Foto: Karin Richter. Tomada de Facebook/ Andrés Calamaro

Andrés Calamaro: alma de argentino y de cantor

Con espíritu de trovador vino a Colombia a presentar en una serie de shows íntimos, sencillos y memorables su más reciente placa discográfica.
Viernes, 25 Noviembre, 2016 - 10:22

Por: Mariel Bejarano Vásquez

Con más de 20 producciones discográficas (entre álbumes de estudio, en vivo y compilados), Andrés Calamaro publicó en 2016 y luego de una gira de ensayos abriéndole a Bob Dylan, un álbum titulado Romaphonic Sessions, un trabajo concebido a piano y voz únicamente que además de dar origen al vol. 3 de las Grabaciones encontradas que no salían desde 1994 y 1996, inspiró una serie de shows con un formato jazz-bolero donde el teclado es el protagonista y que la percusión y el contrabajo hacen único.

Andrés se subió a la ‘tarima’ del Palacio de los Deportes en Bogotá el 24 de noviembre pasadas las 8PM, y frente a un palacio lleno comenzó un show que se quedará durante años en la memoria de quienes han seguido su carrera, de quienes han cantado todos sus clásicos convirtiendo algunos en himnos, de quienes ya lo habían visto en su formato clásico y guitarrero y de quienes lo vieron por primera vez.

Allí, en medio de una noche fría, durante su cuarto show en Colombia, el artista de 55 años se dio licencia para cantar y el público lo admiró y lo acompañó.

Después de salir a la tarima en compañía de Antonio Miguel “Toño” en el contrabajo, el percusionista Martín Bruhn y Germán Wiedemer al piano, El Salmón se tomó un trago y saludó: ‘Buenas noches Bogotá’. Y luego de recordar en voz alta que siempre hay que agradecer y agradecer al público, solicitó no ver luces sobre el escario y resaltó que lo verdaderamente importante es la luz interior. Y quizá haciendo alusión a "la euforia por capturarlo todo para compartirlo en redes”,  y a ese llamado previo de "abstenerse de sacar los celulares y hacer fotos y vídeos” el recital comenzó con La Libertad...
 

Creo que todos buscamos lo mismo

no sabemos muy bien qué es ni dónde está

oímos hablar de la hermana más hermosa

que se busca y no se puede encontrar.

La conocen los que la perdieron

los que la vieron de cerca, irse muy lejos

y los que la volvieron a encontrar

la conocen los presos,

La libertad

 
Como segundo corte del show que ya prometía ser íntimo como nunca antes, relució Bohemio, track homónimo del decimotercer álbum del músico que recibió a los ocho años su primer instrumento, un bandoneón.

Te quiero porque a pesar de todo

me vas a seguir queriendo, un poco más

Permite que me saque el sombrero

para saludarte, libertad...

Luego llegó Algo Contigo y el público cantó. Ya la gente empezaba a adaptarse al nuevo formato del rockero. Comprendieron su solicitud inicial de respetar un show cargado de elegancia y sensibilidad. Un show con un grado de intimidad muy alta, pensado casi que para recintos más pequeños, cercanos, amables, cálidos, quizá más acogedores que el Palacio de los Deportes.
 

¿Hace falta que te diga que me muero por

tener algo contigo? ¿Es que no te has dado

cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo?

En medio de la canción, mientras todos cantaban intentando acoplarse a la nueva melodía, Calamaro se arrodilló, se quitó los lentes y besó la tarima. Terminado el track, presentó de manera oficial al genio que lo acompañaba en el teclado: Germán Wiedemer, su compañero de viaje en esta experiencia llamada Romaphonic Sessions.
 
Para introducir la siguiente canción, Calamaro agarró una melódica y dio paso a Plástico Fino, también perteneciente a su disco Bohemio de 2013… Por las reacciones del público, hasta este punto del show, la canción más conocida era Algo Contigo de la octava placa discográfica del músico, donde incluyó cover a Volver de Gardel y El cantante de Héctor Lavoe.
 
Poco a poco el artista fue conquistando a su público con un show totalmente diferente al que los tenía acostumbrados, llegaron canciones como Piedra y camino del cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino Atahualpa Yupanqui, quien nos dejó en 1992. Y antes de comenzar 7 Segundos del Sin documentos (1993), algún chico del público gritó: “Dame un hijo” y las risas se propagaron hasta que el clásico perteneciente al tercer álbum de Los Rodríguez vistió el lugar.
 
Luego llegaron canciones como El día que me quieras del álbum El Salmón (2000), Ansia en Plaza Francia del Honestidad brutal de 1999 y ¿Quién asó la manteca? del Alta Suciedad (1997) que acompañó con su armómica seguida de un cover de Garúa, un tango de 1943 con música de Aníbal Troilo ‘Pichuco’ y letra de Enrique Cadícamo incluído además en el vol. 3 de las Grabaciones encontradas.
 
Luego de hacer un repaso al público por el setlist que ya corría por la mitad del show, Calamaro presentó oficialmente a Antonio "toño" Miguel en el contrabajo y el recital continuó con canciones como Milonga del trovador de Piazzolla y Ferrer que también incluyó en su al álbum Tinta Roja de 2006 y en el Romaphonic Sessions (2016). Seguido salió a la luz un cover de La copa rota que la gente acompañó con entusiasmo, y como si el libreto se estuviera cumpliendo línea tras línea, Calamaro invitó al público a hacer una parte del coro: “Mooozo…”, igual que lo hizo en los otros shows de la gira.
 
Con la armónica el argentino introdujo la siguiente pieza y los demás instrumentos se fueron uniendo uno a uno hasta dar vida a Himno de Mi Corazón de Abuelos de la nada (1894) que tuvo un solo de armónica a cargo de Calamaro a mitad de show donde la gente se conectó profundamente con los músicos cumpliendo con el objetivo del trío de piano, contrabajo y percusiones liderado por el cantor y trovador.
 
Fue Germán Wiedemer al piano el encargado de dar paso a la siguiente canción. Los Aviones, uno de los mejores temas de la carrera musical de Calamaro abrazó el lugar trasladandonos a 1999 con una pieza del Honestidad Brutal que el autor acompañó en la percusión con una caja china en mano.
 
A estas alturas del show, la gente empezaba a temer por la ausencia de sus canciones favoritas y gritaban en los cortes los nombres de aquellas que consideraban no podían faltar. Pero el set era el mismo para cada show de la gira, ya nos lo había dicho: "Este es el repertorio que ofrecemos y no lo vamos a cambiar. Pensar en el público (y sus deseos que no son órdenes) está bien pero no siempre es una actitud genuina ni la más interesante”. Así que el concierto continuó con Tuyo siempre de El Salmón (2000), seguido de una apología a la tauromaquia con un: “¡Se lo ganaron... vuelven los toros a Bogotá!” para introducir El Tercio De Los Sueños del Alta Suciedad (1997) que el argentino bailó sobre la tarima cual torero.
 
Después de presentar al público al percusionista Martín Bruhn, Calamaro agarró la flauta y pidió aplausos para acompañar la percusión que daría paso a Carnaval de Brasil de La lengua popular (2007) que acompañó con armónica. Luego se cantó Para no olvidar del Palabras más, palabras menos (1995) de Los Rodríguez, seguida de una anunciada Estadio Azteca que el público cantó con pasión igual que lo hizo con Flaca y Paloma.

Andrés se despidió con una venia al público ‘formidable’ que lo acompañó en su segundo show en Bogotá, los aplaudió como ‘campeones’ y salió del escenario con su banda para regresar segundos después e interpretar Soledad del querido, admirado y recordado Gardel, seguida de Mi Enfermedad, Media Verónica y Crímenes Perfectos.

Después de dos horas, el segundo show de la gira Licencia para Cantar de Andrés Calamaro en Bogotá terminó, un show que se quedará en nuestras memorias, porque sin duda alguna escribió un momento de la vida del artista y nos ofreció un concierto acústico elegante, sensible e íntimo. ¡Gracias Calamaro por hacernos parte de este momento de tu carrera artística!