Meira Delmar, la escritora del amor, el dolor y la nostalgia.

Meira Delmar, la escritora del amor, el dolor y la nostalgia.

“La poesía no es lo que está más allá de la vida, es la vida misma mirada con otros ojos.”  
Miércoles, 19 Julio, 2017 - 12:32

Por: Sandra Villaba

Hace poco escribí un texto sobre Marvel Moreno que me gustó mucho y me hizo pensar en el papel femenino en la cultura del Caribe. Las mujeres construyen un discurso desde sus emociones, visiones y criterios. Muchas, desde sus propias experiencias, han apoyado consciente e inconscientemente en un proceso de modernización social, permitiendo vislumbrar nuevos roles para la mujer en el arte y la cultura. Hoy, quiero escribir sobre un gran ejemplo.

En la costa hay varias bibliotecas, parques y centros culturales que se llaman Meira Delmar en honor a la escritora barranquillera, quien fue una de las poetisas más destacadas de Colombia en el siglo XX, pero, ¿quién es ella?, ¿por qué es tan relevante para las letras del Caribe?

Meira fue una intelectual que escribió su poesía dentro de un intenso intercambio de ideas y de sensibilidad, lo que le sirvió para construir un universo poético único. En tiempos en los que la poesía entró en un período de caos y la mayoría de los creadores optaron por alejarse de las manifestaciones del sentimiento, Meira Delmar siempre defendió escribir sobre el amor, el dolor y la nostalgia.

Olga Isabel Chams Eljach (su verdadero nombre), fue amante de las letras desde pequeña. Creció rodeada de libros, de escritores, de poetas. Su madre leía mucho al poeta libanés, Jalil Gibran y su padre tenía estantes llenos de libros en árabe. Sus lecturas favoritas eran las rimas de las poetisas latinoamericanas Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini y Alfonsina Storni.

Empezó a escribir a los 11 años y como no quería que su papá se molestara (era muy severo y ajá, su hija que aún estaba en el colegio escribía sobre amor), decidió ponerse un seudónimo (Meira es una modificación del nombre Omaira y Delmar por su amor hacia el mar). Rápidamente comenzó a ganar popularidad y varias editoriales se interesaron por su poesía.

Sus primeras poesías fueron publicadas en 1937 en la sección Poetisas de América de la revista cubana Vanidades. Luego de ese comienzo, su pluma no se detuvo y siguió escribiendo obras como: Alba de olvido (1942), Sitio del amor (1944), Verdad del sueño (1946), Huésped sin sombra (1971), Reencuentro (1981), Laúd memorioso (1995) y Viaje al ayer (2007). entre otros.

Fue muy buen amiga del grupo de La Cueva. García Márquez, Obregón y Álvaro Cepeda la querían mucho. Pasaban los sábados en la tarde en la terraza de su casa hablando “cháchara” de escritores, libros y cualquier cosa que pasara en la ciudad. Ella no podía acompañarlos al bar porque en esa época no estaba bien visto que una muchacha de “bien” barranquillera entrara a ese tipo de lugares.

Meira fue de las primeras mujeres del Caribe interesadas en derrumbar estereotipos de género en una época con fuerte pensamiento tradicional. Fue una mujer con gran peso en la cultura barranquillera no sólo por sus letras, sino también por hacer parte de organismos que eran totalmente masculinos en esa época, como la Academia Colombiana de la Lengua, el Centro Artístico de Barranquilla y la Sociedad de Mejoras Públicas.

También fue muy reconocida. Recibió Doctorado Honoris Causa en Letras de la Universidad del Atlántico, Medallas de Honor al Mérito de la Sociedad de Mejoras Públicas y del Club Rotario de Barranquilla, Medalla Gran Orden del Ministerio de Cultura de Colombia, Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación y otros tantos reconocimientos de Gobernaciones y Universidades del país.

Leer a esta poeta barranquillera es reencontrarse a cara descubierta con el amor, un tema vivificado hoy sin prejuicios por muchos escritores contemporáneos en todas las lenguas y convertido en espina dorsal de sus libros. Ella recuerda o descubre que bajo los fulgores del amor se esconde el desamor. Ilusión e incertidumbre y perplejidad ante el sentimiento siempre desconocido, eternamente nuevo.

“Un breve instante se cruzaron
tu mirada y la mía.
Y supe de repente
-no sé si tú también-
que en un tiempo
sin años ni relojes,
otro tiempo,
tus ojos y mis ojos
se habían encontrado,
y esto de ahora
no era más que un eco,
la ola que regresa,
atravesando mares,
hasta la antigua orilla.”

Reminiscencia, Meira Delmar (1981).