Kyuss, el desierto y la posibilidad de un regreso

Repasamos la historia de una de las bandas más influyentes de los años 90: Kyuss.
Miércoles, 22 Julio, 2020 - 09:58

Por: Juan Sebastián Barriga Ossa

¿Alguna vez han tenido la oportunidad de contemplar el desierto por la noche? La árida inmensidad de este arenoso y hostil ecosistema adquiere una especie de energía que es a la vez sublime e intimidante. Y las curvas de las dunas iluminadas por las estrellas generan un paisaje sobrecogedor. Es como ver una serpiente gigante que zigzaguea entre el cosmos y forma un cuadro surrealista en el que te derrites ante la belleza infinita y a la vez que sientes el vértigo de saber que un paso en falso es una muerte segura. Tal vez por eso, a lo largo de la historia tantas personas se han internado en el desierto en busca de la divinidad. 

Y precisamente en el corazón de esa infinita y esteril nada, que ocupa un 25 % de la superficie del estado de California en Estados Unidos, nació una de las escenas rockeras más hostiles y creativas de los años 90, en la cual se gestó el stoner rock, género que en los últimos años ha tomado fuerza en todo el mundo y que tiene como objeto de culto a Kyuss

En esta banda tocaron: Josh Homme (Queens Of The Stone Age, Eagles Of Death Metal, Them Crooked Vultures), John Garcia (Slo Burn, Unida, Vista Chino), Brant Bjork (Fu Manchu, Vista Chino), Nick Oliveri (Mondo Generator, Queens Of The Stone Age), Scott Reeder (The Obsessed, Sun and Sail Club, Other), Alfredo Hernández (Mondo Generator, Queens Of The Stone Age, Yawning Man) y Chris Cockrell.

La historia de Kyuss comienza a finales de los 80 en una pequeña ciudad del Valle de Coachella llamada Palm Desert. En ese entonces, los jóvenes del lugar motivados por el punk, el metal, el consumo de sustancias psicoactivas y la falta de salas de concierto, empezaron a organizar frenéticas fiestas caseras que eran constantemente boicoteadas por la policía. Para evitar las redadas cogieron plantas de luz a diesel, montaron sus equipos en carros y se internaron en lo profundo del desierto donde podían hacer todo el bullicio que quisieran. 

Esas fiestas fueron conocidas como generator partys y eran encuentros musicales influenciados por el rock psicodélico, el acid rock, el blues, el punk, el metal, el rock progresivo y cualquier otra cosa rara que saliera en las sesiones de improvisación e ingesta de LSD, marihuana, hongos y peyote.

Entre las alucinaciones, la noche, la arena y la cacofonía, se forjó un sonido lleno groove y crudeza. Muchas de las bandas se unían para improvisar y si al público no le gustaba lo que escuchaba lo hacía saber a punta de botellazos. Las peleas y el frenesí eran la ley, era un desenfreno juvenil en donde a través de puro rock se hacía una catarsis colectiva. 

En medio del sudor, el calor, el caos y el ruido, en 1987 llegó un grupo llamado Katzenjammer compuesto por: García en la voz, Homme en la guitarra, Oliveri en la segunda guitarra, Cockrell en el bajo y Bjork en la batería. Sus edades estaban entre los 14 y 17 años, y empezaron a sobresalir por lo pesado de su sonido, caracterizado por sus afinaciones graves y porque conectaban las guitarras a los amplificadores de bajo. Tanto bajo producía una atmósfera densa y pesada como una tormenta de arena a la que quieres entrar para dejarte llevar por la psicodelia y la agresividad. 

En el año 89 Bjork, inspirado por un personaje del juego “Calabozos y Dragones” (1974), renombra la banda como Sons Of Kyuss y el siguiente año lanzan su primer EP homónimo. Para el 91 la banda adopta el nombre Kyuss oficialmente y se convierte en un cuarteto después de que Cockrell se retirará y fuera reemplazado en el bajo por Oliveri. Ese año ya con una base de fanáticos sólida y al puro estilo DIY, se metieron al estudio y lanzaron su primer LP llamado “Wretch” (1991), pero la banda no quedó satisfecha con el resultado. Homme dice que los obligaron a hacer cosas con las que no estaban de acuerdo, como usar amplificadores de guitarra, y esto hizo que no se captara su sonido real.  

Aún así este el disco fue tremendamente pesado y además un fresquito en el mundo de la música extrema. Muy alejado del death metal que dominaba el underground y del grunge que entraba a su pico comercial más alto. El sonido de Kyuss era nuevo, arriesgado e incluso indefinible. Era psicodélico y oscuro, la puerta a un mundo lleno de fractales infernales. Eso llamó la atención del productor Chris Goss, que con su banda Masters of Reality tenía bastante experiencia en los círculos metaleros y quería evitar que Kyuss se convirtiera en una banda de metal más.

Con un aliado en la consola volvieron al estudio y lanzaron “Blues for the Red Sun” (1992). La infértil tierra del desierto dio un fruto que deslumbró a la escena californiana de los 90. Gracias a ese LP empezaron a tocar junto con bandas como Faith No More y Danzig. En el 93 Metallica los invitó a su gira por Australia y el nombre de Kyuss comenzó a consagrarse. 

Con ese impulso y con Scott Reeder, que entró a tocar el bajo, produjeron “Welcome To Sky Valley” (1994), álbum que consolidó del todo a la banda. Este LP, junto con “Blues for the Red Sun” (1992), forma la piedra angular del stoner rock. Lo curioso es que Kyuss no se definía a sí misma como una banda stoner, eso vino después, en ese tiempo ellos se veían como un grupo de amigos que estaban tocando juntos desde la primaria y que seguían un pulso de creatividad y expresión muy honesto y alejado de las grandes dinámicas de la industria. 

Pero este pensamiento viene con una reglas muy estrictas y cuando llega el éxito comercial es difícil seguirlas. Esto empezó a generar tensiones entre los miembros, principalmente entre Homme y Bjork, quien salió de la banda en el 93 y fue reemplazado por Alfredo Hernández en la batería. En el 95 grabaron su cuarto y último LP, “...And the Circus Leaves Town” (1995), el cual tuvo un éxito comercial moderado pero unido al resto de la discografía forma una colección de música invaluable. 

En ese año las tensiones y las diferencias de cómo se debería llevar el rumbo de la banda produjeron su final. Fue el momento de dejar el desierto, pero el legado de Kyuss empezó a fortalecerse con los años y la llegada del internet hizo que su música se escuchara en todo el mundo. Gracias a esto el sonido de Kyuss trascendió el tiempo y el espacio, los fanáticos se apropiaron de este, le dieron nuevos matices y lo volvieron un género único que se toca en todo el planeta. 

El hambre de Kyuss es tan grande que han habido todo tipo de ofertas para que se vuelvan a unir, pero Homme siempre ha dicho que no cree en las reuniones. A pesar de eso en 2010 Garcia, Oliveri y Bjork se juntaron para formar Kyuss Live, banda que tuvo en la guitarra a Bruno Fevery y con la que hicieron una gira mundial y hasta idearon planes de grabar un nuevo disco. Pero Garcia y Bjork también tuvieron la intención de quedarse con los derechos del nombre de la banda, lo que generó que en 2012 Homme y Reeder pusieran una demanda federal por infringir derechos de marca y fraude, la cual ganaron. Garcia y Bjork cambiaron el nombre por Vista Chino y sacaron el álbum “Peace” (2013).

Si bien todo este proceso desgastó mucho las relaciones entre los ex-miembros de la banda, eso no significó el final de Kyuss. El 12 de julio de 2020, en el podcast de Kyuss World Radio, Josh Homme dio una entrevista con relación al aniversario 25 de “...And the Circus Leaves Town” (1995), en la que habló del complicado proceso jurídico y para sorpresa de todos comentó que estaría abierto a la posibilidad de hacer un reencuentro. 

Según Homme: “Un legado que involucra el haber estado en el epicentro de una escena es muy frágil. Es como una escultura de hielo”, y agregó que “han habido momentos en los que pienso que no puede terminar así y la única forma de acabarlo de forma correcta es tocando”. Según él, las acciones de Garcia y Bjork “derribaron un ala del dragón hermoso que es esa escultura de hielo y la única forma de ponerla de vuelta es tocando de nuevo”. 

Adicional a eso dijo que le gustaría presentarse sin ganancias, simplemente montar un show para los fans y regalar el dinero de las entradas. 

Todavía no hay una respuesta del resto de la banda, pero es grato saber que Kyuss está muy lejos de ser un cadáver deshidratado olvidado en la arena. Al contrario, este grupo sigue siendo un oasis que continua inspirando y sorprendiendo a los corazones sedientos de sonidos distintos. De quienes buscan ser abrazados por los bajos y perderse entre la música pesada, a veces agresiva, pero también muy contemplativa, que crea unos paisajes surrealistas y nos invita a dejarnos llevar y no temerle al desierto.