Fotos: Alcaldía de Cali

'Libros humanos' en la FILCALI, porque el contenido sí importa

Conozca la historia de Harold a quien sus 27 perros le han salvado el mundo.
Domingo, 24 Octubre, 2021 - 02:53

Por: Geraldine Muñoz Asprilla

Héctor Lavoe cantaba que la calle es una selva de cemento, de fieras salvajes, cómo no. Es que la vida puede ser tan salvaje como se la imagine, tiene un son, un baile de varios tiempos, de momentos. De vidas que se encuentran entre semáforos, las cebras, la tienda, la panadería, el chance, el puestico de minutos, la esquina del barrio, el paradero del bus, la avenida, la calle sola, oscura y silenciosa. La selva de cemento donde conviven seres humanos, algunos viven de prisa la vida otros la cojen suave. 

En cada ciudad de Colombia existen las historias de quienes les ha tocado aprender de la peor manera cómo es que se lucha por subsistir, sobrevivir en su mismo cuerpo, existir en este mundo. Personas que han sufrido los estragos de la indigencia, la mirada acusadora, la falta de afecto, el hambre y el abandono. 

 

“Aguante y perrenque 
Verraquera siempre adelante
Al arranque
Al amanecer 
Cuando se levanta la gente decente
A trabajar para comer”

"Toca bregar," El Kalvo

 

Por la calles de Cali,  la segunda ciudad con mayor población de habitantes de calle según el Dane, se ha visto pasar una carreta conducida por un hombre que vive a su manera. No va solo, va acompañado a veces con sus nueve perros, otras veces solo con el amor de su vida, “Pega pega”, una perra criollita, tierna, con la mirada más sincera y amorosa que haya podido encontrar. Mascotas que han sido la fortaleza en las alegrías y tristezas de don Harold Fernando Vázquez. Esta es su historia. 

De los 64 años que tiene don Harold, 20 los ha vivido en la calle, la ha habitado de muchas maneras, la ha visto y escuchado minuciosamente. Su voz como su piel está arrugada. La experiencia, las secuelas del sol inclemente de la Cali calentura dejan notar que ha pasado el tiempo. Se toma su tiempo para contar cada idea con ese “cantaito” característico de los caleños de antaño, cada pausa para respirar la hace con una mirada hacia arriba, porque como él dice, está vivo por inspiración divina. 

- "Soy un habitante de calle que fue criado en el barrio El Calvario, haga de cuenta lo que en su momento fue el Bronx en Bogotá. Hoy día una calle de escombros . Y ella - dice mientras señala a “Pega pega”- es el motivo que me hace vivir un día más después de haber estado recorriendo las calles de esta ciudad", cuenta don Harold. 

- "¿Por qué le puso ese nombre a su perrita?", le pregunto. 

- "Se llama 'Pega pega' porque se me pegó en mi mente y en mi corazón", responde con una sonrisa lleva su manos a la cabeza y al pecho. "La rescaté y ella me rescató"

- "¿Qué pasó con su vida, en qué momento se convirtió en un habitante de calle?"

- "Yo era cotero, descargaba y cargaba camiones para una trilladora de café que se llamaba la Cóndora, esa empresa se acabó y me tocó rebuscarmela. Nunca había cogido una carreta, una paca o un costal para irme a ganar la vida y un amigo del barrio me invitó a recoger cartón en la de él. Con pena lo empecé a hacer, pero como la necesidad no tiene vergüenza, al otro día volví a salir y así empezó todo. Un día encontré una perrita en una caja de cartón que estaban botando, la rescaté y le puse 'Bienvenida', fue la primera que me acompañó en este viaje".  

A don Harold se le aguan los ojos cuando habla de “Bienvenida”, una de las crías que le dio pasó por el momento más significativo de su vida, cuando a la madre de don Harold le da cáncer, la entuban y, justo cuando pasa eso, la cría se enferma. 

Cuenta que pasó mucho tiempo con una ruta específica luego de hacer su labor de reciclaje. Llegaba a la carrera 10, pleno centro de Cali, le llevaba el alimento a la perrita que la cuidaban en la fundación Paz Animal cuando se enfermó y luego iba para el hospital San Juan De Dios a visitar a la mamá que estaba entubada. A la perrita le dio la misma enfermedad. 

- "Cuando mi perra se murió no sabía qué hacer, me quería morir pero algo pasó, de inmediato mi mamá se recuperó, duró 20 años más y creo que ese animalito dio su vida por unos años más de mi madre. Y desde ahí pa’ allá, yo no consiento nada con un animal, prácticamente ellos me han salvado la vida", cuenta. 

27 animales tuvo en su casa, mascotas a quienes llamó “Mamoncillo”, “Buenas buenas”, “Pechi blanco”, “Sopita”, “La negra”, “Choco”, “Estrellita”, entre otros, su pareja lo ha acompañado en esa aventura. Luego hizo un albergue mientras tenía lugar la demolición de las casas del barrio el Calvario para un proyecto de renovación urbana, que está en veremos y va a paso lento. 

Don Harold también cuenta que estuvo hospitalizado por lo que llama él “la infección de la rata”, por haberse tomado un tinto en un pocillo sin lavar.

Un día escuchó de una campaña que se llamaba “Con Jesucristo por las calles de Cali” , impulsada por Samaritanos de la Calle, un proyecto de la Arquidiócesis de Cali y la alcaldía. Para él, recibir un chocolate con arepa, escuchar una misa y sentirse escuchado, es lo que ha valorado en su vida. Mientras hablábamos, decía que ha sido el momento más feliz de su día, porque le di una oportunidad de conocer su historia, algo que no pasa todos los días. 

Sigue viviendo en la calle en un corralito de un metro. Cuenta que cuando llueve prefiere que se protejan sus mascotas y que mejor se moje él. Dice que gusta vivir así, lo ha hecho por mucho tiempo y ya se acostumbró, pero siempre está pendiente de las campañas de Bienestar Social. También cuenta  que cuando tiene hambre recuerda a su progenitora:

- “Mi mamá me enseño que si tenía mucha hambre le pidiera a mi Dios, mordiera una ramita y confiara que si hoy no tenés comida, al otro día tenés el doble, él no te deja morir. Qué bonito sería que la gente le enseñara a sus hijos que compartan, porque el pan compartido llena, por eso yo le digo a la gente que hay que creer en Dios en el cielo, en la madre de uno en la tierra y en los animalitos”, agrega don Harold. 

 

“Vive a tu manera, la vida es solo un camino hacia el final”
Vive a tu manera, Herencia de Timbiquí

 

El censo del Departamento Administrativo Nacional y de Estadística (Dane) reveló que en 2020 había 5.043 habitantes de calle en Colombia. Del total de habitantes de calle, el 84,9 % (4.281) eran hombres y el 15,1 % restante -alrededor de 762- eran mujeres.

Las zonas de Colombia donde hay más habitantes de calle son el departamento del Meta con 721, seguido por Valle del Cauca con 692, Risaralda con 462, Cundinamarca con 459 y Antioquia con 355.

Historias como las de don Harold hay por montón, todas con un sufrimiento de por medio, una necesidad, un deseo, el anhelo de que alguien les extienda la mano, les ayude y es cierto que algunos se rehúsan a aceptar una ayuda. Sin embargo existen iniciativas que han intentado sembrar la semilla para que la indigencia en Colombia cambie. 

Iniciativas como Samaritanos de la Calle han sido un apoyo importante en Cali desde hace varios años, cuenta con ocho albergues que recibe a diario 890 habitantes de calle para que se alimenten, se bañen, cambien su ropa y tengan dónde pasar la noche. 

Junto a este proyecto hay una campaña famosa en los barrios de la ciudad por el Dispositivo Móvil de Atención al Habitante de Calle dirigido por la Secretaría de Bienestar Social, que le ofrece a ellos una ducha, ropa, comida y opciones para recuperarse de una adicción. 
 

También, recientemente tiene un Servicio de Atención a Habitantes de Calle con animales de compañía, un programa que cuenta con atención básica en los territorios de permanencia de los habitantes de calle durante las tomas barriales, carpas de servicios y brigadas del Dispositivo Móvil, espacio de cuidado integral, que tendrá zonas de juego e higiene, consultorio veterinario, área de descanso y servicio de guardería. Así como acciones de sensibilización, educación y estrategias para el bienestar animal.   

Del 21 al 24 de octubre estará disponible en la Feria Internacional del Libro de Cali el stand de los “libros humanos” ubicado en la manzana T del Bulevar del Río. 

“Esta es una forma de sensibilizar a la comunidad caleña frente a la realidad y los ojos con que debemos mirar al habitante de calle, a quienes debemos mirarlos con ojos de amor, de compasión no con la mirada de estorbo, del que huele feo, sino como un ser humano que podría ser su hijo, hermano o un familiar y que de pronto quiere salir de allí pero no tiene cómo. Esta es una oportunidad para jóvenes y niños para escuchar estos testimonios”, indica la secretaria de Bienestar Social, María Fernanda Penilla Quintero. 

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