Robert Farah y Juan Sebastián Cabal, finalistas del AUS Open 2018. Foto de ATP.

El deporte vs. las redes sociales

Una reflexión sobre la influencia de la redes sociales en el deporte colombiano...
Lunes, 29 Enero, 2018 - 09:58

Por: Juan Pablo Coronado Alvarado

La mañana del pasado jueves 25 de enero no fue una más para el deporte colombiano. Por primera vez en la historia, una pareja de tenistas de nuestro país llegaba a una final de un torneo de Gran Slam (el Australian Open 2018), superando de paso a grandes rivales y ratificándose como la mejor dupla de este deporte en Colombia.

Rápidamente llegaron mensajes de felicitación a estos deportistas, de orgullo, y de buenos deseos para la finalísima que enfrentaron (normal) y que los dejó como subcampeones enfrentando a la pareja número 1 del mundo (Oliver Marach y Mate Pavić).

Hubo también quienes restaron importancia a la gesta deportiva, aduciendo que en un grand slam el tenis de dobles era de poca monta, nada que ver con la rama individual masculino y femenino. Argumentos los hubo, respetables algunos.

De inmediato se polarizaron en Colombia. Todo a través de las redes sociales. Dos bandos, dos polos, frente a frente. La patria boba en versión digital. Afortunadamente los protagonistas de la historia estaban en Melbourne, Australia. Lejos y concentrados en su competición.

Caso similar ocurrió el año pasado con el incidente (si es que se le puede catalogar así) entre Mariana Pajón y Nairo Quintana. El poder de las redes sociales llevó el debate a niveles insospechados, lejos del ámbito ciclístico: dos de nuestros íconos deportivos más grandes, ‘enfrentados’. Nada más lejos de la realidad, y ante los ojos del mundo los colombianos condujimos la polémica como si fuera algo personal entre nosotros, usando un lenguaje más que inapropiado y hasta vergonzoso.

Llegamos al punto de dejar de disfrutar los triunfos, construir en las derrotas y alentar a los nuestros en el proceso. Resultadistas nos volvimos. Y opinadores con el periódico del lunes, también. Dueños y señores de lo que ellos deben o no deben hacer, decir, sentir. ‘Influencers’ de lo políticamente correcto.

Al final cada quien elige lo que desea consumir. El debate que desea encarar. La posición que desea adoptar. Sin embargo, esconderse bajo un alias, una foto no real o un fake para realizar comentarios incendiarios, elogios excesivos, o apreciaciones salidas de contexto, no deja de ser una actitud cobarde e irresponsable para con nuestros deportistas, quienes se han esforzado bastante en su gran mayoría para llegar a donde están.

Un tuit mal leído o una foto mal interpretada genera malestar, fanatismo desbordado a favor o en contra, y hace inviable que los deportistas y sus familias tengan una vida normal. Cierto es que son figuras públicas, pero tener que lidiar en la mente con que un ‘loquito’ en la calle les diga o les haga alguna cosa es diferente. Mesura.

La recomendación a los deportistas de nuestro país de parte de quien escribe estas letras, es clara. No consuman en demasía redes sociales. Al fin y al cabo, Twitter, Facebook e Instagram (por mencionar algunas) son gratis; el elogio y la crítica desmedidas, también.