reciclaje de basuras en el mundo les falta la originalidad del de la ciudad de Jundiaí. Intercambian los desechos por vegetales cultivados localmente, creando un círculo sostenible, atractivo y que genera empleo.
Cuando se trata de animar a los ciudadanos a aprender a reciclar, a separar sus desechos, a ordenarlos y a contribuir a minimizar el impacto de las basuras en el medio ambiente, los ríos, los mares, el agua y demás, los gobiernos no son generalmente los más creativos o comprometidos.
Este no es el caso de una ciudad de apenas 370.000 habitantes en el estado de São Paulo, en Brasil. Con un programa llamado ingeniosamente 'Reciclaje Delicioso', la ciudad recibe los desechos reciclables de sus habitantes a cambio de vegetales frescos y cultivados en jardines y parcelas locales. Esto, además de incentivar esta práctica ecológica, genera empleo para los cultivadores y reduce las emisiones de gases al tratarse de vegetales cultivados dentro la misma ciudad que no necesitan una logística complicada de transporte.
El éxito del programa ha sido tal, que para cumplir con la demanda, la ciudad cuenta con con más de 1000 hectáreas de cultivos de vegetales de todo tipo, en los que se fertiliza utilizando ramas y troncos que son dejados como 'desechos' de tala. Incluso, los espantapájaros para ahuyentar a las palomas son armados con reciduos de materiales que se encuentran en las calles de la ciudad.
Organizado por la Alcaldía de la ciudad a finales de 2011, el proyecto también ofrece alimentos para 500 familias que no tienen acceso al servicio de recolección de basura. A cambio, los residentes entregan sus botellas de plástico, vidrio o cartón.
Otras ciudades donde se está implementando este tipo de iniciativas son Curitiba, también en Brasil, y Ciudad de México.
¿Y Colombia?
La falta de compromiso que existe en Colombia en promover el cuidado del medio ambiente, y de puesta en práctica de actividades ecológicas por parte de los ciudadanos, no ha permitido que el reciclaje sea masivo y que realmente genere resultados positivos. Al mismo tiempo, el reciclaje como negocio no da las ganacias esperadas, las plantas son atrasadas, consumen mucha energía y no son sostenibles, y los recicladores no reciben trato ni sueldo digno. Además, la venta de productos reciclados tampoco es la mejor promocionada o posicionada.
Asimismo, Colombia está bastante atrasada frente a Brasil, por ejemplo, país productor de sus propias plantas y equipos, que superan los tamaños y capacidades de las de nuestro país. Para empeorar las cosas, en una ciudad como Bogotá, el procesamiento de basura afronta además problemas jurídicos y corrupción generalizada. La Corte Consitucional tumbó la licitación de recolección a finales de 2011.
Se le suma que los recicladores son en su mayoría personas en la indigencia, no reconocidos como trabajadores formales.
Al parecer, falta todavía mucho para lograr un equilibrio en muchos niveles para que tanto el beneficio ambiental, como el negocio, sean sostenibles, superen estigmas y se profesionalicen realmente a nivel industrial.