Imágenes cortesía de la autora

‘A las patadas’, un libro sobre el fútbol practicado por mujeres en Colombia

Conversamos con Gabriela Ardila, autora de este libro en el que las historias de las mujeres que resisten con el balón en un mundo masculino son las protagonistas.
Viernes, 26 Mayo, 2023 - 04:31

Por: María Claudia Dávila

Hay historias que pocos conocemos como sociedad y la del fútbol practicado por mujeres es un ejemplo claro de ello. Por eso, la más reciente investigacion de la historiadora bumanguesa con enfoque de género y Doctora de la Universidad de Hamburgo, Gabriela Ardila, es un motivo de celebración y de reivindicación de una historia silenciada de cientos de mujeres que a través del balón han transgredido miles de limitaciones culturales, abriendole paso a muchas otras que hoy brillan en la cancha. 

A las patadas. Historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949 es el nombre de este trabajo basado en el análisis de 70 años de prensa y en los testimonios de más de 20 futbolistas mujeres que busca sobre todo, imprimir una mirada desde el género a esta parte de la historia poco sonada en nuestro país. 

Hablemos más sobre ti y sobre cómo llegas a este tema del fútbol practicado por mujeres…

Yo estudié historia en pregrado e hice toda mi carrera universitaria, la maestría y el doctorado en Alemania gracias a las becas de la Fundación Rosa Luxemburgo. En el pregrado me metí en muchos temas de investigación sobe América Latina, muchos estudios postcoloniales y antirracistas.

Luego hice la maestría en Estudios Interdisciplinarios Latinoamericanos en la Universidad Libre de Berlin, donde también hice el pregrado. En esta maestría escogí el énfasis en género, lo que me permitió hacer un año de intercambio con la Universidad Nacional de Colombia en la Escuela de Estudios de Género y mi tesis de maestría fue sobre Gloria Anzaldúa quien hace una propuesta historiográfica con perspectivas anticoloniales y feministas.

Después volví a Colombia y me encontré con que estaban buscando profesores en la Universidad de Cundinamarca en la sede Soacha. Cuando llegué resulta que era para Ciencias del Deporte y la Educación Física. Yo estaba un poco sorprendida y lo que me dijeron es que necesitaban profesoras para historia del deporte, historia de la ciencia y cursos de comunicación.

Me parecía rarísimo porque yo de deporte nada: no era ni deportista, ni me interesaba el deporte, pero llegué a este espacio y el primer año estuve conociendo la estructura de la Universidad que tiene una apuesta muy interesante de llevar educación universitaria a las regiones de Cundinamarca y que no todo el mundo tenga que irse a Bogotá a estudiar. Al año de haber empezado y tener colegas que me apoyaron un montón, empecé a meter una perspectiva de género a lo que hacía. 

Empecé a investigar sobre temas de género y deporte y me di cuenta que la mayoría de mis estudiantes mujeres eran futbolistas y que la universidad tenía un un equipo muy bueno y poco se festejaban sus éxitos. Me empezaron a buscar las futbolistas y abrimos un semillero y aunque nunca fue formal, empezamos a investigar sobre el género y los deportes. 

Me interesaba mucho la historia del fútbol practicado por mujeres y luego me di cuenta que sobre esto no había casi nada escrito, por eso hice un doctorado en historia y terminé consiguiendo otra vez una beca para estudiar en la Universidad de Hamburgo. Así fue como entré al tema: por una coincidencia que agradezco un montón. 

¿Cómo va evolucionando esta búsqueda, cuáles son esas preguntas iniciales que te inspiran en tu investigación y cómo van cambiando a medida que vas investigando?

Mi búsqueda al inicio fue una cuestión de deportes y género y unas perspectivas amplias de la ciencia que se preguntan más allá de esta idea androcéntrica, donde el hombre blanco burgués es el objeto de vida, de existencia del mundo. Yo no quiero y no puedo ver el mundo así, sino abrirme otros caminos. 

Yo entré por el tema de deporte y feminismo, aunque antes era una pelea mucho más grande porque sí o sí se llamaban estudios feministas, pero ahora con los feminismos transfóbicos, me cuestiono si la palabra quiero usar o no es feminismo, pero si fue una perspectiva desde la que he querido investigar durante muchos años y también desde la que me he transformado durante los tiempos de la investigación, porque los feminismos se han transformado en los últimos 15 años.

Cuando yo empecé, voy a ser muy sincera, mi pregunta no era solo por las mujeres cis, pero efectivamente sí fue lo que encontré y con quienes pude hablar y mis preguntas, por ejemplo, sobre el deporte y la participación trans se fueron desarrollando durante la investigación. 

Las primeras preguntas que yo me hice fueron sobre cómo era el desarrollo de los deportes y la participación de las mujeres en ellos. Por ejemplo cuando se crearon de nuevo los Juegos Olímpicos, al principio por 1800, estos se configuraron excluyendo a las mujeres cis y obviamente invisibilizando la existencia absoluta de las existencias trans.

Luego terminé enfocándome en el fútbol porque es uno de los deportes más importantes en Colombia, con el ciclismo y esto es una construcción que se ha hecho a partir de intereses políticos, en el desarrollo histórico del país.

Encontré que el fútbol en otras partes del mundo había sido prohibido para las mujeres y encontré una intencionalidad evidenciable de excluir a las mujeres de este deporte y quería saber cómo había sucedido eso en Colombia.

En resumidas cuentas, al principio el interés eran los deportes y las mujeres en general, después me enfoqué en el fútbol y después cuando llegué al futbol y las exclusiones en otros países, me pregunté cómo había sido el desarrollo en Colombia y la siguiente pregunta fue por qué la necesidad de invisibilizarlo. 

¿Cómo se dio esa exclusión de las mujeres en el fútbol en Colombia y también cuáles fueron esas dificultades principales en esta historia silenciada? 

El libro se llama A las patadas. Historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949. Esos fueron los primeros registros que yo encontré cuando entregué la tesis de doctorado, pero en el epílogo del libro hablo de mujeres en el 43 en Bucaramanga. 

En Colombia efectivamente no hubo una ley, como en Alemania Federal o en Brasil, donde se les prohibió por ley a las mujeres jugar fútbol, pero lo que sí hubo, entre los cincuenta y los setenta, fue entre una prohibición y una búsqueda de no permitirle a las mujeres practicar este deporte. 

Esto se argumentó en todos los países con sustentos médicos y acá pongo comillas donde hablaban de los 'problemas físicos' que le podían suceder a las personas gestantes. Realmente la pregunta era sobre la reproducción de las personas que podían gestar, en este caso, las mujeres cis, y cómo la práctica del futbol les iba a afectar a su cuerpo. Hubo muchos ginecólogos y ginecólogas que apoyaron esto.
 
También desde una preocupación porque si las mujeres iban a jugar este deporte se iban a masculinizar, eso decían en Alemania e iban a perder su deseo natural por reproducirse. Entonces se iban a afectar físicamente y además iban a perder estos deseos naturales de la reproducción. En Brasil alcanzan a escribir periodistas muy asustados preguntando que si las mujeres iban a jugar fútbol después quién iban a lavar los platos. 

En Colombia no hay una lucha tan fuerte en contra de esto. 

De hecho, en los años 40 hay un pequeño auge diría yo, como en el 49, hay partidos diferentes en Barranquilla y en Cali donde se está buscando fomentar este deporte practicado por mujeres. Estamos hablando del momento del auge del fútbol practicado por hombres en Colombia donde se estaba invirtiendo muchísimo dinero en este. 

Pero en el 51, el momento en el que yo tengo registro que se empieza a a buscar excluir a las mujeres de la práctica del fútbol, vienen unos equipos de Costa Rica que están haciendo una gira por América Latina de partidos de exhibición. Los partidos de exhibición son la base de los inicios del fútbol practicado por mujeres y de sus continuidades y aquí hay dos equipos que juegan como un amistoso y uno de los equipos gana. 

Llegan entonces estos dos equipos de Costa Rica a Colombia y antes de su llegada la Liga de la Decencia, una organización que se describe como las esposas de los políticos del Partido Conservador, decide ponerles problemas con sus visas y con el ingreso al país a las jugadoras y también quitarles el uso del Estadio Universitario que ya se había organizado en Bogotá. El argumento que usa la Liga de la Decencia es que los uniformes no son adecuados para las mujeres y al final no es claro si pueden jugar en Bogotá o no, aunque juegan en diferentes ciudades: en Cúcuta, Manizales.

Después de este evento que sucede en el 51 y que tiene registro en prensa, deja de haber casi por completo un registro en prensa del fútbol practicado por mujeres hasta los años 70. Yo revisé Semana y Cromos y hay solo dos artículos diminutos y otros que no son de fútbol practicado por mujeres, sino de modelos con camisetas de fútbol. Luego, hasta casi los 2000 empieza a aparecer una que otra crónica sobre fútbol practicado por mujeres. 

Esos fueron los primeros obstáculos que vi explícitamente en Colombia, además del hecho de la dificultad para las canchas, los insultos y el argumento constante de que 'este no es un deporte adecuado para las mujeres'. 

También, cuando se empieza a fomentar la educación primaria como obligatoria en Colombia, uno de los aspectos más importantes era la educación física y se llega con una idea de construir unos cuerpos específicos para diferentes cosas. Los cuerpos de los y las trabajadoras y los cuerpos de la burguesía y estos cuerpos se construyen de forma específica en los colegios. 

A los hombres cis se les dice que tienen que hacer cierto tipo de deportes para fomentar la fuerza y la resistencia. A las mujeres cis trabajadoras se les habla mucho más de cuestiones de elasticidad que también le pasa a las mujeres burguesas porque tiene que ver con mantener el cuerpo sano para la reproducción. 

Entonces ya desde el colegio estaban diciendo qué tipo de movimientos son adecuados para unos géneros construidos y el fútbol es un deporte que corresponde a los movimientos que se le asignaron a los hombres cis. Este tiene que ver con fuerza, resistencia y competitividad y esas tres cosas no se le atribuyen a las mujeres. 

Por lo tanto es inadecuado que las mujeres las hagan, entonces desde ahí ya empezaban los argumentos en contra de las mujeres que practican un deporte de contacto, de mucha resistencia y además que tiene una representación nacional y donde la representación de las mujeres no es el deporte, sino la maternidad.

¿Destacas algún relato que te haya llamado la atención en cuanto a silenciamiento prejuicio o dificultad o incluso ya del otro lado, de la resistencia o la liberación de las mujeres y el fútbol?

Como dice el título, son varias historias. Yo trabajo a partir de la historia oral y busco entender cómo las futbolistas significan su pasado en el presente en el que yo las entrevisto. Entonces más allá de hechos fehacientes e impresiones en prensa, mi investigación se nutre de las narraciones de futbolistas. Entrevisto a 23 personas: 21 mujeres y dos hombres cis y con esto construyo unas narrativas históricas. 

Esto es importante decirlo: el libro se llama historia del fútbol practicado en Colombia, que es un poco una exageración porque entrevisto a mujeres en Bucaramanga, Medellín, Cali y Bogotá y efectivamente como Colombia es un país con mucha migración interna, hablo con personas que han migrado y que crecieron en otros lugares como en Arauca, Boyacá y diferentes regiones del Valle del Cauca. 

Hay muchas narraciones y quisiera resaltar las de resistencia porque creo que el mayor éxito de las futbolistas es seguir existiendo porque no fue fácil. En 1970, 1971, la Liga Vallecaucana junto con diferentes medios de comunicación abrió un torneo de fútbol practicado por mujeres. 

A mí ese torneo me parece hermosísimo por su representación en prensa: lo imprime casi que únicamente El País de Cali, uno de los patrocinadores. Es un torneo donde todo el año, casi una vez a la semana o a veces más, hay reportajes de cómo se va desarrollando. 

Al final se registra que hubo más de 300 mujeres en el Valle del Cauca y esas fueron las que pudieron llegar y si para la fecha habían más de 300 mujeres solamente en el Valle del Cauca, imagínate el interés que había ya en los años 70 en todo el país. 

Yo creo que esa es una de las narraciones que me parecen más hermosas y termina ganando un equipo que lo financiaba Águila Roja que se llamaba equipo Águila Roja y es un equipo principalmente de mujeres negras. Con eso también hay que llamar la atención porque siento que pareciera que además de Linda Caicedo y otras jugadoras, el fútbol practicado por mujeres es ahora un deporte donde no hay casi mujeres negras y en su historia se muestra más bien lo contrario. 

Ahondemos en esas reflexiones en torno a la liberación, la resistencia, la transgresión en cuanto al mero hecho de que mujeres futbolistas existan, ¿cómo crees que el fútbol también se convierte en este puente para la resistencia? 

Para mi que las mujeres hayan podido jugar fútbol y hayan podido resistir a la invisibilización, a los insultos es muy poderoso. Hay una frase que me dice Juliana Román, una de las personas que entrevisto y que trabaja en La Nuestra Fútbol Feminista en Argentina y es 'esa inconsistencia tan grande entre lo que me hace feliz es al mismo tiempo una fuente de sufrimiento'. 

Las mujeres han podido jugar futbol porque les gusta, les apasiona, porque se les da la gana y lo han hecho con mucho sufrimiento: a todas las han insultado, todas en algún momento se han avergonzado de practicar este deporte y aún así lo han seguido haciendo. 

Creo que la resistencia más grande ocurre casi en la familia. Muchas empezaron con sus hermanos y sus papás a practicar fútbol, pero después de cierta edad ya se volvió más difícil y muchas lo escondieron. 

Yo creo que la resistencia ha sido permitirse a ellas mismas vivir el deseo de practicar este deporte a pesar de que no se vea como adecuado. Es una muestra que los intereses van muchísimo más allá de las construcciones de género y que se superan completamente porque ellas han podido, aunque les han gritado en la calle y les han tirado botellas. 

Ahora lo que necesitamos es reconocerlas porque hay una tristeza muy profunda de las jugadoras mayores, las pioneras, sobre cómo las han invisibilizado ahora que se habla del gran fútbol profesional practicado por mujeres. Estas futbolistas que están ahora que son muy buenas no nacen de la nada, nacen de un trabajo previo de formación que las mismas futbolistas construyeron.

Bajo tu perspectiva, ¿qué otros retos, dificultades o vacíos quedan para las mujeres que se dedican todavía a este deporte en nuestro país?

Otra cosa fundamental es reconocer la formación que los clubes de mujeres han hecho. La profesionalización del fútbol practicado por mujeres se da en un marco institucional que decide que los clubes de hombres existentes deben abrir equipos de mujeres, en vez de reconocer a los clubes de mujeres que llevaban décadas formando a las futbolistas. 

A estos clubes de hombres les entregan a las jugadoras, les pasan el número Comet, con el que los futbolistas se mueven y que es como una especie de cédula del deportista. Entonces estas cédulas de las deportistas mujeres se las quitan a los clubes que las formaron y se las pasan a los clubes de hombres que las querían tener en sus equipos. 

Otro reto que me parece importante y que es fundamental es una igualdad salarial, una liga digna, unos contratos laborales dignos y que deje de decirselas que se les tiene que pagar menos porque están empezando.

También, que las dejen de tratar como niñas y adolescentes y que las empiecen a tratar como trabajadoras, que los medios de comunicación dejen de narrar el fútbol practicado por mujeres como un espectáculo de belleza y lo empiezan a narrar como un evento deportivo de mujeres y si es de menores, entonces de niñas, pero entonces que también hablen de fútbol de niños cuando se trata de fútbol practicado por hombres sub 18. 

Hay otro aspecto que me parece importante y es todo el ámbito del arbitraje: hay muchas mujeres árbitras y el arbitraje ha sido un espacio para sobrevivir económicamente; sin embargo los partidos lo siguen pitando hombres, entonces creo que ese es otro de los retos que hay. Hay un montón de retos todavía. 

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De acuerdo a Gabriela, en muy poco tiempo, podrán adquirir A las patadas. Historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949 en todas las librerías del país.