La canción de Los Yetis que mandó a los peluqueros a la guillotina

La canción que mandó a los peluqueros a la guillotina

En la celebración del día mundial del rock, recordamos la anécdota de una de las canciones fundacionales de este género en Colombia.
Martes, 13 Julio, 2021 - 12:00

Por: Diego Londoño

“La sociedad colombiana necesita esta revolución nadaísta. Destruir un orden es por lo menos tan difícil como crearlo. Aspiramos a desacreditar el ya existente por la imposibilidad de hacer las dos cosas, o sea, la destrucción del orden establecido y la creación de uno nuevo”: Gonzalo Arango.

En Medellín, en los años sesenta, empezó a regir una estricta medida contra los melenudos, que consistía en atrapar a cada joven que fuera sorprendido en las calles con sus cabellos al viento, para encerrarlo en un calabozo y motilarlo agresivamente con una navaja.

La intención de Gonzalo Arango, el crítico, periodista y fundador del nadaísmo, era vivir en carne propia lo que estaba padeciendo la juventud antioqueña con la medida de no dejar ni una melena suelta. En algunos medios de comunicación como Todelar, se potenció una campaña que rezaba: “Contribuya con el aseo de Medellín, motile a un peludo”.

Por esta razón Gonzalo quería provocar, ser motilado y luego vivir la sensación de impotencia por la que pasaban muchos jóvenes en aquellos años de rebeldía, religiosidad radical y encarcelamiento del pensamiento. Luego de esto, en compañía del editor y abogado Alberto Aguirre, quería demandar severamente a los autores intelectuales de este atentado contra la libertad de la persona. Además, escribir el reportaje de denuncia que publicaría como una de sus columnas habituales en la Revista Cromos con el seudónimo de Aliocha.

Y así fue, engrandeció su cabellera, se peinó hacia arriba desafiando la gravedad, y llegó a Medellín para caminar por la calle Junín y la avenida La Playa con sus pasos firmes y su voz pausada retando a la policía y a su estricta medida contra los greñudos.

Pero el Alcalde, más astuto, dio la orden de no motilar al maestro, al controversial escritor y pensador. Gonzalo se exhibió por las calles como un profeta del antiguo testamento, con cara de pistolero de “la pesada”,  de poeta in fraganti, o sea, de vago. 

Cada que veía venir los patrulleros hacía dos cosas: aceleraba el paso con un aire sospechoso de complejo de culpa, o los miraba de frente con ojos de Tirofijo, pero no le prestaban atención, se hacían los tontos, o le sonreían con disimulada complicidad, como queriendo significar “la cosa no es con usted profeta”.

Caminó y caminó, saludó por las calles con su afro extravagante y literalmente se quedó con los crespos hechos, no logró que cometieran la buscada masacre capilar.

Pero en esa misma visita a Medellín, pudo conocer por coincidencia a Los Yetis, unos jovencitos de la burguesía envigadeña, que además de tener el cabello con una extensión considerable, también tenían guitarras colgadas y toda la rebeldía en la sangre de un nuevo sonido para Colombia, el rocanrol.

¿Quiénes eran esos Yetis, que en plena ciudad industrial se atrevían a desafiar la mansedumbre del rebaño con sus melenas alborotadas, sus gargantas de volcán y sus guitarras que estremecían el silencio con la furia de una locomotora? Esa fue la pregunta de Gonzalo.

Así que conversó con ellos mientras tomaban Coca Cola, y pudo analizarlos durante varios días. El nadaísta vio pertinente tratar este tema a través de Los Yetis, pues eran un símbolo de lo que se estaba viviendo en Medellín con las protestas universitarias y la pelea por el cabello largo, que tenía como opresores a los padres de familia y policías, que ejercían presión y abuso del poder desmedido.

Así que les propuso hacer una pieza nadaísta. Él escribiría la letra y Los Yetis se encargarían de musicalizar la rebeldía. Y fue así como nació “Llegaron los Peluqueros”, la banda sonora de una revolución capilar que fue precisamente la mezcla perfecta entre música y nadaísmo, que recogería el sentir de la juventud sesentera.

“La patria está en peligro, el decoro de la patria está en peligro. Yo no tengo patria, Yo no tengo nada. La patria se desangra, Mi capitán, Que bello él. Torrente rojo. Los poetas lanzan su manifiesto ¡Muera la poesía!¡Viva el terror! El nadaísmo es gentil armada de la revolución. Los peluqueros a la guillotina, caos, ooh... caos. Tumban estatuas del libertador. Los amotinados afeitan a los héroes. Mueran los peluqueros, vivan las melenas, la revolución. ¡Que se vayan ya! ¡Los peluqueros llegaron ya! ¡Que se vayan, fuera los peluqueros!”.