Fotos por Yojan Valencia

Así regresó Bajo Tierra a los escenarios

El 9 de junio la legendaria banda paisa Bajo Tierra se subió de nuevo a un escenario, luego de casi una década sin hacerlo.
Martes, 12 Junio, 2018 - 06:30

Por: Sebastián Martínez Pavas

Una fecha para la historia del rock nacional, sin duda, será la noche del sábado 9 de junio de 2018. Una banda emblemática de la historia de la música hecha en Medellín regresó a los escenarios luego de llevar cerca de una década sin tocar, ni asomar, ni siquiera decir mucho sobre su actividad.

El enigma se había creído resolver en 2014 cuando el Festival Estéreo Picnic había anunciado las bandas de su edición 2015, y entre ellas aparecía Bajo Tierra. Meses después la organización del evento anunció que la banda no podía asistir por “la distancia geográfica que existe entre sus integrantes y algunas complicaciones de agenda” y ahí se apagaría el anhelo de muchos para corear himnos como El Pobre, Ojos Enfermos y Justiciero.

Este año revivió la ilusión al verlos integrando el cartel del Carnaval Fest 2018, que se realizará el 11 agosto en Medellín. De inmediato muchos reservaron cita para esa fecha, ya que también tocarán bandas que recién regresaron como Nadie y Mojiganga. Pero, aún así, tendríamos que esperar hasta la segunda mitad del año para ver la banda sobre un escenario. O eso pensábamos, hasta la noche del sábado.

A través del voz a voz, como sucedía en la década de los 90, se fue corriendo la noticia de un toque de Bajo Tierra en un sitio al sur de Medellín. La audiencia fue buena, pero no la suficiente para declarar un aforo a reventar del lugar. Todo esto porque la banda quería tocar para los más cercanos, en esa preparación para lo que será el regreso frente a miles que seguro se dará en unos meses.

Pasadas las once de la noche sonaron las primeras guitarras. En el escenario Alejandro Duque (batería), Fredy Henao (teclados), Pedro Villa (bajo), Jaime 'Papocho' Pulgarín (guitarra), Lucas Guingue (guitarra) y Camilo Suárez (voz) comenzaron los acordes de una versión más rocanrolera de un clásico de calle,Todo bien. Los asistentes cantaron al unísono cada frase, mientras Camilo, que es un frontman lleno de vitalidad y grandilocuencia, complementaba los pasajes instrumentales con palabras y frases cargándolas de teatralidad y poética.

Luego, y casi en seguidilla, las canciones más emblemáticas de Lavandería Real (1996) fueron tocadas: Hi-Fi, Jimmy García, Slam Dance, Material Duro (que tuvo una introducción secuenciada que hacía recordar a los pasajes instrumentales que hacían puente entre las canciones en el álbum),  y Las Puertas del Amor. Tras pasar la balada con alma salsera, la banda daría un salto a casi una década después para recordar La Policía del Amor, que hizo parte de Los Días Adelante (2006), el disco más reciente que se publicaría 12 años atrás. De ahí, alternarían clásicos de Lavandería Real  (1996) con canciones de Los Días Adelante (2006): Mirella Fashion, Justiciero, Reina de Hielo, Los Killer Monkeys para llegar a Ojos enfermos, otro de sus grandes himnos de su álbum homónimo y debut.

Hacen una pausa corta para cambiar guitarra y subir unos bongoes al escenario. El baterista pasa al frente y comienza a tocar, ya se sabía qué canción podría venir. Inicia El Pobre y todos cantan, sin excepción, en el recinto dispuesto que, dicho sea de paso, con su iluminación cálida y su decoración medio vintage, daba la atmósfera perfecta de intimidad para un momento tal vez único por un buen tiempo. 

l cierre, sin embargo, contrastaría con lo que había pasado segundos atrás: una versión muy guitarrera y con algo de espíritu punkie en ella de Violentos sería perfecta para desfogar esa euforia que tal vez aún podría quedar en los alegres espectadores.

“En estos años han pasado muchas cosas, pero no tantas como creen”, dijo Camilo Suárez minutos antes de terminar los casi 45 minutos de show que daría Bajo Tierra en aquel sitio de Envigado. Seguro fue difícil reunir a esta banda emblemática del sonido de una generación del rock en nuestra ciudad y nuestro país, pero lo que se vio en esa pequeña tarima de bar fue la esencia de una banda que, con la fortuna de que todo lograse conspirar a su favor para reencontrarse y tocar de nuevo, está decidida a reencontrar esa magia que surgía en cada concierto que daban y en cada disco que hacían.