"En Macondo se sufre pero también se puede gozar la vida": Jaime Abello Banfi

"En Macondo se sufre pero también se puede gozar la vida": Jaime Abello Banfi

Entrevistamos a un amigo de Gabo para que nos hablara sobre su vida, Macondo, post-Macondo, los periodistas, la escritura, los libros y la presente edición de la Feria Internacional de Libro de Bogotá, y esto fue lo que sucedió.
Lunes, 20 Abril, 2015 - 07:14

Por: Andrés Salazar

El actual director de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), institución fundada por Gabriel García Márquez en 1994, habló con nosotros para contarnos algo acerca de Macondo, país invitado a la 28ª Feria Internacional del Libro de Bogotá, como homenaje al precursor del surrealismo a un año de su fallecimiento.

Y es que quién mejor para hablarnos de libros, países imaginarios, literatura y escritura que Jaime Abello Banfi, quien con sus 30 años de amistad con él y 20 años de labores a su lado, tiene toda la autoridad necesaria para opinar acerca del tema. Hoy lo relee e investiga cosas nuevas de su vida y espera, en esta nueva edición de la Feria, encontrar nuevos textos sobre el 'Padre de Macondo'.

Descubran, en la 'voz' de Abello Banfi, qué es Macondo, su importancia, el legado de Gabo para los nuevos escritores y por qué es tan importante la FILBo. De paso, no duden ni siquiera un segundo en visitar la feria que irá del 21 de abril al 4 de mayo.

 ¿Qué es Macondo y qué importancia tiene para la vida de Jaime Abello Banfi (JAB)?

JAB: Bueno, yo vengo del corazón de Macondo. Una vez yo estaba con Gabriel García Márquez dando una vuelta por Barranquilla en el año 98 y me acuerdo que me dijo: “Oye Barranquilla es Macondo cuando se volvió ciudad”. Y claro, soy del caribe y lo que pienso es que García Márquez tenía claramente separados los dominios de la realidad del dominio de la imaginación. Supo con una maestría sin igual, tomar muchos elementos de la realidad, que es una realidad nuestra, la caribeña, la colombiana, y construir ese mundo imaginario, un mundo que al mismo tiempo refleja, recoge nuestra historia, nos hace entendernos mejor y por eso Macondo nos pertenece y a mí más, lo siento muy cerca.

 ¿Se podría decir entonces que Macondo es todo lo que representa a los colombianos, todo lo que somos, todo lo que fuimos y todo lo que está en nosotros?

JAB: Así es. Macondo es un producto de la realidad con la imaginación y de la capacidad de García Márquez de transformar una lectura, una interpretación de nuestra historia, de nuestro modo de ser, de nuestros personajes, y crear unos personajes que se vuelven universales, por eso Macondo puede ser leído en cualquier parte del mundo. La gente se siente reflejada. Yo he conocido personas de Europa y América que sienten que Macondo los refleja en esos textos de García Márquez, se encuentran retratados y representados, lo que nos habla del gran humanismo del autor, esa capacidad de entrar a la naturaleza humana de una manera en la que convirtió su aldea en una aldea universal.

 Si yo le digo ‘post – Macondo’, ¿en qué piensa y qué opina de eso?

JAB: Post-Macondo puede ser el tipo de mundo que vivimos, que necesitaría otra representación. Y es que siento que cada vez más los seres humanos estamos mediados por artefactos, por máquinas, por redes y creo que eso realmente requeriría que otro autor nos hable de un Macondo digitalizado, contemporáneo, donde la comunicación, las imágenes, los contenidos, crean realidades paralelas, crean virtualidades que hace que el tipo de representación literaria que Gabo recoge con base en su propia experiencia en esa primera mitad (o poco más) del siglo XX, pueda eventualmente ser muy distinta en un intento que se haga hoy que estamos tan condicionados por la tecnología.

 Después de ‘la era macondiana’ surgieron corrientes en contra de esta como ‘El McOndo’ y ‘El crack’. ¿Por qué cree que nacieron? ¿Por qué alguien podría estar en contra de Macondo?

JAB: Yo creo que son resistencias amorosas. Ninguno de esos autores negaría, creo yo, la estatura literaria de García Márquez. Lo que pasa es que se volvió abrumador, primero, pues porque sabemos que muchas de sus referencias pertenecen a un mundo que no es exactamente un mundo urbano. Segundo porque su estilo, que denota una maestría increíble de la lengua para crear y su capacidad para generar metáforas, se volvió un estilo imitado, entonces yo creo que es una resistencia por el lado de buscar historias diferentes, de una vida urbana que es la dominante en la sensibilidad de esos autores y también la nuestra en esta época, y también otra manera de contar que no fuera a lo García Márquez, entre otras cosas porque eso se prestó para que hubiera muchos malos imitadores.

 ¿Cuál es el mayor aporte de Gabriel García Márquez a los nuevos escritores iberoamericanos?

JAB: Creo que el de mostrar que la perseverancia, la consagración a la vocación de escritor, con una buena dosis de disciplina, y desde luego, con ese toque, puede producir resultados formidables. García Márquez es un producto nuestro, es como tú, como yo, o como cualquiera de los lectores. Fue un chico del caribe colombiano, que se educó también en Zipaquirá y vivió un poco en Bogotá, y descubrió que le gustaba leer y luego escribir, y contar historias, y se empeñó en hacerlo y en no apartarse de esa vocación, y el resultado de esa inversión que hizo, de esa apuesta, está a la vista.

Creo que seguir ese llamado vocacional, con radicalidad, como lo hizo Gabo, es un buen ejemplo para cualquier escritor, porque es un oficio que no es sencillo, que es un poco complicado. Al mismo tiempo demostró que no se limitaba a la escritura de cuentos, que podía hacer convivir el periodismo con la literatura, y además, el cine con la literatura. Fuera de eso fue un hombre que trabajo con temas como los derechos humanos, que le interesaba la política, que se daba cuenta que a través del periodismo también se hacía política pero con relatos, no con debates. Fue un hombre que se preocupó por la paz, por su país, una persona realmente completa y que además levantó familia y al mismo tiempo tuvo grandes amigos. Si vida fue completa porque siguió su naturaleza, siguió su vocación.

 ¿Cuál es su libro favorito de Gabo?

JAB: Tengo varios pero recuero siempre la emoción que me causó leer de niño “Los funerales de la mama grande”; la manera como me transportó y me hizo soñar “El amor en los tiempos del cólera”; la admiración que siento hacia “Cien años de soledad” y la manera como es un relato total sobre nuestra sociedad, nuestra historia y nuestra humanidad, y al mismo tiempo de la literatura y de toda clase de personajes.

Ni hablar de otros como “Crónicas de una muerte anunciada” que es un libro perfecto de ese híbrido que fue capaz de hacer Gabo entre periodismo y ficción.

 ¿Qué necesita o qué debe tener un buen periodista o un buen escritor hoy?

JAB: Creo que saber que hay que trabajar con los hechos, que hay que salir a buscar los hechos y no simplemente dedicarse a opinar ni mucho menos inventar, me parece que la reportería y la investigación son fundamentales. Lo segundo, la capacidad de componer un relato, y ahí la literatura da herramientas, modelos narrativos que vale la pena tomar en cuenta. Lo tercero es no perder de vista que el periodismo es un servicio público que tiene una ética o deontología profesional que hay que respetar y que es una manera de contribuir para tener una sociedad mejor informada, más democrática y para eso es muy importante el compromiso del periodista con la búsqueda de la verdad desde una posición de independencia.

El periodismo debe ayudarnos a entender mejor la sociedad en la que vivimos. No solo hay que buscar los hechos y relatarlos, sino contextualizarlos y todo esto merece una actitud de respeto enorme hacia los lectores, hacia la audiencia, hacia los oyentes y también hacia las personas con quienes nos relacionamos.

 ¿Qué libro de Gabo le gustaría llevar al cine?

JAB: Yo pienso que “Vivir para contarla” podría ser interesante, su autobiografía, sus memorias, sería lindo verlas en la pantalla grande.

 ¿Cree que puede haber otro García Márquez en los tiempos de hoy?

JAB: Por supuesto que sí, ni más faltaba. Debe haber por ahí gente con capacidad. Le tienen que apostar a una alta ambición humana en el sentido de buscar lo mejor de sí mismo y de sacar lo mejor de la vida. Creo que una de las cosas más interesantes de Gabo hoy es no solo leerlo o releerlo, sino también tratar de conocerlo mejor, fue una persona interesantísima con una gran inteligencia emocional, intelectual, creativa y al mismo tiempo con una cantidad de anécdotas y de proyectos. Creo que vale la pena ahondar bastante en ese modelo de conducta y en ese ejemplo de vitalidad que es Gabriel García Márquez.

 ¿Qué opina de que nuestro país tenga una feria tan importante como lo es La Feria Internacional del Libro de Bogotá?

JAB: Un país que se da el lujo de hacer una feria que tiene como invitado a un país imaginario que es él mismo, me parece maravilloso. Estamos cerrando un círculo. Es un lindo homenaje que se está preparando con cuidado. Vale la pena ir a divertirse en la feria, ir también a buscar buenos libros, a escuchar muchas charlas. Es una oportunidad de cultura y de lectura, no solo literaria, sino lectura de todo tipo.

 ¿Qué libros viene a buscar a la feria y cuál es su escrito favorito con el cual se quiere encontrar?

JAB: Tengo una lista de cosas por conseguir que no son fáciles, en la feria las buscaré. Le mucho y confieso que una de las cosas que estoy haciendo en estos momentos es releer a Gabo, sus biógrafos y su propia obra porque me corresponde, son muchos los escenarios por donde tengo que moverme. Estoy en un viaje ya que después de conocerlo por 30 años y trabajar con él durante 20 años, estoy en una investigación sobre él para reinterpretarlo y encajar una cantidad de piezas, así que buscaré nuevos textos sobre Gabriel García Márquez en esta feria.

 ¿Lo mejor de Macondo?

JAB: Lo mejor de Macondo es que es un espacio donde se sufre, claro está, pero donde al mismo tiempo se puede gozar mucho la vida. Yo creo que eso es lo que cuenta, buscarle el lado bueno a la vida. En Macondo está nuestra cultura popular, estamos nosotros mismos.


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