Amapola Cartonera, es la primera editorial cartonera del país

Amapola Cartonera, tejiendo sostenibilidad e inclusión social a través del arte y la literatura

En 2011, Carlos Baena Echeverry y Nora Esperanza Bohórquez fundaron Amapola Cartonera, un proyecto que fusiona las artes plásticas con la literatura, mientras promueve prácticas amigables con el ambiente y da voz a aquellos que tradicionalmente han sido silenciados por la sociedad.
Viernes, 19 Abril, 2024 - 01:43

Por: Mariana Vélez Gaviria

El viaje de Amapola Cartonera comenzó en la Casa de la Cultura de Tabio, Cundinamarca, donde Baena y Bohórquez se conocieron mientras realizaban talleres de modelado en arcilla con material recuperado y reciclado. Una experiencia que se convertiría en un compromiso vitalicio con la sostenibilidad y la inclusión, del país y el mundo. 

“Después de estar en la Casa de la Cultura de Tabio, estuvimos trabajando con bibliotecas y con la Fundación Rafael Pombo haciendo libros artesanales, hasta que nos encontramos con Eloísa Cartonera de Argentina, durante el evento internacional de arte MDE11 en Medellín (2011)”. 

¿Editoriales cartoneras?

Son editoriales independientes que utilizan materiales reciclados, especialmente cartón, para la producción de libros. Surgieron en Argentina a principios de este milenio como una respuesta creativa a las limitaciones económicas y a la falta de acceso a la publicación tradicional. 

Esta conexión les permitió comprender que el formato cartonero era el eslabón que les faltaba para unir sus pasiones por las artes plásticas y la literatura. Así nació Amapola Cartonera, la primera editorial cartonera en el país, que desde entonces ha estado a la vanguardia de la promoción de escritores desconocidos y voces silenciadas por el sistema.

“En un comienzo nos preocupamos mucho por pensar el ADN de las editoriales cartoneras, analizamos que se dedicaban a publicar escritores desconocidos, voces silenciadas por el sistema, por la sociedad, y veíamos que había un perfil que marcaban a dichas editoriales. Así que, después de publicar a los 15 escritores que participaron en ‘El Misterioso Yo’ (primer libro publicado por la editorial), publicamos una antología de Rafael Pombo, luego, una escritora brasilera y una colombiana, nos ofrecieron publicar Mujeres, un trabajo poético que acogimos con un fervor importante porque era el tercer libro que publicábamos en menos de un año. Y después, entró la duda y la angustia de no saber a quién publicar, pues a los escritores no les interesaba mucho publicar en el formato cartonero… así que, decidimos revisar becas distritales y comenzar a conectar proyectos comunitarios con la literatura y las artes plásticas, cuenta Carlos. 

Una de las formas en que esta editorial colombiana se centra en la publicación de autores emergentes y publica otras voces que de otra manera no tendrían la oportunidad de ver sus obras impresas, es a través de la difusión de obras que exploran temáticas y perspectivas poco representadas en la literatura convencional. 
 



Tal y como nos cuenta Esperanza, “hemos destacado el trabajo realizado en diversas huertas comunitarias, así como las problemáticas que enfrentan las periferias y los barrios más marginados, desde una perspectiva educativa y pedagógica. También hemos abordado la difícil situación de nuestros campesinos debido a las prácticas inadecuadas y las intervenciones en los territorios naturales, como es el caso de los páramos, entre otros.”

El camino hacia la sostenibilidad y la inclusión no ha estado exento de desafíos. Desde la reticencia de algunos escritores a publicar en formato cartonero hasta la competencia con las grandes editoriales comerciales, Amapola Cartonera ha tenido que enfrentarse a múltiples obstáculos en sus 15 años de existencia. Sin embargo, su compromiso con la comunidad y el ambiente ha sido inquebrantable.

Una editorial para la sostenibilidad

En todas las etapas de producción de sus libros, Amapola Cartonera se esfuerza por mantener prácticas sostenibles, desde la recolección de cartón hasta la distribución final. La editorial trabaja en estrecha colaboración con las comunidades locales para fomentar el reciclaje y el uso de materiales eco-amigables. 

Según comenta Esperanza, “a las comunidades con las que trabajamos siempre les hablamos sobre los proyectos de las editoriales cartoneras, les mostramos algunos ejemplos de cómo van a quedar los libros con las tapas de cartón, y entre todos reciclamos las cajas. Allí se van a ver sus marcas, sellos, stickers, y demás texturas que hacen parte de su memoria. Incluso, utilizamos papel reciclado, periódicos, fotocopias de planos con dobleces y huellas de golpes; tintas y limpiadores ecológicos, entre otros”.


El trueque como estrategia para conseguir el cartón

Promover la economía circular y el intercambio comunitario, es uno de los pilares de desarrollo de Amapola Cartonera, mediante el uso de pregoneros y de sistemas de intercambio de bienes o servicios donde no se utiliza el dinero. 

“Recuerdo que íbamos con las carretas repletas de fruta por las calles y con un perifoneo hacíamos el llamado a la acción en la que instábamos a cambiar fruta por cartón. Decíamos: ’Volvió el trueque… cambiamos cajas de cartón por fruta’ y la gente no podía creerlo. Recogimos muchísimo material, y aunque no todo el cartón servía, de igual forma logramos sacar las 300 tapas de los libros que necesitábamos y dejamos otras 400 tapas listas para otros proyectos planeados”, expresa Carlos Baena. 

El futuro de Amapola y de las editoriales cartoneras del país

Mirando hacia el futuro, Amapola Cartonera tiene grandes ambiciones. Desde seguir trabajando con comunidades locales y campesinos hasta expandir su alcance internacional. La editorial está decidida a seguir siendo un faro de sostenibilidad e inclusión en el mundo del arte y la literatura. 

“La biblioteca de Wisconsin tiene la colección más grande de libros cartoneros del mundo y allá está Amapola Cartonera. Recientemente, hemos llegado a Chile con una biblioteca muy bella con la que hemos creado el vínculo. Y finalmente, esperamos poder tener y conservar un espacio propio en alguna institución o casa de la cultura, para poder hacer talleres comunitarios y fortalecer el trabajo que hacemos”. 

Al final del día, su mensaje es claro: reciclar, recuperar y dar voz a aquellos que han sido ignorados, a través de las letras y las historias de vida.