Foto: John Fredy Nagles

Rock en las montañas: cuando el metal evoca la memoria de las víctimas

Un festival realizado en Ciudad Bolívar hace un puente importante entre el metal y las víctimas del conflicto armado.
Jueves, 13 Mayo, 2021 - 06:54

Por: Radiónica

Por: John Fredy Nagles 

El Festival Rock en las Montañas, realizado en la localidad Ciudad Bolívar en Bogotá desde hace 15 años, se consolida como un espacio que alterna el impulso de los subgéneros del rock con la divulgación de la memoria de las víctimas del conflicto armado, que llegaron desplazadas de varias regiones a la capital. 

Movimiento rock por los derechos humanos, es una plataforma de organizaciones creada en la localidad y no solo tienen en común el amor por el rock y el heavy metal sino la necesidad de trabajar para darle otra cara a la cultura. 

En el 2006, el pleno apogeo de las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas llegaron a Barrios Unidos, Soacha, Ciudad Bolívar y otras localidades vulnerables de Bogotá, familias desplazadas por el conflicto armado. La oscura realidad de su entorno motivó a este grupo de gestores culturales y músicos a idear un espacio que visibilizara el flagelo del desplazamiento forzado desde el arte y la música. “No es un ejército de metaleros, ni un ejército negro, sino una forma de generar consciencia”, explica Juan Carlos Prieto, uno de los impulsores de este movimiento.

Rock y derechos humanos 

En ese contexto, Prieto, junto a Claribeth Oviedo y Antonio Rodríguez, fervientes amantes de los ritmos de ultratumba, se vieron en la necesidad de reaccionar ante la realidad que los rodeaba. Crearon el Festival Rock en las Montañas, pero viendo la desbandada de problemáticas sociales que se incrementaron con la llegada de víctimas del desplazamiento forzado, decidieron darle un nuevo enfoque.

“El festival surge en 2002, pero en el 2006 empezamos a abordar esa realidad tan cruda que vive el país a partir de la desmovilización de los paramilitares y todo el volanteo que le empezó a llegar a jóvenes, esas listas negras para hacer una serie de asesinatos sistemáticos. Y desde ese momento trabajamos el tema de los derechos humanos en aras de reivindicar la vida”, explica Claribeth Oviedo, directora del movimiento.

El movimiento busca reivindicar la cultura rock como una expresión comprometida con la paz y los derechos sociales. Los metaleros, en este sentido, no son ajenos a la crisis social que vive el país. “El trabajo que hacemos con las víctimas viene desde el año 2010, pero en el movimiento se estabiliza en el 2013 a partir de una serie de acciones conjuntas con ellos, como lo fue la búsqueda de familiares desaparecidos en la apertura de espacios para la memoria. Ha sido desde entonces un trabajo constante”, explicó la líder social y activista cultural.

Rock en las Montañas se convierte entonces en un festival no solo para la escucha de esta música. Es la oportunidad para que las víctimas de la guerra y la juventud rockera se encuentren en un mismo espacio. Es acercar la cultura metalera a una realidad que viven muchos, que, como ellos, también viven formas de exclusión. Claribeth añade que “lo que nosotros buscamos a partir del trabajo que hacemos en derechos humanos es generar un proceso con las bandas, para que ellos, directamente desde sus líricas, desde sus puestas en escena, movilicen e incidan en el público”.

Voces de resiliencia 

Jorge Aiza, proveniente del departamento de Tolima, relata que llegó a Bogotá hace 10 años, huyendo de la estigmatización y la violencia de mediados de los años 2000. Jorge está asentado junto a 32 familias más en la localidad de Ciudad Bolívar. “Por eso, nos hemos organizado y ahora soy coordinador de la Mesa Local de Víctimas, en donde incidimos en la Alta Consejería para que haya una posibilidad de reparación y en los derechos que tenemos las víctimas en la ciudad”, resumió.

Jorge no encuentró apoyo de muchos, salvo de un grupo de jóvenes que, con sus pintas de negro y extraños estampados en sus camisetas, llegaron a hacer de su música el mejor canal para visibilizar su realidad.

“Ha sido un espacio para visibilizar nuestra problemática y para ello nos invitan. Y en la primera invitación que nos hacen, me quedé liderando y haciendo parte del Movimiento Rock, porque encontramos que también ellos hacen una reclamación en su música, en su forma de vida. Ellos también de cierta forma han sido víctimas de las segregaciones que el Estado ha generado”, explicó.

Recordando a una hija 

Blanca Nubia Díaz relata que un grupo paramilitares, al mando de Jorge 40, asesinaron a su hija, Irina del Carmen Villero Díaz el 26 de mayo de 2001. “Mi hija era una niña de 15 años, somos de la comunidad wayúu de La Guajira. Ya había terminado de cursar su bachillerato, tenía como sueño seguir estudiando y sacar adelante su familia, pero no se le cumplieron sus sueños”, relata.

Por ese tiempo, el Bloque Norte de las Autodefensas tenían presencia en La Guajira y parte de Magdalena, en donde confidencialmente trabajaban las multinacionales BHP – Billiton, Anglo American y Xstrata, propietarias del Cerrejón, las mismas que desviaron el río Rancherías para extraer de su lecho cerca de 500 millones de toneladas de carbón. En este contexto, fueron asesinados cientos de indígenas y líderes de otros sectores, entre los que cayó Irina.

Por retaliaciones contra doña Blanca Nubia, la joven fue secuestrada; posteriormente apareciço asesinada en una zona conocida como La Cantera, entre Puestecita y la ciudad de Riohacha. Según recuerda,los restos de Irina del Carmen aparecieron en una fosa común con signos de tortura. El 14 de agosto del 2010 en el cementerio de Riohacha, La Guajira, fue exhumado el cadáver de la joven, para ser enterrados luego en el cementerio wayúu.

“No sé el porqué. Yo hacía parte de una organización llamada Asociación de Mujeres Indígenas Campesinas de Colombia – ANMUCIC. Éramos como 200 mil mujeres de todo el país, que apenas estamos volviendo a crecer, porque nos desaparecieron a muchas. A otras les tocó irse a otros lados por las amenazas”, recuerda.

Pese a sus años y de no comprender mucho “esa música”, Blanca se hizo partícipe de las actividades del Movimiento rock por los derechos humanos. “Yo les agradezco a estos muchachos por el apoyo que nos brindan siempre. Estos muchachos tienen una visión diferente y muy grande de la realidad. Tienen la energía de querer, con sus acciones, cambiar el país. Este festival es muy importante por eso”, puntualizó doña Blanca.