Foto por David Alfaro tomada de Facebook: Efecto Mandarina

Efecto Mandarina, jazz fusión desde Bolivia

Desde el corazón de Latinoamérica un cuarteto está en constante movimiento conquistando al público con su fusión. El Efecto Mandarina promociona su quinto álbum con el que llegan más decididos y dispuestos a trascender de continente.
Martes, 28 Febrero, 2017 - 06:23

Por: Clarybell Moncada Hurtado

Tal vez Colombia no sea el primer país al que llegan las más recientes producciones musicales del mundo, pero lo que vivimos gracias a la globalización y a Internet, es que nos convertimos en un país cosmopolita en el que si no nos llega, lo buscamos, y si no lo buscamos, nos alcanza por algún canal del que nos separa tan solo un clic.

Lo curioso de ello, a mí parecer, es que mucho antes de que llegue a nuestros oídos alguna nueva producción latinoamericana, nos está llegando una europea. Atrapada en esta vaga idea, siempre me hace muy feliz escuchar por primera vez  algún artista del sur de América, que entre ritmos, en muchas ocasiones autóctonos, tienen el poder de hacernos sentir parte de un sólo continente.

Efecto Mandarina llegó a mí en una noche cualquiera a cuatro horas de La Paz, en Bolivia. Lo que más llamó mi atención fue un solo en piano y la dulce voz de una mujer. En un primer intento de reconocer de dónde provenían debo reconocer no fue Bolivia mi primera opción, pero luego esto fue lo que más me cautivó.

 

La banda cuenta con cinco discos y se encuentra promocionando el más reciente al que han llamado Frenesí con 10 canciones grabadas en estudio en Nueva York con Pablo Arraya y Andrew Gouché como productor. En él, además del jazz fusión, involucran canciones como “No le digas” una cueca boliviana con la letra del poeta Jaime Saenz y la melodía de Willy Claure.

Verónica Pérez, una mujer paceña y periodista por profesión, es la vocalista de este cuarteto creado hace casi 10 años y que entre tanto tuvieron ya la oportunidad de conocer Colombia cuando fueron los representantes de Bolivia en el MicSur del 2016.

En un café, en el centro de La Paz, Verónica nos habló acerca de su banda.

 

¿Cuál fue la causa del Efecto Mandarina?

Aquí en La Paz hace unos casi 10 años se había creado una banda instrumental que tocaba solo Acid jazz. Yo para ese entonces, tocaba con un DJ y de repente un día decidimos juntarnos con estos otros chicos para hacer de ese Acid jazz algo medio electrónico y nos pareció que funcionó. Al año siguiente, el baterista, el saxofonista y el guitarrista, se fueron de esta banda, y terminamos quedando solo Vladimir Morales, el bajista, y yo.

Para un 25 de diciembre conseguimos el espacio para un toque y tuvimos que empezar a invitar conocidos, fue entonces que llamamos a Diego Ballón, el pianista y a Eddy, el baterista. Esta fue la primera vez que tocamos y hubo una conexión muy grande, así que no nos separamos nunca más.

 

El primer disco, ¿a qué se refería?

El primer disco de Efecto Mandarina se llamó En Vivo, precisamente porque fue en vivo. De hecho, la mayoría de nuestros discos son grabados en vivo. Para este primero nuestra inversión fue súper chiquita, tal vez unos 400 dólares para que nos grabara el chico de la consola, ni siquiera por cuatro canales, sino por dos canales, pero no nos importó, queríamos grabar, entonces fue algo así muy bonito, rápido, y todo eran versiones de canciones. Fue muy Amateur.

 

¿Qué artistas había en ese primer disco?

El gran Stevie Wonder, George Gershwin, Corcobado, una cantante francesa, Cyrille Aimeé, fue a todos ellos a los que versionamos y son nuestra inspiración.

 

Hubo un gran paso en Efecto Mandarina y fue que luego de tener ya dos discos grabados con versiones, empiezan a crear sus propias melodías. ¿Cómo fue esa transición?

La necesidad era esa, estar en constante movimiento. No queríamos estancar nuestra música, y fuimos variando del jazz puro, ese que fue nuestro primer álbum, a algo de lo que somos hoy: un jazz fusión, algo más rockero. Y esto no lo vemos como un acto de comercialización, sino como un acto natural, son las melodías, las canciones, los momentos, todo esto que nos fue saliendo con el pasar del tiempo.

 

Y en letras, ¿quién es el que se inspira?

Componemos entre los cuatro, lo que pasa es que generalmente Diego, el pianista, trae la armonía de una canción porque de pronto se le ocurrió algo, y empieza a jugar y le sale una melodía, y sobre eso viene el bajo, y luego la batería y así empiezan a seguirlo, y vamos viendo por dónde va la canción y sobre eso yo empiezo a darle letra. Hay veces que las canciones te vienen en palabras, no te vienen en melodía, entonces siempre varía. Va de diferentes lados, y siempre llega en momentos inesperados.

 

¿Necesitaba Bolivia de toda esta causa por el jazz?

Tal vez hemos tenido un poco de suerte en que no se le estaba prestando mucha atención al jazz acá en nuestro país, y el hecho de que hayamos fusionado el jazz con algo más fresco, más juvenil, nos está dando esta gran oportunidad que vivimos hoy…

Aún acá, en muchas partes, existe esa idea errónea de que el jazz es elitista, que es para gente mayor o muy estudiada en este tema musical, entonces nosotros al cambiar todo esto fue lo que a la gente le gustó y por eso nos empezaron a seguir. Era algo que fue pasando y no había alguien que estuviera haciendo lo mismo y eso nos ayudó mucho.

 

¿Cómo describen al público boliviano?

Bolivia es un país complicado en el que no existe una industria musical per se, entonces hemos tenido que ir creando camino, público y espacios, y crear un microcosmo alrededor de la banda. Yo creo que ha sido algo de ambos lados, por supuesto lo que nosotros como músicos empezábamos a descubrir con la banda y lo que el público inconscientemente estaba esperando, entonces ha sido muy lindo y el recibimiento de la gente ha sido increíble.

Efecto Mandarina siempre le va a apostar a la escenografía, a la producción, porque queremos que el público se vaya con una linda imagen a sus casas, a sus recuerdos, por eso siempre llenamos de mandarinas el piso, o de globos, siempre creamos un ambiente familiar, cálido,  algo de lo que te acuerdes siempre y eso es bien lindo, generas más empatía con el público. También creo que ha aportado mucho el hecho de que los cuatro vivimos de la música, y los cuatro decidimos tomarnos esto en serio.

 

¿A dónde han llegado con el Efecto Mandarina?

Por suerte nos ha ido muy bien en las otras ciudades del país, en La Paz empezamos a tocar en el Festijazz y ese ha sido uno de los mejores escenarios y lo que pasa acá siempre repercute en el occidente del país, y de pronto teníamos un montón de público en Potosí, en Oruro, y no lo podíamos creer, hay muy buena onda del público que nos apoya. Hemos estado en Buenos Aires, en Monterrey, y en Bogotá.
 

¿Qué referencia musical tienen de Colombia?

Nos pareció muy grande haber podido estar representando a Bolivia en el Micsur en Bogotá, fue una experiencia maravillosa. Aparte, es curioso porque cuando estás en este rollo empiezas a indagar sobre músicos que tengan un parecido con tu onda, y Monsieur Periné había sido un referente para nosotros, siempre decíamos “qué lindo poder crecer así con esta música” así que fue lindo saber de ellos.

Yo creo que ahora hay una ola musical de este tipo de bandas un poco con el mismo formato y medio jazz en toda Latinoamérica, y aunque no existe una industria que nos haya conectado de manera directa con ellos, es lindo sentirse parte de ella.