Zeta Bosio

Zeta Bosio, escritor

“Mi acercamiento a la música estaba en marcha y se acentuó cuando la familia se hizo de un tocadiscos que había traído mi tía Elena de un viaje a Italia”.
Domingo, 23 Abril, 2017 - 07:44

Por: Álvaro González Villamarín

Alrededor de la historia de Soda Stereo se ha creado todo un trabajo literario que ha enriquecido su leyenda. En medio de una serie de biografías y entrevistas, Zeta Bosio, protagonista de esta épica travesía sonora, se atrevió a presentar, con valentía, sus recuerdos, anécdotas, pensamientos y sensibilidades en un texto sincero y bien escrito titulado: 'Yo Conozco Ese Lugar'.

“Durante el año que pasé en la Fragata me escribía cartas con Miguel, aquel viejo amigo que me había enseñado a tocar el bajo y que a esa altura vivía en Inglaterra, en plena eclosión del punk británico”.

Es muy interesante conocer la historia de Soda Stereo a través de la visión de su bajista y por supuesto, a través de la sensibilidad de uno de sus compositores, si bien Gustavo Cerati ha sido el protagonista de los textos que se han creado alrededor de la banda argentina, Zeta Bosio, como parte de esta especie de “triada mágica”, nos proporciona, además de una validez histórica, una sensibilidad especial que enriquece el imaginario del rock en nuestro idioma.

“Lo interesante de aquella primera época era que, a pesar del contexto político y bélico que se respiraba en el aire, poco a poco comenzamos a percibir que no estábamos solos del todo”.

El libro nos proporciona una cronología sobre la vida de Zeta Bosio, desde el origen de su familia, precisando la migración de la misma desde Italia hasta Argentina, hasta la actualidad del artista, por supuesto, en las páginas de 'Yo Conozco Ese Lugar', nos encontramos con los años de universidad del autor, en los cuales se conoció con otro estudiante llamado Gustavo Cerati y posteriormente, con Charly, un joven baterista hijo del gran Tito Alberti, ya imaginarán lo que ocurrió con ese encuentro.

“En marzo, mientras nos preparábamos para la facultad y pensábamos cómo y dónde buscar un baterista que estuviera a la altura de nuestras necesidades, se desencadenó la famosa anécdota que involucra a Laura, la hermana de Gustavo. Ella había conocido a Charly Alberti en la piscina del club River Plate…”

Conocer la historia de Soda Stereo a través de uno de sus protagonistas es fascinante, entender el concepto de cada uno de sus discos, pero en especial, acercarnos a los seres humanos que crearon cada obra, es una experiencia musical completa, Zeta Bosio, logra traerle al lector el espíritu de cada año, de cada década con precisión, con anécdotas que tienen la capacidad de crear mayores afectos hacia la banda y que nos ayuda a comprender la grandeza de la historia musical creada a través de sueños e ilusiones y por supuesto, por esa prodigiosa dosis de talento e imaginación.

“Nos embarcamos en la realización del video de (En La Ciudad de la Furia), quizás para disimular que no teníamos ningún proyecto para salir de gira. Lo produjimos totalmente solos y sin el apoyo de ninguna compañía, como una superproducción autogestionada, ideada por Alfredo Lois”.

Obviamente, desde lo humano, y es quizás uno de los grandes aciertos del libro, el autor logra revelar la colección de sentimientos que rodeaban el proyecto, tanto en sus grandes momentos como en las situaciones difíciles que atravesaron los integrantes de la banda durante la existencia y ausencia de la misma. Lo anterior, está argumentado en una escritura sencilla, efectiva y poderosamente sincera. Sí, Zeta Bosio, además de ser un increíble músico y gestor cultural, podría aprovechar este primer texto para emprender un camino importante en la literatura, no debemos olvidar, que gracias a su sensibilidad hemos sido felices en el continente. ¡Gracias Zeta!

“El humor siempre fue un motor importante para la banda, incluso más allá de las situaciones incómodas y los frentes de discusión instalados: a la hora de divertirnos, nuestras diferencias se corrían a un segundo plano y la pasábamos muy bien. Los problemas, en todo caso, se dejaban para algún descanso o para discutir al final de las giras, en los tiempos muertos”.

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