Mariana Enríquez: 'Las canciones son más importantes en mi vida que la literatura'

Mariana Enríquez: 'Las canciones son más importantes en mi vida que la literatura'

En el marco de la FilBo 2017 hablamos con la autora argentina.
Miércoles, 3 Mayo, 2017 - 02:38

Por: María Alejandra Calderón García

Mariana consiguió unas luces de bengala para abrirse paso entre las más de sesenta mil personas que llegaron al Estadio de River para tener en primer plano a Iggy Pop y cantar a todo pulmón No Fun de The Stooges. Los Ramones tocaron después de Iggy esa noche en Buenos Aires,  Argentina, escribiendo así la historia de uno de los conciertos más apoteósicos en el sur del continente. Era el 16 de marzo de 1996, día en el que Mariana se enamoró más del punk.

Leer a Mariana Enríquez es sumergirse en un mundo atrapante en el que los fantasmas, los cementerios, las tumbas, el sexo, la brujería, los hechizos, la adolescencia, el terror, y el rock habitan en un mismo lugar en el que se vislumbran influencias desde Cortázar hasta Stephen King. 

La bonaerense supo desde pequeña que no quería caer en el lugar común donde las mujeres tienen hijos y le dedican sus textos al romance y a los tintes rosas. Eso no le interesó ni en su vida ni en la literatura. En cambio prefirió desde muy joven hablar de la oscuridad, de lo viceral, del horror a partir de la vida misma y la sociedad. Con libertad, casi que con descaro, sin espacio a endulzantes.  

Luego de crecer en medio de las atrocidades de la dictadura militar de Argentina (1976-1983) la escritora y periodista, encontró en la ficción y en un mundo fantástico que creó entre la realidad y el terror, cómo hablar de los hechos que vio en su niñez en Buenos Aires y de las historias que no terminan de revelarse después de la violencia de esos años que marcaron la vida del país y sus habitantes.


Así lo narra en libros como Los Peligros de Fumar en la Cama (2009) en donde en 12 cuentos crea historias de ficción entre niños fantasma, fetiches con las palpitaciones del corazón, muertos que regresan para cobrar venganza de las tragedias sociales y políticas, entre otros relatos. Una serie que cuenta con la agudeza propia de unas historias de suspenso que inician con una tensa calma y que en la cúspide de la trama corta la emoción en un segundo, como si se tratara de una pesadilla en la que uno se despierta en el mejor momento, para dejar que la imaginación fabrique las escenas siguientes a esos finales abiertos. 

Por otra parte, en Alguien camina sobre tu tumba (2013), cuenta a manera de crónica sus experiencias recorriendo y contemplando cementerios de Cuba, Argentina, Perú, Italia, Francia, Australia, México y Estados Unidos. Un libro en el que nos recuerda que "estamos en un mundo en el que todos, en todas partes, más o menos, caminamos mayor o menor cantidad de muertos. Hay muchos más muertos que vivos, es una verdad sencilla, y todos terminan hechos tierra".

En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá hablamos con ella de sus letras en estos dos libros, de cementerios, y como #ElRockEsLiteratura, de música:

¿De dónde nació tu idea e inspiración para hablar de los cementerios en 'Alguien camina sobre tu tumba'?

Me gustaron los cementerios desde chica. Lo veía con una cosa que solo tenía que ver con la estética. Me gustaba porque era un poco desafiante y tenía eso de miedo pero nunca lo pensé como un gusto que iba a terminar siendo un libro, anotaba cosas, coleccionar historias de cementerios era como un hobbie.

Hace unos años el cuerpo de Martha, la mamá de una amiga estaba desaparecido. La dictadura de Argentina de los años 70 a las personas que asesinó las desapareció; no están los cuerpos. No se sabe dónde están y los militares se niegan a decirlo, y lo que empezó a pasar muy poco, porque no es muy frecuente, fue que los cuerpos aparecieron en fosas comunes. Ahí identificaron a la mamá de mi amiga. Ella la enterró ehizo una ceremonia muy grande con los amigos de ella, sus hermanos, un montón de gente. Fue un acto político y a la vez reparador. Ahí me di cuenta que los cementerios me gustaban y no solamente por estética, sino porque había algo en mi historia y en la historia de mi país; yo la dictadura la viví desde muy chica, tenía dos años cuando empezó. Me empecé a dar cuenta que eran lugares que eran lindos y gratos. Para mí y para mucha de la gente que vivió lo mismo, una tumba es algo tranquilizador. Es decir que ahí hay alguien con su cuerpo, está su nombre, se le puede ir a saludar, no es algo que no existe, que es lo que la violencia política de los setenta quiso lograr. 
Cuando pasó eso con Martha decidí convertir en un libro todos esos apuntes que tomé porque me di cuenta que además de disfrutar lo estético, tenía un trasfondo personal que tenía que ver con mi vida, que tenía que ver con la historia de la Argentina. Terminé armando ese libro y encontrándole una explicación a mi gusto por los cementerios, las tumbas y la cuestión funeraria.

¿Crees que falta hablar sobre la muerte en el mundo editorial?

Me parece que en el mundo editorial, literario y periodístico se habla mucho de la muerte desde la violencia, pero no de la muerte con todo lo demás que implica. El duelo, lo doloroso, la ausencia, el recuerdo, el olvido, nuestra propia muerte, el cuerpo enfermo, de qué vamos a hacer con nosotros…La muerte aparece muchísimo pero en forma violenta, de crimen, de guerra, hasta en un sentido morboso. Especialmente en los crímenes de mujeres. Yo no veo que en los crímenes contra adolescentes se hablen con los mismos detalles como los que se le dan a los de las mujeres.
En Latinoamérica también aparecen mucho las masacres por todos los problemas que tienen nuestros países que son particulares. Pero la muerte más íntima aparece muy poco en general.  

¿Qué tumba quisieras visitar?

La de Rimbaud. Lo que pasa es que no está en los cementerios grandes de París, está en su pueblo natal, en Charleville. No soy de tumbas de famosos, pero Arthur Rimbaud es uno de los escritores que más me influenció.


“... Esa música un día empieza a bajar el volumen o sencillamente se detiene. Cuando eso pasa, uno deja de ser adolescente. Pero no era el caso, ni de cerca, de la época en la que hablábamos con los muertos. Entonces la música estaba a todo volumen y sonaba como Slayer, Reign in Blood”
Cuando hablamos con los muertos.
Los peligros de fumar en la cama.

En los cuentos de Los peligros de fumar en la cama recurres varias veces a los niños fantasma pero en la forma más cruda…

Son cuentos de terror, y en los cuentos de terror los niños suelen ser malvados, la perversión de su inocencia es lo que hace que sean bastante malos. Un poco es respetar la tradición del terror, no hay nada más perverso que un niño que no es inocente, que es lo que son, no son inocentes. Eso da miedo porque es un tabú. Otro tabú que hay es el de la infancia idealizada, tendemos a pensar que los niños son buenos  y la verdad es que hay niños buenos y malos. Y es hipócrita la situación, hay muchísimos niños que son pobres, que pasan hambre, que viven en guerra, que son abusados…Lo que siempre decimos es que son lo mejor que nos puede pasar, que alegran la casa, que son ángeles y la verdad es que nadie los trata así. De alguna manera los uso en ese sentido, en el libro hay un cuento que ubico en Barcelona que se llama Rambla triste sobre un motón de niños abandonados que de alguna manera toman venganza de la ciudad con su presencia fantasmal. Se vengan de una ciudad que en ese sector pasó de ser pobre, que los expulsó y maltrató, para luego convertirse en una de las ciudades más ricas, lindas y turísticas de Europa. Ellos siguen ahí como una especie de memoria de la metrópoli. Ellos se desquitan de ese presente opulento de la ciudad que ellos no pudieron vivir.

En ese mismo libro pareciera que tomaras diferentes formas de la mujer, en su niñez, en su adolescencia, juventud y adultez, ¿Hay algo autobiográfico allí?

Muy poco, pero entiendo el efecto. En casi todos estoy hablando de mujeres que se parecen bastante a mí en algún sentido, pero no hay mucho autobiográfico, si conozco Barcelona, pero no me pasó eso. En el último cuento Cuando hablamos con los muertos, se habla de la copa y la Ouija, y yo experimenté bastante con ella pero nunca jugué pidiendo que se apareciera un desaparecido, pero sí lo hicieron amigas mías. Es una mezcla de experiencias. Se puede tomar una distancia, me sirven para hablar de cosas oscuras que irrumpan en lo cotidiano, pensarlas más, entender más lo que se está viviendo.

Hablas mucho de música en tus libros, ¿Qué significa para ti la música?, ¿Alguna vez quisiste tocar algún instrumento?

Yo hubiese querido hacer música. La música, los músicos y las canciones son más importantes en mi vida que la literatura, por mucho. Y me influencian en la misma medida que los escritores. Cuando escribo algo, escribo a partir de la música, de la sensación que me da una canción.

Soy muy mala como musica, lo intenté de chica me di cuenta rápidamente que no servía para eso. Con la escritura tú puedes mejorar pero si cantas mal por ejemplo, es difícil. 

En 'Alguien camina sobre tu tumba' nombras a Manic Street Preachers como tu banda favorita, ¿lo sigue siendo?

Sigo siendo fan de los Manic Street Preachers, crecieron conmigo, hasta los discos nuevos me gustan, es como la vida misma, tiene sus buenos y malos momentos.

Es curioso que no hables de la música argentina en tus textos...

Me gusta el tango la verdad, no me gusta el rock argentino, me gusta el punk como She Devils… Siempre me ha gustado el rock anglosajón y tiene que ver mucho con mi idioma. 

En una palabra cómo defines a los siguiente grupos y artistas…

Nick Cave: Amor.

The Rolling Stones: Sexo.

Bon Scott: Diversión.

Elvis Presley: Grandísimo.

Sex Pistols: Rabia. 

Ramones: Juventud.

The Clash: Inteligencia.

Estas son las 10 canciones de Mariana Enríquez: