Un análisis de ‘Load’ de Metallica en su aniversario 25

25 años de ‘Load’, un disco atrapado entre la mediocridad y la genialidad

Un análisis del que probablemente es el disco más polémico de Metallica.
Jueves, 3 Junio, 2021 - 04:45

Por: Juan Sebastián Barriga Ossa

Hablar de Load (1996) es sumamente complicado, porque es tal vez el disco de Metallica que más debate genera. Muchos lo odian, otros han intentado justificarlo a lo largo de los años, hay quienes lo han reivindicado, pero más allá de las discusiones, en su cumpleaños 25 creo que es correcto decir que este es un disco mediocre. Sí, fue sumamente exitoso, fue una piedra angular en la carrera de Metallica, es un trabajo que merece un espacio en la discografía esencial del metal, pero al fin y al cabo es mediocre. 

Es un disco largo con muchas canciones aburridas, el logo de la banda es plano y no tiene carácter, los solos son decepcionantes. Pero, por otro lado, tampoco es un disco malo. Tiene sencillos como “Until It Sleeps” o “Hero of the Day”, que estuvieron en lo más alto de los top y, en general, Load fue un éxito en ventas y captó un público nuevo que seguramente tuvo como puerta de entrada al metal extremo este trabajo. 

Aparte, una de las cosas más interesantes que tiene esta producción es que Metallica se animó a experimentar con cosas nuevas y salirse de su sonido típico, aunque no se aleja del todo de su zona de confort. Con su disco anterior, el celebrado álbum negro lanzado en el 91, ya habían mostrado que se estaban distanciando de thrash metal y más bien estaban jugando con sonidos un poco más comerciales.

Entonces se esperaba una sorpresa con Load, pero lo que nadie imaginaba es que Metallica iba a mostrar canciones con sonidos tomados del country, el blues, el grunge e incluso el rock pop. Pero aún así, repito, no se aleja del sonido típico de la banda. No es que al escuchar "The House Jack Built" o "Wasting My Hate" uno quede anonadado y sin entender qué pasa. Uno sí queda sorprendido, tal vez incluso decepcionado, pero no es que Metallica rompiera todas las reglas o sus reglas. 

Y las que rompió con Load, más que responder a un desafío al metal o hacer una declaración radical de reinvención personal y sonora, tiene una intención comercial. Y eso es lo más destacable que tiene este disco, porque más allá de las críticas buenas o malas, no hay duda que Load cambió la forma en la que se hacía metal en los 90.

Este álbum fue un acierto en términos de abrir un mercado que estaba muy lejano al metal pesado y fue una lectura brillante que tuvo la banda del contexto de la época. Metallica entendió muy bien que no podía seguir haciendo la misma música durante 15 años. Los adolescentes llenos de acné para los que tocaban en los 80, habían sido reemplazados por nuevos adolescentes también llenos de acné que estaban viviendo la globalización y la posmodernidad y sus intereses estaban dirigidos a otros sonidos. 

A inicios de la década del 90 en Estados Unidos, el grunge había abierto posibilidades sonoras novedosas y emocionantes, que a finales del siglo XX derivaron en nuevos movimientos musicales. Para el 96 el nu-metal había estallado en el mundo, el hip hop dominada lo comercial, en lo under la música electrónica comenzaba a tomar fuerza y las nuevas tecnologías de la comunicación empezaban a conectar al planeta de una forma que nunca antes se había sentido. 

En la mitad de todo esto estaba Metallica, debatiéndose si continuar por la línea del metal veloz y distorsionado o dar un salto generacional. 

James Hetfield, Kirk Hammett, Jason Newsted y Lars Ulrich tenían muy claro que los días del metal del área de la bahía habían quedado ya muy lejos. El ímpetu subterráneo que dio ese primer impulso al thrash metal se volvió adulto y el rock pesado ya no era lo más desafiante de la contracultura. 

Por eso era hora de un cambio, pero uno que dijera: “nos vemos distinto, sonamos distinto, pero somos los mismos”. Y en ese sentido fue un éxito. Los jóvenes de los noventa quedaron fascinados con estos íconos que no alcanzaron a ver cuando eran más pequeños y que ahora llegaban con un sonido familiar, pero con una rudeza que solo tiene Metallica. 

Pero para quienes estuvieron con el grupo desde el principio fue una traición. Para esos fans que los vieron en aglomeradas y marginales salas de concierto a las que solo iban los parias de San Francisco, este disco fue una puñalada directo al corazón. Metallica, la banda más ruda de California, los fiesteros más legendarios de la bahía, los mechudos que rugieron en la Rusia comunista, ahora usaban maquillajes como los glameros que tanto odiaban y ya no tocaban metal sino hard rock. 

Load es un disco que carece de identidad, basta con ver las fotos promocionales para notar una banda que con sus nuevos peinados, cigarros y camisas con flores intentaban decir que sí eran treintañeros pero treintañeros chéveres. 

Era como una apuesta de Metallica por encajar a la fuerza en la posmodernidad y lo que mejor explica esto es la portada del álbum, que literalmente era una eyaculación del fotógrafo y artista Andres Serrano. Esta portada es un guiño a esa idea de que el arte es cualquier cosa que tenga algún significado profundo. Y Load fue eso, un disco que líricamente y estéticamente pretendió ser profundo, pero que se quedó en la superficie porque a pesar de haber sido importante no trascendió del todo. Incluso su continuación Reload (1997) es un disco mucho mejor logrado porque ya se siente más claro el sonido que Metallica ha explorado las últimas dos décadas. 

Pero hay una cosa que es muy rescatable de Load y es el valor que Metallica tuvo para lanzarse a conquistar un mercado nuevo. Tal vez en un principio no salió del todo bien, pero después trabajaron en sus errores y le enseñaron a las demás bandas cómo hacer música sintonizada con el espíritu de la época, sin sacrificar la personalidad y el sonido. Tal vez discos como Diabolus in Musica (1998) de Slayer o Inside the Torn Apart (1997) de Napalm Death no hubieran sido posibles sin Load

Lo más curioso es que a pesar de todo este es un disco que sigue dando de qué hablar. Así sea solo cuando tiene algún aniversario importante. Tal vez eso se debe a que un par de generaciones primero escucharon estas canciones que las de Master of Puppets (1986).  Independientemente de que nos guste o no, definitivamente no se puede hablar de Metallica sin referenciar este trabajo que fue un tiro en la oscuridad que dio muy cerca del blanco.