Fotos por Pablo Pulido

El BIME 2022 celebró en Bogotá la música de América Latina

Ni la lluvia, ni el frío impidieron que los asistentes disfrutaran de la robusta agenda de esta edición. Aquí les contamos algunos de los momentos más emblemáticos de estos cuatro días y lo que conversamos con su director, Julen Martin.
Lunes, 9 Mayo, 2022 - 05:23

Por: María Claudia Dávila

El poder del arpa y el zapateo de la Agrupación Guarura de los Llanos Orientales; el pop feminista y sensible de Francisca Valenzuela; las letras directas que le cantan a nuestro trasegar, a la tierra y al hecho de ser mujeres de La Muchacha; el beat pujante de ha$lopablito, la juntanza de La Perla, los sonidos nostálgicos de Gabriel Ríos y la dulzura arrulladora de Niña Tormenta. Todas son distintas caras de una fuerza latina que pisó con fuerza en la edición de este año en BIME Bogotá. Su presencia demostró que acá no tenemos que envidiarle nada al resto del mundo.

Durante cuatro días, entre el 4 al 7 de mayo, el ritmo estuvo presente en varios puntos de la ciudad, hubo más de 100 charlas, conversatorios y talleres en torno a temas que más que nunca se hacen vigentes: el género, la salud mental, la pandemia, la música y la forma como circula. Es una industria que evoluciona vertiginosamente y donde artistas se encontraron con managers, expertos en la industria musical, novatos, estudiantes y aficionados para celebrar esos sonidos que nacen aquí, que siguen creciendo y tejiendo puentes hacia otros lugares del mundo. 

No fue gratuito que el epicentro de este mercado musical fuera Bogotá. Como nos lo contó Julen Martin, director de este encuentro, es una ciudad que convoca y donde la industria musical cada vez se mueve más: “Solamente para el segundo día, la última vez que miré, estábamos en 1.400 profesionales acreditados, solo profesionales. O sea: artistas profesionales, gente que viene aquí a trabajar, a mostrar talento, comprar talento, aprender, estudiantes. Para una primera edición de un encuentro de estas características es un número muy importante”. Fue así como este evento, que viene celebrándose desde hace 10 años en Bilbao, juntó a artistas y empresas con cierta trayectoria, a proyectos emergentes y público en un mismo espacio. 

Por este mismo motivo, nos dijo que el equipo que produjo el encuentro apuntó a tratar todos los temas que tengan que ver con industria musical y no dejar ningún sector fuera: “Siempre estamos mirando hacia el futuro, la innovación y todo lo que está por venir. Tenemos temáticas generales y luego tenemos verticales, de música en directo, de género, salud mental, cine. La gente joven necesita este tipo de espacios para entender cómo es nuestra industria y empezar a amarla”. 

De ahí que el abanico fuera tan extenso: charlas sobre NFTS, sobre la asociatividad en la música independiente, sobre las mujeres que dirigen o de cómo hacer música en tiempos de influencer. También espacios con una selección de cortometrajes acompañados de reflexiones en torno a la selección del sonido y la música para crear narrativas poderosas, talleres sobre la digitalización y de cómo enfrentarse a una crisis como la “nueva normalidad” desde la música, fueron algunas de las temáticas que se trataron. 

A propósito de la selección y los criterios de las bandas elegidas, Julen explica que todo se dio por convocatorias con diferentes entidades: “Se abrió una inscripción en donde se apuntan todas las bandas que quieran. Luego los criterios ya pasan a un equipo de curadores, selectores, bookers, con amplia experiencia contratando bandas para muchos festivales, giras, etcétera. Es importante que estas bandas cuando presentan esta selección expliquen bien en qué momento están de su carrera, si tienen un plan de internacionalización o un plan a futuro, no ver lo que sale solamente. Es difícil llegar a tener una carrera prolífica así en la música”, agregó. 

En cuanto a espacios pedagógicos o de reflexión, uno de los componentes importantes que se tocó en estos cuatro días de encuentro fue el de género. Esto explicó Martin, justamente obedeciendo a un problema histórico y que pasa por todas las estructuras sociales: “Desde el BIME hace muchos años colaboramos con el proyecto europeo Kit Chains, que trabaja por la equidad de género, antes enfocándose en las mujeres, ahora también en personas con otras identidades. Nosotros lo que hacemos es apoyar estas reflexiones y trabajar para que en unos años no tengamos que tener un ciclo como el Music Equality Forum porque dejó de ser un problema como lo es ahora”. 

A propósito de esto, en Radiónica conversamos con artistas como Francisca Valenzuela, con su proyecto Somos Ruidosas, con La Muchacha, Paula Van Hissenhoven, Niña Tormenta, La Tenaz que nos explicaron que las mujeres siguen enfrentándose a las brechas de género en festivales o a situaciones como el acoso y la violencia en la industria. Ellas hicieron hincapié en la importancia de la juntanza para hacerle frente a estas formas de violencia e impulsar su música. 

Otra de esas reflexiones que se dio en el edificio Zula, uno de los puntos centrales del BIME, fue acerca de la pandemia. Y es que el hecho de hacer el evento después de dos años de aislamiento o una normalidad a la que no terminamos de acostumbrarnos también fue bastante significativo, explicó el experto. La pandemia ha afectado mucho en el tema de la salud mental y también a la industria musical y, sobre todo, a la música en directo. Frente a esto Martin agregó: “A diferencia de la música grabada que lleva muchos años reinventándose y reaccionando a muchos golpes, la música en vivo no tanto. No es por amenazas externas, sino por las propias del mercado. Llegó una amenaza que afecta a todos por igual y ha dejado sin trabajo a mucha gente. Yo creo que ahora se abre un momento para volver a soñar. Es cuestión de tiempo”.

Un tema que se conecta con a dicha crisis es el de la salud mental, sobre lo cual Julen fue muy enfático al decir que los seres humanos somos animales sociales y necesitamos del encuentro, de la música en vivo: “Todo el contacto que hemos hecho por redes sociales, videoconferencias, etcétera, facilita ciertas cosas, pero para descubrir una banda en vivo y su música, por más de que yo te la ponga en vídeo o en una videollamada en Zoom no va a hacer lo mismo. Aquí tú vas a ver al artista y, si te gusta, vas a poder hablar con él. Yo creo que es como el enamoramiento entre dos personas: no te puedes enamorar del todo de una banda hasta que no la ves en directo”. 

Hubo componentes alrededor del cine y lo audiovisual en general, de las marcas y la publicidad: “Esto sobre todo porque los mercados tanto aquí, en España, como en América Latina no están tan desarrollados como pueden estar en Estados Unidos, Inglaterra y Francia, por ejemplo, en la figura de un supervisor musical que se dedica a seleccionar música para cine y que es una auténticas estrella. Es algo que tiene mucho desarrollo todavía en nuestros mercados y un gran futuro", explicó.  

Así, mientras todo esto pasaba, casi como un recordatorio de que la música más que analizarse, hay que sentirla y más cuando es en vivo, al escenario subieron artistas de México, Reino Unido, España, Uruguay, Chile, Argentina, Puerto Rico, Francia y Colombia. 

El broche de oro se dio en el cierre, que fue a la vez como una puerta de entrada de este evento al resto del continente. Este estuvo a cargo de Nathy Peluso quien subió la temperatura del público en medio de una noche fría bogotana. A este show se sumó la presentación de artistas como Carmen Cambiaso, Nanpa Básico, El Rap Bang Club, Martina La Peligrosa y Dawer X Damper: una selección de artistas que nuevamente demostraron que todo lo que está gestándose en este pedazo de tierra tiene mucho que ofrecerle al resto del planeta. 

En general esta edición del BIME desbordó las expectativas. No solo por los números, por las charlas y la cantidad de invitados y asistentes, sino por el encuentro, el abrazo, el escenario y la música de nuestro continente. Y sobre todo, tal como lo explicó Martin, porque en estos cuatro días, Bogotá se sintió como ese punto de referencia para la industria de toda la región, donde la noción de lo propio se convirtió en ese diamante que seguimos puliendo todos los días, desafiando esa premisa tan arraigada en nuestra cultura de que lo de afuera es mejor.