La historia del concierto frustrado de Soda Stereo en Medellín

Una inesperada anécdota de una de las visitas de Soda Stereo por la ciudad de Medellín.
Domingo, 4 Abril, 2021 - 02:05

Por: Diego Londoño

La historia de Soda Stereo en el territorio colombiano es amplia: va desde su primera visita durante la gira del disco Nada Personal, en el año 1986, hasta las visitas posteriores y finales de Gustavo Cerati en su etapa como solista. Todas esas conexiones y esa influencia, de una u otra manera, ayudaron a sellar una relación que aún hoy permanece en el recuerdo de muchos fanáticos de la música y del rock en español.

La llegada de Soda a Colombia se da en el año 1986. Charly, Zeta y Gustavo se hacían mejores músicos y eran dueños de una revolución musical que vibraba con poder y efervescencia en todo el continente: "la sodamania". 

Contaban con algunas producciones que los vislumbraba como eternos soñadores con un hambre voraz por hacer rocanrol. El demo Demagogo (1982), Soda Stereo (1984), Nada Personal (1985) y lo que estaba por venir, todo un sueño en sonido estéreo. 

El 6 de noviembre, en esa primera visita en el marco de la gira del disco Nada Personal, se presentaron cerca de mil personas en la discoteca Keops Club en Bogotá, luego en La Feria Internacional fueron teloneros de la agrupación colombiana Compañía Ilimitada, allí tocaron antes seis mil personas. En la ciudad de Medellín, el 8 de noviembre, en la Plaza de Toros La Macarena, tocaron ante unas 500 personas.

En la primera visita a Bogotá, al lado de Compañía ilimitada, se les vió cómodos y felices, estaban ansiosos por tocar y empezar a construir su historia con Colombia. Gustavo Cerati vestía un pantalón negro sostenido por cadenas, botas y camisa color vino tinto. Charly Alberti vestía jeans desgastados y chaqueta negra. Zeta vestía camisa purpura con pantalones negros hasta arriba de los tobillos y un pendiente en su oreja izquierda. Todos tenían raros peinados nuevos, muy a la onda Robert Smith de The Cure. Tenían buenos instrumentos, Gustavo, por ejemplo, tocaba con su recordada y mítica guitarra Jackson Soloist color azul espacial.

De esa primera visita solo quedaron buenas sensaciones, para la banda y para el público colombiano, así que en poco tiempo estuvieron de regreso para la gira del disco Signos y luego, del disco Doble Vida en el año 1988.

Soda y el concierto frustrado en Medellín

Para contar esta historia, hablamos con Alba Cañellas, una verdadera fanática de Soda Stereo y amiga cercana de Gustavo Cerati. 

En ese momento Alba pensaba terminar el colegio, estaba en grado 11, pero el fanatismo de ella y de su novio Juan Manuel Mesa, terminó por lograr lo que muchos de su generación querían, conocer de cerca a los integrantes de Soda Stereo y hasta darles un tour por la ciudad al lado de sus amigos, Elvis y Tato Lopera de Estados Alterados.

Así lo recuerda ella: 

Nosotros estuvimos en las dos primeras visitas de Soda en Medellín, y con el disco Doble Vida no podíamos dejar de verlos de cerca, así que subí con mi novio de ese entonces, Juan Manuel Mesa, a recibirlos al aeropuerto de Rionegro. Éramos unos simples fans, emocionadisimos de verlos.

Los seguimos por la vía que conduce del aeropuerto a la ciudad, la avenida Las Palmas. Ellos nos saludaban desde la van, nosotros íbamos en un Renault 4 vino tinto. Al llegar al centro de Medellín, en el Hotel Nutibara, mientras mi novio parqueaba yo me bajé del auto para verlos más de cerca, pero en cuanto entraron al hotel ya no hubo más contacto con ellos.

Después de un tiempo nos llamó Carlos Alberto Acosta, un conocido locutor de la época, de la emisora donde ellos sonaban, Carlos nos ayudó para que fuéramos el servicio de transporte de Enanitos Verdes. En aquel entonces la agencia que los manejaba era Ohanian Producciones. Estuvimos con ellos por Medellín y fueron muy amables con nosotros.

Luego de unos meses, para la gira del disco Doble Vida, Ohanian, pidió que "Los chicos", como nos empezaron a llamar, estuviéramos de nuevo haciendo el mismo trabajo pero en esta ocasión para Soda Stereo. Teníamos 20 años, muy felices y asustados, subimos en cuatro autos con varios amigos también fanáticos de Soda. Los esperamos donde recibían su equipaje, y les dijimos muy seriamente: "¡Hola! Bienvenidos a Medellín, nosotros somos su transporte, sigan por aquí", ocultando la emoción.

Salimos al parqueadero y cada uno se subió a un auto diferente. Yo viajé con Tato Lopera de Estados Alterados y con Charly; Gustavo Cerati se fue con María Inés Vélez, manager de Estados Alterados; Zeta con Marcela, otra amiga y Elvis, de Estados Alterados. Bajamos por Las Palmas, y Daniel Kon, manager de Soda, sugirió parar a tomarnos fotos con la vista panorámica de Medellín.

Al llegar a la ciudad, nos detuvimos a comer hot dogs en un centro comercial, donde los abordaron varios fans. Luego Gustavo quiso ir al centro y los demás siguieron hacia el hotel.

Esta narración de Alba Cañellas, aún contiene la emoción fanática que tuvo la mujer de 20 años, cuando los tuvo de cerca. 

Esta historia contiene toda la dosis de realidad de una industria musical precaria, no solo en Colombia sino en Suramérica. 

Al día siguiente, después de esta increíble aventura de Soda Stereo por las calles de Medellín, era el momento del concierto. El lugar elegido para este recital fue la Plaza de Toros La Macarena. Gustavo estaba preocupado por el clima de Medellín, en los días anteriores las lluvias habían sido torrenciales y el centro de espectáculos donde se haría el concierto no tenía techo. 

—Creo que hoy no hay show— le dijo Gustavo a Alba.

—¿Por qué dices eso?

—Vamos y miramos, pero no vi movimiento ni avance en el montaje, además no hay techo, va a llover y ni siquiera hay una carpa— le respondió tajante.

Cuando llegaron a La Macarena el escenario era un río caudaloso. La batería de Charly estaba cubierta con unos plásticos empapados de agua.

No quiero morir electrocutado pegado a la guitarra, hoy no hay concierto —dijo Cerati.

Regresaron al hotel, los fanáticos sorprendidos llegaron y los integrantes de Soda y su manager los dejaron pasar a todos, se tomaron fotos con los músicos y ellos mismos les explicaron los motivos por los que no tocarían, era una lástima pero no existían las condiciones. Prometieron regresar en unos meses, la relación con Medellín era de amor a primera vista.

Al día siguiente, Soda Stereo llegó a Bogotá para tocar y presentar el Doble Vida en la capital. Parecía que Medellín se quedaría sin concierto. 

A los pocos días, Alba y sus amigos escucharon en la radio una cuña que anunciaba algo importante: "Y ya lo saben, Soda Stereo este martes en el Coliseo Iván de Bedout”. Sin explicación alguna, Soda Stereo brindaría un concierto en Medellín cuando todo parecía perdido. Todos quedaron sorprendidos, no entendían nada, así que fueron a la estación de radio a preguntar.

El asunto era que a Soda Stereo le prohibieron, desde Migración Colombia, la salida del país, pues tenían un pendiente con Medellín, el incumplimiento del contrato del concierto les generaría problemas legales por la no presentación en la ciudad de la eterna primavera.

“Por fortuna mía, ese día solo yo podía subir al aeropuerto. Y así, sola, fui a recogerlos en una van que rentaron de la producción. Ese día logré los autógrafos que no había logrado nunca. Charly, con trencitas de chaquiras me saludó muy efusivo y me dijo: ‘¡Nos iban a llevar a la cana, Alba!’”, recuerda ella.  

"Bajé sentada en una puntica del asiento. Fue un momento muy íntimo con la banda, Zeta se afeitaba, mientras Gus se burlaba de las letras de las canciones mal escritas en un librito que anunciaba el concierto: “Cuando me suba la cara de gánster y me baje la de tonto” cantaba y comentaba esa supuesta letra de 'Picnic en el 4to. B'. '¡No me cuadra!'. Llegamos al hotel, ya había fanáticos. Fue curioso: a mí también me pedían autógrafos. Gustavo me preguntó por un tema que a mi modo de ver deberían incluir en el set. 'Corazón Delator', respondí. Fuimos al Coliseo Cubierto Iván de Bedout a la prueba de sonido y para mi sorpresa empezaron con la campanita de 'Corazón Delator'. Durante el show, Gus señalaba al productor del concierto mientras cantaba: 'Hay tanto fraude a nuestro alrededor'".

De esa manera, Alba Cañellas, una fanática de verdad, amiga cercana y de años de Gustavo Cerati, termina esta historia que pudo acabar de una manera muy diferente, pues todos pensaron que iban a terminar en la cárcel y sería el final de su banda. Todo esto ocurrió en Medellín, una ciudad que ama a Soda y que en ese momento no estaba preparada para recibir a una de las bandas revolucionarias del rock latino.