Foto por: Joe Mabel

Mark Lanegan: un sonido brillante desde la oscuridad

Recordamos la música de un artista que, desde su pisada única y solitaria, marcó el sonido del rock durante décadas. 
Miércoles, 23 Febrero, 2022 - 12:25

Por: Juan Pablo Conto

Si bien Mark Lanegan se estrelló con la fama en Screaming Trees, una agrupación creada a mediados de los ochenta, en Seattle, EEUU, el sonido de su voz grave y que vibraba de manera dramática, anunció desde el primer día que su caminar siempre tendría una pisada propia. Una que fue solitaria, muchas veces subvalorada y que recorrió los confines del espíritu humano paseando, casi que haciendo equilibrio, por el abismo de la existencia. 

Lanegan nació en Ellensburg en 1964. Vivió una infancia y una adolescencia en la que se empezó a enfrentar a las dificultades del alcohol y las drogas. Y fue en 1985 cuando formó junto con los hermanos Conner la agrupación Screaming Trees. Con nueve trabajos entre EPs y LPs hasta la mitad de los años 90, si bien no alcanzó la fama de bandas como Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden, le dio al grunge de ese entonces una faceta que ninguna otro proyecto ofrecía: un sonido más sensual, una oscuridad profunda que se traducía en misterio y una guitarra que con sonidos como el logrado en el álbum Sweet Oblivion (1992), terminaría por desmarcarse y abrir horizontes para lo que sería la llegada del nuevo milenio. 

Desde 1990 también arrancó su trabajo en solitario, debutando con el disco The Winding Sheet, lanzado con la emblemática disquera Sub Pop. Aquí sentaría unas bases que luego consolidaría en Whiskey for the Holy Ghost (1994), un álbum que, aunque pasó por una insoportable dilatación en su grabación, por la frustración, el desgaste y el comportamiento errático por parte de Lanegan, alimentado por pensamientos que colindaban con la paranoia, terminaría por ser una excelente pieza en la que el artista se desnudaba y mostraba una estela que siempre perseguiría. 

Terminó deambulando así por esas callejuelas que marcaban el pulso de artistas como Tom Waits o el enigmático Nick Cave –con quienes además colaboró. Un camino entre las tinieblas y la redención que encarnó hasta el último día de vida; mientras sumaba a su catálogo musical proyectos como Mad Season, The Gutter Twins, Soulsavers, The Twilight Singers o Queens of the Stone Age, y colaboraciones con artistas como Isobel Campbell, Moby, Slash, Duke Garwood, entre otros.

Quizá muchos lo conocieron por su participación en Queens of the Stone Age, un proyecto al que le entregó letras de canciones y coros con su contundente sello. En discos como Rated R (2000) o en Songs for the Deaf (2002), en el que también estuvo Dave Grohl, Lanegan dejó auténticos himnos para el rock a los que hoy hay que subirles el volumen como “A Song For The Dead”, “Hangin' Tree” y “God Is In The Radio”.

“No me gusta hablar de mi música. De hecho, creo que no me gusta hablar de música. Te diría incluso que no soy muy fan de hablar, en general. Me enamoré del rock en mi adolescencia porque solo me pedía escuchar”, dijo alguna vez en una entrevista para El País de España. Dejó aún así un par  libros en los que narra parte de su vida, como I Am the Wolf: Lyrics & Writings (2017) o Sing Backwards and Weep (2020), y una gran cantidad de grabaciones alimentadas por la curiosidad que hay que explorar a profundidad. 

Mark Lanegan murió el pasado 22 de febrero a sus 57 años. Si bien no se ha dado a conocer la causa de su muerte, había tenido complicaciones con el COVID-19, que lo habían dejado sordo por un tiempo. Sin haberse recuperado del todo, recientemente había vuelto al hospital donde estuvo en coma. 

Que en paz descanse y que su música suene por siempre.